29 de diciembre de 2011

Dinoficha: Torvosaurio

Torvosaurio tanneri
Ilustración de Davide Bonadonna

Localización: Norteamérica y Europa
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Megalosáurido
Significado del nombre: “Lagarto Salvaje”
Tamaño: 9-12 metros de largo
Período: Jurásico
Dieta: Carnívoro

Características
El Torvosaurio fue uno de los dinosaurios carnívoros más grandes del período Jurásico. Tan sólo se han encontrado dos ejemplares de este poderoso depredador, pero uno de ellos, descubierto en Portugal, nos ha revelado que esta criatura llegaba a medir cerca de 12 metros del largo, 3 de alto y llegaba a pesar de 3 a 4 toneladas, siendo uno de los mayores terópodos de los que se tenga conocimiento. Como la mayoría de los dinosaurios carnívoros de gran tamaño, el Torvosaurio poseía brazos cortos, pero fuertes, además de garras afiladas en las patas delanteras, siendo más larga la del primer dígito, lo que lo asimila a sus posteriores relativos, los espinosáuridos. Estas patas delanteras eran armas formidables diseñadas para sujetar a su presa e incluso, para rasgar su carne. El cráneo de esta bestia tenía una longitud de 158 centímetros, presentaba una forma cuadriforme y a pesar de ser bastante profundo, era relativamente angosto. Además, como todo terópodo, contaba con la presencia de grandes orificios en su cráneo, lo que lo hacía más ligero y le permitía moverlo con agilidad. Como en cualquier megalosaurio, sus ojos estaban posicionados a ambos lados del cráneo de forma alterna, lo que sugiere que no contaba con visión binocular y que por lo tanto, su cerebro no percibía la profundidad como información visual, pero sí le permitía observar si una presa u otro carnívoro pasaba cerca de sus costados. Los maxilares de esta criatura medían más de 63 cm de largo, revelando que este gigantesco animal era poseedor de colosales mandíbulas, cuyos fósiles muestran que estaban equipadas con largos y filosos dientes curvos, en forma de cuchilla, ideales para desgarrar carne. Estos dientes eran sorprendentemente grandes, comparados con los de otros terópodos de tamaño similar.

Descubrimiento y Hallazgos
Los primeros fósiles de Torvosaurio fueron encontrados por los paleontólogos James A. Jensen y Kenneth Stadtman en 1972, en la cantera Dry Mesa, localizada en el oeste de Colorado, E.U. Los restos consistían en un húmero y en los huesos del antebrazo. No obstante, pasarían siete años para que su hallazgo fuera descrito. Finalmente, junto al paleontólogo Peter M. Galton, Jensen procedió a analizar los restos que Stadtman y él habían recuperado a principios de esa década. Durante la descripción, no sólo notaron que se trataba de un dinosaurio carnívoro de gran tamaño, sino también que pertenecían a un tipo de terópodo inusual en Norteamérica: los megalosáuridos, carnívoros comúnmente hallados en sedimentos de edad jurásica en Europa. Así, al culminar su estudio en 1979, Jensen y Galton nombraron al nuevo terópodo “Torvosaurio”, que significa “Lagarto salvaje”. Pero esto es sólo el principio de la historia. El espécimen de Jensen y Stadtman fue nuevamente analizado y descrito en 1991 por Brooks Britt, quien comparando material adicional con los restos previamente descritos, descubrió que pertenecían al mismo dinosaurio. Las nuevas piezas consistían en algunos huesos del cráneo (incluyendo maxilares de aproximadamente, 47 cm de largo) vértebras dorsales, huesos de la cadera y de las extremidades delanteras. Con la adición de este material, se estimó que el Torvosaurio pudo haber tenido un cráneo de 118 cm de largo y una longitud total de 9 metros. Sin embargo, la historia del Torvosaurio no termina aquí.

