1 de enero de 2016

¿Qué nos trajo el 2015?

Primero que nada, les deseamos un próspero Año Nuevo.

En segundo lugar, le damos la bienvenida a ésta, la primera entrada del año, pero quizá, una de las últimas del blog. Así es. Luego de seis años en la blogósfera, hoy Mundo Terópodo anuncia su clausura. Esto es debido a varias razones que involucran el tiempo que su servidor tiene para mantener actualizado el blog, el hecho de que el mismo ha ganado más auge como un medio sensacionalista con un enfoque del que actualmente su servidor no está particularmente orgulloso, aparte de que la mayoría de la información aquí divulgada puede ser igualmente accesible a través de fuentes más fidedignas, haciendo que tratarla en el blog se sienta un tanto repetitivo e insustancial. Eso, por mencionar algunos ejemplos. De todos modos, el blog permanecerá disponible como testimonio de cómo los medios masivos y las nociones de la cultura popular pueden influir en una mente juvenil como la de su servidor cuando redactaba entradas en este espacio. Sin embargo, esto, más que un adiós, es más bien un nuevo comienzo, pues estamos considerando la posibilidad de abrir otro blog más estable, didáctico y con un contenido más amplio e igualmente interesante en un futuro cercano. De modo que sigan atentos, pues a pesar de que después de hoy, Mundo Terópodo entrará en una etapa de suspensión por un período indefinido, en algún momento, les informaremos sobre la apertura del nuevo blog y sobre lo que en él encontrarán.

Mientras tanto, vayamos al tema principal de la entrada, que son los descubrimientos más impactantes que nos trajo el 2015 en cuanto a terópodos se refiere:

Tumba de Utahraptores
Ilustración de Julius Csotonyi

Comenzamos por mencionar el hallazgo de seis nuevos ejemplares de Utahraptor encontrados en un bloque de piedra arenisca extraído el año pasado de Utah. Éste es parte de un esfuerzo iniciado en 2001 por el paleontólogo, James Kirkland y varios colegas y estudiantes, pero hecho público en enero de 2015. Este descubrimiento ha proporcionado partes del esqueleto del Utahraptor que nunca antes habían sido encontradas y que están esperando descripción formal y algunas de éstas están cambiando varios aspectos de la anatomía de este terópodo. Lo más intrigante de este hallazgo, sin embargo, es el hecho de que el bloque en el que los ejemplares fueron encontrados consiste en lo posiblemente fue un lodazal o una poza de arenas movedizas. Hasta ahora, se ha identificado un Utahraptor adulto, cuatro individuos subadultos y un joven de tan sólo un metro de largo en esta cama de huesos junto a un ornitópodo, pero esto es sólo lo que se ha podido identificar en lo que se ha logrado extraer del bloque. Es probable que el mismo contenga los esqueletos de numerosos animales más que quizá hayan muerto como víctimas de esta trampa natural. Actualmente, se desconoce si los especímenes de Utahraptor encontrados hasta ahora consisten en un grupo de animales que murieron juntos o si quedaron atrapados uno tras otro a lo largo de períodos de tiempo considerables, pero en su búsqueda de respuestas, los paleontólogos no sólo continúan excavando el bloque, sino también analizando los especímenes extraídos del mismo.

Violencia y canibalismo entre tiranosaurios
Ilustración de Luis Rey

A comienzos de abril de 2015, un peculiar espécimen de Daspletosaurio sería el objeto de una minuciosa investigación realizada por el Dr. David Hone. Éste consiste en un ejemplar juvenil de aproximadamente, 6 metros de largo y aún más sorprendente, presenta signos de agresión en el cráneo. Algunos de ellos parecen ser atribuibles a mordidas de otros Daspletosaurios, pues encajan notoriamente con los dientes de éstos. Una marca de mordida en la parte posterior de la cabeza muestra que parte del cráneo se rompió, mas la superficie del hueso muestra indicios de cicatrización, indicando que estas lesiones no fueron fatales y que el animal vivió durante algún tiempo después de que fueron infligidas. Esto a su vez, puede traducirse como evidencia de combate entre miembros de la misma especie, pero más intrigante aún es el hecho de que otras de las muchas mordidas vistas en el fósil parecen haber sido hechas luego de que el animal murió, sugiriendo un posible comportamiento caníbal entre la especie. Esto, no obstante, no es prueba de que un Daspletosaurio haya matado al otro, sino de que simplemente se alimentó de él cuando ya estaba muerto.

