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31 de mayo de 2012

Espinosáuridos: Arrolladores de Barreras

Hasta tiempos recientes, muchos pensábamos que los bizarros espinosáuridos estaban limitados a los territorios de edad cretácica que en la actualidad componen Europa, el Norte de África, el Noreste de Sudamérica y el Sur de Asia. Sin embargo, nuevos descubrimientos nos indican que estos enigmáticos terópodos gozaron de una expansión territorial y temporal más amplia de lo que habíamos imaginado. A pesar de que los fósiles de estos dinosaurios son difíciles de hallar, éstos han comenzado a surgir de territorios donde nunca antes se hubiese intuido que se encontrarían. Así lo demuestra una pequeña vértebra encontrada en mayo de 2011, la cual es muy similar a una de las vértebras cervicales del Baryonyx. Este fósil data de 125 millones de años (Principios del Cretáceo) y, según estudios llevados a cabo poco tiempo después de desenterrarlo, pertenece a un ejemplar joven de 2.5 o 3 metros de largo, aproximadamente, lo cual lo convierte en un hallazgo poco común. Pero lo más extraordinario es el lugar donde fue recuperado el hueso. Se trata de la Formación Eumeralla, en Victoria, Australia, lo que no sólo lo convierte en el primer espinosaurio descubierto en terreno australiano, sino que también indica que el grupo tuvo acceso a este continente (entonces comprendido por Australia y Antártida) cuando aún colindaba con la zona de Eurasia. Esto significa que las probabilidades de encontrar otros ejemplares de espinosáuridos en Australia son cada vez mayores.
El espinosáurido australiano (joven): Ilustración de Hyrotrioskjan de Deviantart

 No obstante, un hallazgo reciente muestra ser aún más intrigante. El origen de esta familia de dinosaurios terópodos ha sido un gran misterio desde que Ernst Stromer reveló los primeros fósiles de Espinosaurio al mundo. Sin embargo, el pasado mes de abril se realizó un estudio exhaustivo de un diente encontrado a principios del Siglo XX. El diente había sido atribuido a la especie Labrosaurio stechowi, posteriormente catalogada como una especie dudosa. El nuevo estudio, llevado a cabo por Eric Buffetaut, demostró que el fósil era muy parecido a los dientes del Baryonyx, por lo que éste pertenecía en realidad, a una especie de espinosaurio, mas no era uno común. El diente fue encontrado en la Formación Tendaguru de Tanzania, Sudáfrica, la cual data de finales del período Jurásico. Esto convierte al espinosaurio de Buffetaut, al cual nombró Ostafrikasaurio crassiserratus, no sólo en el primero encontrado en África del Sur, sino también en el miembro más antiguo de la familia de los espinosáuridos conocido hasta ahora. Siendo así, el Ostafrikasaurio podría arrojar nueva luz sobre los orígenes de estos enigmáticos dinosaurios. De hecho, el diente recopilado indica que los miembros primitivos de este grupo presentan dentículos más grandes en las carenas, lo que lo diferencia de los miembros posteriores de la familia, los cuales muestran dentículos más pequeños, lo que los adaptaba más a una dieta no exclusivamente carnívora, como probablemente lo fue la de los megalosaurios. Algunos piensan que, si el diente corresponde al lugar asignado (basándose en el Baryonyx), el Ostafrikasaurio pudo haber medido de 7 a 8.2 metros de largo.
Ostafrikasaurio: Ilustración de Hyrotrioskjan de Deviantart

 De modo que, los espinosaurios son un grupo más próspero y antiguo de lo que habíamos imaginado. Cada hallazgo nos lleva a formular nuevas ideas y teorías sobre cómo vivieron, se desarrollaron y se expandieron por el mundo estos animales.