En el año 2000, los paleontólogos Octávio Mateus y Miguel T. Antunes publicaron el hallazgo de una tibia posiblemente de Torvosaurio en la Formación Lourinha de Portugal. Ese descubrimiento fue seguido por el de de un maxilar parcial recuperado por el joven Aart Walen en el verano de 2003, el cual era muy parecido al descrito por Britt doce años antes, excepto por una cosa. Este hueso mandibular medía unos 63 cm de largo, siendo así 16 centímetros más largo que el encontrado en Norteamérica, lo que indica que perteneció a un animal más grande. Tras estos hallazgos, Mateus, Antunes y Walen publicaron una nueva descripción en 2006, en la que establecen las características del reciente descubrimiento de los especímenes portugueses. Su descripción incluye además el hallazgo de vértebras caudales, huesos de las patas e incluso, más material craneal encontrado en la Formación Lourinha poco antes de su reporte, los cuales fueron atribuidos al género nombrado por Galton y Jensen en 1979. Esto llevó a los paleontólogos a una conclusión: El Torvosaurio no era endémico de Norteamérica, sino que también era común en Portugal. Sin embargo, lo más asombroso de los yacimientos europeos son las dimensiones de los fósiles encontrados. Mientras el ejemplar occidental pudo haber alcanzado unos 9 metros en vida, los especímenes portugueses pudieron haber medido hasta 11 metros o más, utilizando como modelo la estimación para el cráneo en 158 cm de largo, basado en el maxilar recopilado por Walen tres años antes de su publicación.

A pesar de que no se han encontrado fósiles de Torvosaurio en los yacimientos jurásicos del Sur de África, como las Camas del Tendaguru, es posible que este enorme carnívoro también asediara en esas zonas, pues el hallazgo de animales que compartían su entorno en las regiones del norte están igualmente presentes aquí, sugiriendo que estos territorios alguna vez estuvieron unidos.

¿El Mayor Terópodo del Jurásico?
Es posible que el Torvosaurio llegara a medir hasta 12 metros de largo, siendo uno de los mayores dinosaurios carnívoros y según algunos científicos, el mayor depredador de su época hasta ahora encontrado. Sin embargo, otros expertos opinan de diferente forma. Dado que sólo se conoce por varios especímenes incompletos, existe controversia sobre el tamaño exacto que pudo haber alcanzado el animal en vida y por ende, su récord como el terópodo más grande del Jurásico también es objeto de debate. Algunos piensan que este lugar lo pudo haber ocupado el Allosaurio maximus (hay quien piensa que éste pudo haber sido un género distinto al que se le ha llamado “Saurophaganax”), el cual pudo haber alcanzado las mismas proporciones establecidas para el Torvosaurio (12 metros de largo), por lo que el género Allosaurus aún mantiene su título como el depredador más voluminoso del período Jurásico. No obstante, con el descubrimiento de los especímenes de Torvosaurio encontrados en Portugal, dicho título está de igual forma, sujeto a discusión. De hecho, el Torvosaurio es hasta ahora el terópodo más grande encontrado en la formación portuguesa de Lourinha (hasta tiempos recientes, el Torvosaurio había sido el carnívoro más grande de toda Europa, pero el hallazgo de enormes fósiles de otro megalosáurido encontrados en Alemania pudieron haber pertenecido a un animal aún mayor), superando en tamaño incluso al Allosaurio europaeus, el cual, a diferencia de las especies occidentales, pudo haber representado una presa para el Torvosaurio, en lugar de una competencia potencial, lo que significa que el Torvosaurio estaba en la cima de la cadena alimenticia del Portugal jurásico.