El bizarro terópodo herbívoro de Chile
Ilustración de Gabriel Lío

Más tarde ese mes, el paleontólogo Fernando Novas y algunos colegas publicarían un hallazgo que revolucionó nuestro entendimiento sobre los terópodos. Se trata de la primera especie de dinosaurio terópodo encontrada en Chile. El descubrimiento fue realizado por Diego Suárez, de 7 años y su familia en la Formación Toqui, donde se encontró más de una docena de especímenes. El nuevo dinosaurio fue llamado Chilesaurio diegosuarezi en su honor y es uno de los hallazgos más impactantes hechos hasta ahora, pues se trata de una especie de terópodo tetanuro que muestra características hechas para una dieta consistente mayor o exclusivamente en vegetación, siendo este un rasgo muy inusual en dicho grupo de terópodos, ya que estos rasgos son más comúnmente vistos en miembros del grupo de los coelurosaurios. Aún más interesante es el hecho de que el Chilesaurio vivió a finales del período Jurásico, siendo muy anterior a los coelurosaurios conocidos por presentar adaptaciones para una alimentación herbívora. En adición, el Chilesaurio presenta rasgos de diversos tipos de terópodos más avanzados, tales como dos dedos en las patas delanteras (de manera similar a los tiranosáuridos) y un cráneo relativamente corto en cuya punta se situaba un pico, pero a su vez, preserva características comúnmente vistas en especies basales, como el primer dígito de las patas traseras notablemente alargado y un cuello largo y flexible, por lo que se podría decir que se trata del miembro de un grupo transitorio en el linaje de los terópodos.

El terópodo quiróptero
Ilustración de Emily Willoughby

Hoy se sabe que muchos dinosaurios terópodos tenían alas y que en algunos casos, éstas incluso eran aptas para el vuelo. Sin embargo, éstas por lo general, son mayormente formadas por plumas, siendo muy parecidas a las de las aves. Pero a finales del mes de abril, un equipo de paleontólogos dirigidos por el Dr. Xing Xu realizó un descubrimiento sin precedentes en China. Se trata de un nuevo terópodo de la familia de los escansiopterygidos al que se le dio el nombre de Yi qi, que en español quiere decir "ala extraña", nombre que resulta muy apropiado considerando el hecho de que esta rara criatura presenta alas membranosas soportadas por un hueso estiliforme, siendo más parecidas a las de los murciélagos que a las de las aves, una característica nunca antes vista en un dinosaurio alado. El Yi vivió hace aproximadamente 160 millones de años, siendo quizá uno de los primeros dinosaurios voladores, aunque análisis de sus alas sugieren que estaba más hecho para planear recorriendo cortas distancias que para el vuelo propulsado con el aleteo, probablemente habiendo saltado de árbol en árbol para buscar alimento mientras permanecía fuera del alance de depredadores potenciales. El sorprendente estado de preservación del Yi qi con respecto a otros fósiles de escansiopterygidos encontrados está llevando a los expertos a reconsiderar el diseño anatómico de esta enigmática y extraña familia de terópodos.

Nueva especie de Saurornitholestes
Ilustración de TheMorlock de Deviantart

Mientras analizaba un fósil hallado en New Mexico, Estados Unidos en 1999 por Robert Sullivan, el estudiante doctoral y curador del Museo Estatal de Pennsylvania, Steven Jasinski notó algo curioso. El fósil había sido anteriormente clasificado como un ejemplar de la especie Saurornitholestes langstoni, una especie de dromaeosaurio conocida por restos encontrados en Alberta, Canadá y en Montana, E.E.U.U. Al analizar el espécimen más detenidamente, Jasinski encontró diferencias lo suficientemente pronunciadas como para concluir que si bien se trataba de miembro del género Saurornitholestes, lo que tenía en manos era una nueva especie, a la que llamó Saurornitholestes sullivani. Las diferencias más radicales son perceptibles en el morro del animal y en la forma de su cerebro, específicamente, en los bulbos olfativos, los cuales son más extensos y por consiguiente, parecen estar más desarrollados no sólo que los de sus congéneres del norte, sino también que los de otros dromaeosaurios hasta ahora encontrados. El estudio de Jasinski sugiere que el género era más diverso y mostraba signos de estar adaptándose a un rango más amplio de entornos y ecosistemas.