27 de marzo de 2011

Teropodoinforme de la 2da Mitad de Marzo

Mis más cordiales saludos y sinceras disculpas a todos los lectores de "Mundo Terópodo" por este período en que no he podido atender el blog. Por cuestiones de agenda, se me ha dificultado el mantenimiento del blog desde principios de mes, pero no por ello he de pasar por alto los últimos sucesos paleontológicos que han despertado el interés de los amantes de los dinosaurios y de los terópodos en particular. De modo que en esta ocasión, incluyo las noticias más prominentes de las últimas semanas en cuanto a terópodos se refiere.


Oxalaia: El nuevo gran carnívoro de Brasil

El pasado 16 de marzo, un equipo de paleontólogos presentó los fósiles de un nuevo espinosaurio que pudo haber alcanzado de 12 a 14 metros en vida y haber pesado de cinco a siete toneladas, tratándose del mayor terópodo encontrado en el país. El ejemplar recibió el nombre de "Oxalaia Quilombensis", en homenaje a Oxala, la divinidad masculina más respetada de una religión africana implantada en Brasil durante el período de esclavitud y su binomial se debe a los quilombos, los refugios de los esclavos brasileños y sus descendientes en la isla de Cajual, donde el nuevo terópodo fue encontrado. Los únicos fósiles encontrados de la criatura consisten en fragmentos del cráneo y la mandíbula y datan de más de 95 millones de años, remontándose a mediados del Cretáceo, de acuerdo a la paleontóloga Elaine Machado, quien anunció el descubrimiento en una conferencia de prensa en la Academia de ciencias de Río de Janeiro.

Como todo espinosáurido, el Oxalaia poseía un cráneo alargado y una gran mandíbula con capacidad para sustituir dientes desgastados o quebrados rápidamente debido a su comportamiento carnívoro. Otra característica de sumo interés es que este animal parece estar más relacionado con su pariente africano, en Espinosaurio, que con sus parientes más próximos en términos geográficos, aunque el conocimiento que se tiene de estos dinosaurios brasileños es casi nulo, por lo que aún no se puede averiguar con certeza si estaba más emparentado con uno que con el otro. De hecho, el descubrimiento del Oxalaia podría proporcionar nuevas teorías sobre la validez o invalidez de algunas especies ya descubiertas, como ha ocurrido en la última década con muchos tipos de animales prehistóricos.

Sin embargo, esta no es la única sorpresa que nos ofrece Sudamérica esta semana.


Reconstrucción del Oxalaia


Restos fosilizados del cráneo del Oxalaia

Los Deinonycosaurios Primitivos Continúan Impresionando Desde el Sur

Tan sólo dos días después de la publicación del Oxalaia, se describió un dinosaurio descubierto en Neuquén, Argentina en 2006, por Diego Rosales. Se trata de un terópodo no muy común en el hemisferio sur: un deinocnycosaurio. Este nuevo ejemplar fue nombrado por Juan D. Porfiri, Jorge O. Calvo y Doménica Santos como “Pamparaptor micros”, quienes afirman que en vida, el animal pudo llegar a medir unos 50 o 70 cm de largo y se caracterizaba por una bizarra morfología dactilar en las patas traseras. Sin embargo, existen dudas respecto al tipo de deinonycosaurio al que pertenecía el Pamparaptor, ya que algunas características parecen ser cercanas a los troodóntidos, mientras que otras parecen ubicarlo en un grupo primitivo de dromeosáuridos, tal vez, el grupo que dio origen a los unenlagios, hasta ahora los únicos deinonycosaurios conocidos en el hemisferio sur. Por ahora, las pruebas parecen apuntar a que el Pamparaptor fue un deinonycosaurio basal, fortaleciendo la teoría de que este grupo haya tenido sus orígenes en el sur (específicamente, en África), como se vio en la entrada anterior.

El Acrocanthosaurio es Admitido en la Familia del Carcharodontosaurio

Desde mediados de los años 50, cuando fue descubierto, se pensó que el Acrocanthosaurio estaba directamente emparentado con el Allosaurio, siendo visto como una versión más grande y robusta de éste, con un cráneo más alargado y con una sorprendente elevación dorsal. No fue hasta finales de los 90s, tras el descubrimiento de los primeros carcharodontosáuridos, en el hemisferio sur, los cuales estaban visiblemente relacionados con Allosaurus y sus más cercanos familiares, que se comenzó a desintegrar esa visión. Desde entonces, se inició una duradera polémica sobre la ubicación taxonómica del Acrocanthosaurio.