Hábitat
El Torvosaurio vivió en lo que hoy es Norteamérica y la Península Ibérica desde hace unos 150 millones de años hasta hace 144 millones de años, a finales del Período Jurásico. En ese entonces, lo que hoy es el oeste de los Estados Unidos, el Sur de África y la península de Portugal, estaban unidos en una vasta extensión de tierra llamada Laurasia. Éste era uno de los dos gigantescos continentes que existían en el planeta durante la parte intermedia de la Era Mesozoica y era un mundo frondoso, predominante en bosques abundantes en coníferas, helechos y cicadáceas, además de amplias llanuras abiertas entre la espesura de los mismos. Además, lo que hoy conocemos como la Península Ibérica y el Sudeste de África estaban ubicados en la parte Sur de Laurasia, razón por la que eran afectados por un clima más cálido, lo que permitía el desarrollo de amplias sabanas y bosques ricos en vegetación resistente a temperaturas elevadas. A pesar del incremento en el desarrollo de los bosques, los espacios abiertos también se hacían más grandes, a medida que aumentaba la población de dinosaurios gigantes como los enormes saurópodos que derribaban una gran cantidad de árboles anualmente para conseguir alimento. Era en estas llanuras donde además de los saurópodos, también abundaban los estegosáuridos y los ornitópodos primitivos que buscaban refugio entre estos gigantes, por lo que estas amplias llanuras pudieron haber representado una importante fuente de alimento para el Torvosaurio. Del mismo modo, pudo haber conseguido comida en los extensos bosques, comunes en ese entonces, donde se ocultaban los pequeños coelurosaurios y otros terópodos como el Ceratosaurio, un depredador de siete metros de largo con dientes extra largos y un par cuernos sobre los ojos y uno aún mayor en la punta del hocico, además del enorme Allosaurio, el cual pudo haber competido con el Torvosaurio por el alimento e incluso, por territorio.

Comportamiento
El Torvosaurio en sí es un animal enigmático, ya que el material fósil recopilado es escaso, razón por la que su comportamiento es tan desconocido como el dinosaurio mismo. Sin embargo, comparando el comportamiento inferido para otros megalosaurios y utilizando la especulación para aplicarlo al papel de depredador ápice, los paleontólogos teorizan que el Torvosaurio pudo haber sido una criatura poco social. Rara vez se pinta a los megalosáuridos interactuando juntos para derribar a una presa y eso se debe a que se cazaban criaturas más pequeñas que las que preferían cazar los allosáuridos y otros depredadores de gran tamaño. Para cazar ese tipo de presas, no sería necesario que estos animales contaran con refuerzos si tenían las herramientas apropiadas. Por esta razón, se cree que el Torvosaurio fue un animal territorial que daba caza a los estegosáuridos, ornitópodos y probablemente a los miembros más jóvenes de las manadas de saurópodos que lo rodeaban. De igual forma, quizá haya depredado incluso en otros terópodos más pequeños, como el Ceratosaurio y el Stokensosaurio. Esta agresiva conducta también lo llevaría a enfrentar a los demás dinosaurios carnívoros de gran tamaño que compartían su entorno, como el Allosaurio y el Edmarka (otro megalosáurido del cual algunos piensan, pudo haberse tratado del mismo Torvosaurio). Debido a la falta de material fósil, se desconoce si el Torvosaurio cuidaba de sus crías. Sin embargo, algunos especulan que al menos, la hembra Torvosaurio se encargaba de la crianza de las crías durante varias semanas o incluso meses. De otra forma, sería casi imposible que alguna llegara a la adultez.

22 de diciembre de 2011

Dinoficha: Dilophosaurio

¡Saludos, lectores!

Sé que van casi dos meses desde mi última entrada, así que les pido disculpas por tener el blog tan desatendido. Pero les traigo noticias: ahora que estoy de vacaciones, tengo pensado traerles varias novedades en esta época navideña, comenzando con esta nueva dinoficha sobre uno de los terópodos más fascinantes y controversiales conocidos por la ciencia, el Dilophosaurio.