¿Los terópodos colonizan Washington?
Imagen propiedad de PLOS ONE

El estado de Washington, al oeste de los Estados Unidos, es un lugar donde nunca se habían descubierto fósiles de dinosaurios... hasta ahora. A finales de mayo del pasado año, el Dr. Christian Sidor, curador del Museo Burke de Paleontología de Vertebrados, junto al estudiante de postgrado de la Universidad de Washington, Brandon Peecook, describieron parte de un fémur de dinosaurio encontrado en la Formación Cedar District de Washngton, el cual data de 80 millones de años de antigüedad. Tras estudiarlo, los científicos lo identificaron como el característico fémur de un terópodo, aunque de momento, no ha sido posible identificar a qué clase de terópodo pertenece. La parte recuperada mide cerca de 43 cm de largo y 22 de ancho, pero se cree que el hueso completo pudo haber alcanzado una longitud de aproximadamente, un metro. El hallazgo de este fósil en esta zona geográfica fue toda una sorpresa, pues el estado de Washington estuvo mayormente bajo el agua durante gran parte de la Era Mesozoica, haciendo que la recuperación de huesos de dinosaurios en este lugar sea muy inusual. Sin embargo, actualmente se deduce que el terópodo al que pertenecía este hueso pudo haber pisado estas tierras cuando aún estaban más al sur, eventualmente siendo sus huesos trasladados a su posición actual por las fuerzas geológicas. Otra opción que se considera es que el animal haya sido arrastrado hasta esta zona por un fenómeno natural.

 El raptor que definió la imagen de la familia
Ilustración de Chuang Zhao

Hoy es sabido que muchos terópodos, tales como los dromaeosáuridos o comúnmente conocidos como raptores, poseían plumas. Sin embargo, se sabe muy poco sobre cómo era realmente el plumaje de la mayoría de éstos. Especialmente, en las especies más avanzadas y en las de mayor tamaño, ya que no se han encontrado fósiles lo suficientemente preservados para proveer ese tipo de información. No obstante, eso cambió con un nuevo descubrimiento realizado en China en julio de 2015. Se trata de un fósil muy bien preservado de una nueva especie de dromaeosaurio relativamente avanzada a la que se le dio el nombre de Zhenyuanlong suni. El Zhenyuanlong mide dos metros de largo, posee una anatomía similar a la de dromaeosáuridos más avanzados, como el Velociraptor y presenta plumas complejas en todo su cuerpo, así como alas muy cortas en comparación con las de los dromaeosaurios arbóreos con los que compartió su entorno hace 125 millones de años. Sin embargo, el fósil revela que al igual que las de éstos, las alas del Zhenyuanlong consisten en múltiples capas de plumas, siendo similares a las de las aves. Adicionalmente, la cola también parece contar con grandes plumas que formarían una especie de "abanico" a lo largo de ésta. Los expertos deducen que es poco probable que el Zhenyuanlong fuese capaz de volar, sugiriendo en su lugar que las plumas servirían como un medio de lenguaje corporal.

¿Tras las huellas paternas?

Un yacimiento de cerca de 50 huellas excavadas entre 2009 y 2011 en Alemania dio lugar a una interesante teoría sobre el comportamiento de los terópodos que habitaron allí hace 142 millones de años. La bióloga de la Universidad del Sur de Dinamarca, Pernille Venø Troelsen, estudió las huellas, enfatizando en el patrón de las mismas y aplicando sus conocimientos en el comportamiento de organismos actuales a lo que se ve en dos series de huellas diferentes. Una parece pertenecer a un animal adulto que caminaba a una velocidad de 6.3 km/h y la otra, a lo que posiblemente fue un ejemplar juvenil de la misma especie, el cual viajaba a cerca de 9.7 km/h. Esto lleva a deducir que ninguno de los ejemplares estaba moviéndose de forma apresurada, restando validez a la posibilidad de que se trataba de una cacería. Aún así, Troelsen observa que el patrón de las huellas más pequeñas (es decir, las del joven), parece mantener un ritmo paralelo al de las grandes y en ocasiones, se cruzaban. Esto lleva a Troelsen a sugerir que pudo haberse tratado de una cría que caminaba junto a su madre o padre, sugiriendo un comportamiento social complejo. No obstante, siempre está la posibilidad de que ambas series de huellas hayan sido dejadas mucho tiempo una después de la otra, además de que el hallazgo de una tercera serie de huellas perteneciente a un ornitópodo que también se entrecruzaba ocasionalmente con las del par de terópodos, dificulta probar la proposición de Troelsen.

Nuevo neovenatórido de Australia
Ilustración de Julius Csotonyi

En años anteriores, Australia ha proveído hallazgos fascinantes y de gran importancia para nuestra comprensión sobre la distribución y diversificación de los terópodos en el mundo y especialmente, en el Hemisferio Sur. Este misterioso lugar hace 110 millones de años era el hogar de una gran variedad de dinosaurios terópodos, como espinosáuridos, ornithomimosaurios, maniraptores, pero quizá los que se situaban en la cima de la cadena alimenticia eran los neovenatóridos, como lo fue un nuevo espécimen descrito por el Dr. Phil Bell de la Universidad de Nueva Inglaterra a principios de septiembre de 2015, el cual se cree, pudo haber sido el terópodo más grande encontrado en el continente hasta la fecha, midiendo entre 6 y 7 metros de largo. Aún sin haber recibido un nombre formal, el nuevo terópodo estrechamente emparentado con el previamente hallado Astralovenator ha recibido el apodo de "Garra de Lightning" en alusión a Lightning Ridge, el lugar donde fueron descubiertos sus fósiles en 1990, los cuales consisten en una enorme garra de la mano y en huesos fragmentarios del brazo, de la cadera, del pie, de las costillas y de las patas traseras. Estudios futuros esperan arrojar más luz sobre este nuevo terópodo, así como la asignación de un nombre formal para el mismo.

El retorno del Sigilmassasaurio y sus implicaciones

Como es sabido, en 2014, el paleontólogo Nizar Ibrahim trajo a la luz pública una nueva reconstrucción del Espinosaurio basada en nuevo material recuperado, en lo que se conoce del holotipo, en características óseas apreciables en otros espinosáuridos y en material asignado a la especie. Parte de este material asignado incluye algunas de las vértebras del cuello, las cuales en un principio habían sido asignadas a una especie dudosa llamada Sigilmassasaurio brevicollis y posteriormente atribuidos al género Spinosaurus. A finales de octubre de 2015, sin embargo, el estudiante doctoral de la Universidad de Oxford, Serjoscha W. Evers, analizó algunos huesos recuperados de Marruecos, incluyendo los del ejemplar descrito por Ibrahim un año antes y llegó a la conclusión de que éstos muestran diferencias con respecto a los apreciados en el holotipo de Espinosaurio aegytiacus, lo que lleva a la posibilidad de que quizá no sean huesos de Espinosaurio después de todo. Al comparar los fósiles, Evers señaló diferencias morfológicas en algunas vértebras y huesos de las patas. Esto no sólo haría del Sigilmassasaurio una especie válida, sino que además, pone en cuestión parte de la reconstrucción del Espinosaurio propuesta por Ibrahim (especialmente, aquellas partes basadas en material asociado). Sin embargo, no la invalida del todo, especialmente teniendo en cuenta las proporciones similares que se aprecian tanto en el ejemplar de Ibrahim como en el segundo ejemplar descrito por Stromer en 1934. En adición, Evers también consideró otros huesos encontrados en Marruecos y en el proceso, encontró otras vértebras aisladas que no corresponden con el material actualmente asignado al Sigilmassasaurio, lo cual sugiere la presencia de al menos, dos espinosáuridos en la zona. No obstante, estudios más minuciosos son necesarios para determinar si estas vértebras son de Espinosaurio o de otra especie potencialmente desconocida hasta el momento.

Revelación del patrón del plumaje del Ornithomimus
Ilustración de Julius Csotonyi

Un nuevo ejemplar de Ornithomimus descrito por su propio descubridor, el estudiante de la Universidad de Alberte, Aaron van der Reest y otros paleontólogos a finales de octubre del pasado año ha revelado información valiosa que nos lleva a redefinir nuestra percepción de este terópodo. Anteriormente, ya se habían descubierto varios especímenes con evidencia de plumas, pero este nuevo ejemplar ofrece una detallada imagen de cómo estaba distribuido el plumaje en la especie, mostrando por primera vez una cola lo suficientemente preservada para apreciar el patrón de las plumas en esa parte del cuerpo. Tras observar detalladamente el fósil, los paleontólogos se percataron que las plumas estaban presentes en casi todo el cuerpo, pero no lo estaban en gran parte de las patas traseras, estando restringidas a la parte superior. En cambio, las patas traseras del Ornithomimus estaban mayormente cubiertas de escamas. Los expertos sugieren que esto era probablemente una adaptación desarrollada durante millones de años de evolución que permitía a los ornithomimosaurios ajustarse al clima cada vez más cálido que experimentaba su cambiante entorno, como probablemente también es el caso de las avestruces en la actualidad.