Dilophosaurio

Localización: Norteamérica y (Posiblemente) Asia
Clasificación: Saurischia
Orden: Terópodo
Familia: Dilophosáurido
Significado del nombre: “Lagarto con dos Crestas”
Tamaño: 6 metros de largo
Período: Jurásico
Dieta: Carnívoro

Características
Con una longitud de 6 metros, una altura de 2.5 metros y un peso de casi media tonelada, el Dilophosaurio fue uno de los mayores dinosaurios carnívoros durante el principio del período Jurásico y uno de los primeros grandes terópodos que la Tierra haya conocido. Su nombre significa “Lagarto de dos crestas”, haciendo referencia a su característica más impresionante, las dos crestas semicirculares que se encuentran en la parte superior de su cabeza, las cuales se extienden desde la parte posterior del cráneo hasta el comienzo de las fosas nasales. Además de por sus crestas, el Dilophosaurio se caracteriza por tener una boca con una estructura estrecha y poco profunda, lo que la hacía débil. Esta estructura posee una apertura llamada “diastema”, la cual estaba ubicada en la parte delantera de la boca y era producto de una débil unión entre los huesos maxilares y premaxilares del cráneo. Otra característica sobresaliente de este terópodo primitivo es que posee dientes largos pero con una base pequeña y de amplitud basal. Como muchos terópodos basales, el Dilophosaurio cuenta con la presencia de cuatro dedos en sus patas delanteras, de los cuales, el cuarto estaba empezando a reducirse, dando lugar a la clásica característica tridáctila vista en la mayoría de los terópodos posteriores. Cada uno de estos dedos estaba provisto de fuertes garras perfectamente diseñadas para desgarrar carne y manipular comida, por lo que los científicos coinciden en que este carnívoro utilizara, más que su boca, sus patas delanteras a la hora de cazar. Este carnívoro poseía patas traseras largas y fuertes que medían cerca de 1.65 metros y culminaban en dedos de hasta 25 cm. Estas extremidades anteriores le daban al Dilophosaurio la capacidad de alcanzar grandes velocidades de 41 km/h y cada una de sus zancadas se extendían hasta 2.13 metros. En la película “Jurassic Park” el Dilophosaurio se demuestra con una versión muy peculiar. Se demuestra con un tamaño mucho menor al del animal real, además de poseer una membrana en su cuello, similar a la del lagarto Clamidosaurio y la capacidad de escupir veneno sobre sus presas. No obstante, no existe ninguna evidencia de que este terópodo haya contado con estas características pero eso no significa que deje de ser un animal sorprendente.

Descubrimiento y Hallazgos
Durante el verano de 1942, los paleontólogos Samuel P. Welles y Jesse Williams desenterraron los primeros fósiles de Dilophosaurio jamás encontrados en el estado de Arizona, Estados Unidos. Desafortunadamente, los restos no estaban lo suficientemente completos como para confirmar que se trataba de una especie nunca antes vista hasta aquel entonces. Por esa razón, se pensó que los fósiles pertenecían a un terópodo encontrado en Inglaterra, el cual fue el primer dinosaurio en descubrirse, el Megalosaurio. 22 años más tarde, en 1964 se encontró el primer cráneo de Dilophosaurio y se comprobó que los restos del supuesto Megalosaurio anteriormente encontrado pertenecían a un terópodo completamente diferente. No fue hasta 1970 que Welles describió al animal y le dio el nombre de Dilophosaurio, que significa: “Lagarto de Dos Crestas”, refiriéndose al par de crestas óseas que se extienden sobre el cráneo. Con esta nueva descripción, Welles convirtió al “Megalosaurio wetherilli” que había descrito en 1954 en “Dilophosaurio wetherilli”. Desde entonces, aproximadamente media docena de esqueletos de Dilophosaurio ha sido descubierta en las cercanías de los fósiles que descubrieron Welles y Williams, incluyendo una nueva especie, la cual fue llamada “Dilophosaurio breedorum”. En agosto de 1987, un hallazgo hecho en China despertó el interés de la paleontología cuando se descubrieron los restos de lo que entonces se consideró como una posible especie de Dilophosaurio. No obstante, en 2013, un estudio realizado por el Dr. Philip J. Currie y algunos colegas revelaría que este espécimen pertenecía en realidad a la especie Sinosaurus triassicus.