¿T-rex caníbal?
Foto de Matthew McLain

Pese a que desde hace ya algunos años se han estado descubriendo pruebas de canibalismo en tiranosaurios, el 2015 parece haber impuesto un récord en cuanto a la cantidad de éstas. Un hueso de tiranosaurio descubierto por un equipo dirigido por el paleontólogo Matthew McLain durante una expedición a Wyoming se suma al fósil de Daspletosaurio descrito par David Hone el pasado mes de abril. Esta vez se trata de un hueso de 66 millones de años de antigüedad, siendo probablemente de Tiranosaurio rex o bien, de Nanotyrannus lancensis de ser éste una especie válida, ya que éstos son los únicos tiranosáuridos conocidos de esa época. El hueso parece estar roto por ambos extremos y muestra múltiples y profundas marcas, sugiriendo que otro animal dañó el hueso mientras se alimentaba de la carne del espécimen una vez muerto éste. Una de las marcas muestra ranuras que sólo pueden ser atribuibles a los dentículos presentes en los dientes de los terópodos y dado que el único tipo de terópodo conocido que puede dejar marcas como las observadas en el fósil es un tiranosáurido, los paleontólogos consideran la posibilidad de que se trate de un caso de canibalismo. No sólo eso, sino que de confirmarse que el Nanotyrannus era un T-rex juvenil, este hallazgo haría que la línea teórica más probable sea la que sugiere que el famoso Tiranosaurio rex pudo haber sido un caníbal.

El gran raptor de Hell Creek
Ilustración de Emily Willoughby

Los dromaeosaurios son conocidos por ser una familia de terópodos carnívoros relativamente pequeños, sólo con algunas excepciones que parecen superar los tres metros de largo. A finales de octubre del año pasado, Robert A. DePalma publicó el descubrimiento de una de esas excepciones. Se trata del Dakotaraptor steini, una nueva especie de dromaeosáurido que según se estima, pudo haber alcanzado los 5.5 metros de largo, siendo sólo superado por el Utahraptor, de 7 metros. No obstante, el Dakotaraptor sólo se conoce por un esqueleto parcial consistente en una vértebra del lomo, diez de la cola, algunos huesos de los brazos y varios huesos de las patas traseras, incluyendo una de las garras en forma de hoz típicas del grupo. Originalmente, se reportó también la recuperación de una espoleta, pero más tarde, en diciembre, la paleontóloga Victoria M. Arbour y otros autores señalarían que ésta era en realidad un hueso de tortuga que posiblemente se había mezclado entre los huesos del espécimen. Una particularidad interesante del Dakotaraptor es el hecho de que fue encontrado en la Formación Hell Creek, datando de 66 millones de años de antigüedad. Esto ha llevado a que se considere la posibilidad de que este dromaeosaurio haya podido presentar competencia para depredadores más grandes de la zona, como el famoso Tiranosaurio rex. Sin dejar esto de ser una posibilidad razonable, también es necesaria la obtención e inspección de más material para determinar con mayor certeza el estilo de vida de esta nueva especie de dromaeosaurio y su relación con las otras criaturas de su ecosistema.

Referencias:
  1. http://news.nationalgeographic.com/news/2015/01/150106-utahraptor-death-trap-fossil/
  2. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/04/150409083201.htm
  3. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/04/150427124631.htm
  4. http://phenomena.nationalgeographic.com/2015/04/29/chinese-dinosaur-had-bat-like-wings-and-feathers/
  5. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/05/150511125312.htm
  6. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/05/150520151618.htm
  7. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/07/150716101509.htm
  8. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/08/150810145815.htm
  9. http://www.australiangeographic.com.au/blogs/austropalaeo/2015/09/new-dinosaur-is-australia%E2%80%99s-largest-carnivore
  10. https://qilong.wordpress.com/2015/10/20/pale-spinos-sigilmassasaurus/
  11. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/10/151028130854.htm
  12. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/10/151029134652.htm
  13. http://www.sci-news.com/paleontology/science-dakotaraptor-steini-new-dinosaur-south-dakota-03410.html