Cresta Doble
La característica más sobresaliente del Dilophosaurio es el par de crestas semicirculares que se extienden sobre su cabeza. Las crestas son óseas pero muy finas y frágiles, y están paralelas una de la otra, formando un surco entre las mismas a lo largo de la parte superior del cráneo. Éstas estaban formadas con los huesos premaxilar, nasal y lacrimal. La forma y la casi completa conservación de las mismas data de que alguna vez estuvieron cubiertas de una fina capa de piel y hasta compuestas por vasos sanguíneos. Los paleontólogos coinciden en que el Dilophosaurio empleaba esta cresta doble como un medio de comunicación. Es posible que cuando el animal estaba vivo, las crestas hubiesen adoptado una coloración brillante y llamativa. Éstas pudieron haberle servido al Dilophosaurio como un método de señales para atraer parejas y alertar rivales. Es muy probable que en los machos, las crestas presentaran un tamaño mayor y una coloración más brillante que en las hembras, de la misma manera que ocurre con muchos animales de la actualidad. Algunos científicos sugieren la posibilidad de que en el caso de los machos, éstas cambiaran de color al momento de seducir a una hembra. De igual manera, se piensa que las hembras también las utilizaban al menos como reclamo para así alertar a sus rivales. Cualquiera que haya sido su función, no cabe duda de que la cresta doble del Dilophosaurio fue una de las más sorprendentes maravillas de la naturaleza.

Hábitat
El Dilophosaurio vivió desde hace 200 a 190 millones de años en lo que en la actualidad es el Sur de Estados Unidos. En ese tiempo, la Tierra estaba constituida por un gigantesco continente al que los científicos llaman Pangea, el cual estaba separándose en dos masas de tierra llamadas Laurasia y Gondwana. Norteamérica y Asia estaban unidos, formando parte de lo que estaba empezando a ser Laurasia. En aquel entonces, esta enorme masa terrestre estaba constituida por grandes selvas tropicales abundantes en helechos y cicadáceas. Era un mundo frondoso que disfrutaba de clima un clima cálido y de una amplia variedad de ríos, lagos y otros cuerpos de agua dulce. No obstante, la presencia de rocas sedimentarias ricas en fragmentos de arena data la existencia de dunas de arena en las cercanías de estas selvas, lo que significa que habían lugares arenosos y poco exuberantes, posiblemente, debido al continuo cambio climático producido por el proceso de movilización de los continentes. Los paleontólogos piensan que el Dilophosaurio permanecía cerca de los cuerpos de agua, alimentándose de criaturas pequeñas, crías de otros dinosaurios y posiblemente, de carroña.

Comportamiento
Gracias a sus crestas, el Dilophosaurio es uno de los dinosaurios cuyo comportamiento es frecuentemente estudiado. Se piensa que este par de crestas era utilizado como señales de cortejo o de intimidación. Según los paleontólogos, los machos usaban esta cresta doble como lo hacen algunos animales actuales, exhibiéndolas para atraer a las hembras en tiempos de reproducción o para intimidar a machos rivales en esos momentos. También se cree que pudo haber servido para ahuyentar a otros dinosaurios carnívoros a la hora de competir por el alimento. Por otra parte, los estudios del cráneo de este animal revelan que su estructura mandibular era relativamente débil. Ésta poseía un “diastema” que dividía la fila de dientes ubicada en el premaxilar de la que se ubicaba en el maxilar. Esta característica era útil para capturar animales pequeños, pero demasiado frágil para abatir presas de gran tamaño. Debido a esto, los paleontólogos sugieren que el Dilophosaurio se limitaba a cazar presas pequeñas y débiles. Además, es posible que se haya alimentado de carroña. Otro aspecto interesante es que el Dilophosaurio practicaba la cacería en grupo. Esto se sabe gracias al hallazgo de tres esqueletos encontrados uno al lado de otro que datan de que los animales murieron en el mismo lugar, al mismo tiempo. Además, un descubrimiento consistente en huellas de Dilophosaurio ha revelado que varios individuos andaban juntos y se movían en la misma dirección. Estos hallazgos demuestran que el Dilophosaurio vivía y posiblemente, cazaba en pequeños grupos. Muchos paleontólogos piensan que de esta forma, el Dilophosaurio empleaba técnicas para acorralar presas pequeñas o bien, lo suficientemente grandes como para abastecer al grupo. Posiblemente, perseguía presas débiles y las acorralaba antes de usar sus afiladas garras para darle muerte y así disfrutar de un botín en equipo. Del mismo modo, se cree que pudo haberse concentrado en grandes grupos de presas pequeñas que produjeran suficiente alimento para un grupo de Dilophosaurios o que se las ingeniara para atacar a las crías de otros dinosaurios, mientras uno o más de los miembros del grupo distraían a los adultos.

6 de octubre de 2011

Metabolismo del T-rex: No hecho para un Carroñero Exclusivo

Pues como saben, un día como hoy, 6 de octubre, en el año 1905, el Tiranosaurio rex fue redescrito por Henry Fairfield Osborn, convirtiéndose desde entonces en el dinosaurio más famoso de todos. Y como sabrán, suelo dedicar este día a homenajear a esta celebridad cretácica. Por tal razón, hoy hablaré sobre el metabolismo de este terópodo y cómo éste estaba adaptado para un estilo de vida activo. Pero antes, un deseo para ustedes…




Muy bien, ahora hablemos sobre el metabolismo del T-rex.

Hoy en día, se sabe que los terópodos están más estrechamente relacionados con las aves que con los reptiles actuales, por lo que algunos estudios basados en la morfología terópoda, concluyen que éstos poseían un ritmo metabólico similar al de las aves. Dicho esto, muchos expertos afirman que para que el Tiranosaurio pudiera ser un carroñero, su olfato debía ser lo suficientemente agudo como para detectar carroña a una larga distancia, debió haber contado con un metabolismo de reptil, el cual permite que los reptiles de la actualidad necesiten mucho menos alimento que otros animales, debía pasar quizás de 8 a 12 horas al día caminando en busca de comida y por lo tanto, necesitaría unas patas traseras lo suficientemente desarrolladas como para recorrer largas distancias.

Está claro que el con su olfato, el T-rex podía oler un posible alimento hasta a tres millas de distancia. Los buitres de hoy utilizan este mismo sentido para detectar carroña. Para las los buitres, no es problema llegar a la fuente del olor en poco tiempo ya que sus alas le proveen velocidad mientras vuela. Como todas las aves, los buitres deben consumir una gran cantidad de alimento. Sin embargo, el Tiranosaurio no era un ave a pesar de estar relacionado con ellas y, además, no tenía alas para volar, por lo que si, como afirman algunos científicos, el T-rex fue un animal lento, necesitaría mucho tiempo para llegar hasta la ubicación de su comida y un metabolismo igualmente (o más) lento que le permitiera mantener su rumbo y suficiente energía a la velocidad a la que caminaba. Tal vez, con un metabolismo de reptil, el T-rex pudo haber tenido la oportunidad de esperar a detectar y llegar a su posible alimento a un paso lento. Unas patas largas implican músculos lo suficientemente fuertes para permitirle a la criatura caminar largos trayectos, pero para eso, los músculos necesitan recibir mucha energía y esto implica consumir una buena cantidad de comida cada cierto tiempo. El metabolismo de tipo “reptiliano” es ahorrador. Éste permite una sorprendente actividad física, pero sólo durante periodos muy cortos, por lo cual, los reptiles terrestres actuales se pasan la mayor parte del día estáticos. No pueden hacer otra cosa, excepto esperar a que se les acerque una presa. En cambio, los mamíferos y las aves sí pueden gastar bastante energía al ir en busca de comida o realizar otras actividades, pero para eso, necesitan reponerla constantemente.





Ilustración de Julius Csotonyi

Para un Tiranosaurio con un metabolismo tan lento y ahorrador, caminar entre ocho y doce horas diarias sería básicamente, imposible. Es decir, moriría de hambre al no tener suficiente energía para hacer todo ese recorrido, ya que la carne en descomposición comienza a perder valor nutricional en un período de tiempo relativamente corto, pues si bien, al alimentarse de una carcasa, el dinosaurio puede sentirse lleno, ésta no estaría proveyendo suficientes nutrientes y proteínas para que el mismo pueda obtener la energía necesaria. Por lo tanto, los músculos de sus patas, no estarían recibiendo suficiente energía como para permitirle caminar largos trayectos durante tantas horas. En otras palabras, para caminar todas esas horas, teniendo en cuenta el ritmo al que lo permitieran su patas con semejante metabolismo, el T-rex debía quemar tanta o más energía que un ave o un mamífero, pero reponiendo sólo una porsión de esa energía a un ritmo lento como el de un reptil.

En cambio, un animal con un metabolismo más rápido, podía enviar suficiente energía al cuerpo, pero para eso, el T-rex debía conseguir alimento de cada cierto período. Está claro que las patas traseras largas y musculosas del T-rex son ideales para recorrer largas distancias, pero un metabolismo reptiliano no le permitiría andar horas enteras buscando comida, por lo que el Tiranosaurio debía contar con una adaptación que le permitiera acceder y llegar a una fuente de alimento a pesar de que ésta se encontrara a una distancia considerable. Esto implicaría una locomoción rápida. Para esto, los músculos de sus patas tuvieron que ser lo suficientemente fuertes para ayudarlo a correr y por eso, debían recibir mucha más energía de la que gastaba al diario, pero con un metabolismo rápido que ayude al dinosaurio a realizar una constante actividad física, no parecía algo difícil. La longitud, la fuerza de los huesos y de la musculatura de las patas, entonces realmente le ayudaban a alcanzar grandes velocidades durante un corto período de tiempo, además de recorrer largos trayectos a paso lento. Pero como todo depredador, lo más probable es que el T-rex se alimentara de lo primero que encontrara para llevar energía su macizo cuerpo. En otras palabras, cuando las presas eran abundantes, este enorme terópodo se lanzaba a la caza, pero cuando el alimento era escaso, la necrofagia era la mejor opción.


Ilustración de Raúl Martín

Fuentes de información:
*http://www.wired.com/wiredscience/2011/01/tyrannosaurus-rex-scavenger/

*http://paleofreak.blogalia.com/historias/6485

Bueno, hasta la próxima.

27 de septiembre de 2011

¡Mundo Terópodo Celebra dos Años de Haber Roto el Cascarón!


Así es, estimados lectores. Hoy “Mundo Terópodo” está celebrando su segundo año de fundación, habiendo sido inaugurado el 27 de septiembre de 2009. Como parte de la festividad, he decidido cambiar nuestro logo para dar un nuevo toque al blog en su 2do Aniversario, gestión que, lamentablemente, no pude ejecutar en el primer año por cuestiones de agenda. No obstante, lo importante es que hoy ya cumplimos dos años explorando y dando a conocer el mundo que habitaron los seres más extravagantes, extraordinarios y temibles de todos los tiempos.



Gracias por sus seguidas visitas y por el interés que prestan al contenido de éste, su blog, lo que nos motiva a continuar publicando y proveyendo información sobre estas impresionantes criaturas que habitaron nuestro planeta en un tiempo en que no era otra cosa que un “Mundo Terópodo”.