En 2000, los paleontólogos Ken Carpenter y Philip Currie describieron un cráneo casi intacto de un Acrocanthosaurio hallado en Oklahoma, el cual estaba parcialmente enclaustrado en las rocas cuando fue inicialmente estudiado. Ahora que el ejemplar ha sido completamente preparado, Eddy y Clarke decidieron hacer otra observación del cráneo. Comparándolo con los de otros allosauroides y otros terópodos no relacionados a éstos, esperaban encontrar la familia a la que pertenecía este dinosaurio o encontrar especies similares en los registros fósiles. El reporte final de Eddy y Clarke proporcionó una guía detallada sobre el cráneo del Acrocantosaurio, y los científicos fueron capaces de sacar algunas conclusiones de su amplio estudio. Eddy y Clarke confirmaron que el Acrocanthosaurio fue un carcharodontosáurido primitivo, estando particularmente relacionado con el Eocarcharia, encontrado en Níger, y a su vez, ubicado en lo que podría considerarse como el grupo de transición entre la familia Allosauridae y la Carcharodontosauridae. Esto significa que el Allosaurio y el Acrocanthosaurio pertenecían a linajes separados del grupo Allosauroidea.

De acuerdo a Eddy y Clarke, el Allosaurio y el Acrocanthosaurio compartieron un ancestro común en algún punto del tiempo, lo que nos puede decir algo acerca de cómo los dinosaurios se movían de una parte del mundo a otra. Eddy y Clarke plantean que alrededor de 143 a 134 millones de años, los dinosaurios podrían haber pasado de la Europa prehistórica a América del Norte a través de las conexiones de tierra, incluyendo Groenlandia y varias cadenas de islas. Desde la identificación del Neovenator en el nuevo estudio, como un carcarodontosáurido primitivo que vivió en Europa justo después de este período de tiempo, los científicos han propuesto que los carcharodontosáuridos podrían haberse esparcido fuera de Europa, hacia África, Asia, América del Sur y América del Norte a través de las diversas vías abiertas en esa época. Los miembros dispersados se habrían adaptado de manera diferente en cada continente, con el Acrocanthosaurio siendo el único en América del Norte, hasta ahora.

Pero la realidad es que sólo estamos empezando a comprender el origen y evolución de este grupo de dinosaurios. Durante mucho tiempo, el Allosaurio y el Acrocanthosaurio parecían excéntricos de Norte América, a diferencia de los dinosaurios carnívoros de otros lugares, pero los nuevos descubrimientos están permitiendo a los científicos reconstruir poco a poco sus relaciones e historia común. Probablemente, aún hay muchos allosauroides esperando por ser descubiertos, y el descubrimiento de estos dinosaurios aún desconocidos permitirá a los paleontólogos profundizar en la historia de algunos de los mayores depredadores que jamás vivieron.


Ubicación taxonómica del Acrocanthosaurio según el estudio de Eddy y Clarke.


¡…Qué Dientes tan Variados Tienes!

Usualmente, se piensa que sólo los mamíferos están caracterizados por poseer una amplia variedad morfo-dental en sus mandíbulas, pero eso no es del todo cierto. Son varias las especies de dinosaurios que se han encontrado con formas diversas en sus dientes. Ahora, un reporte escrito por Miriam Reichel en el Canadian Journal of Earth Sciences (Diario Canadiense de Ciencias Terrestres) el año pasado, en el que revela que el poderoso Tiranosaurio rex y el Albertosaurio poseían dientes diferenciados. El reporte de Reichel consiste en un estudio que realizó para saber cómo cmían los tiranosáuridos. Éste confirmó que, aunque los dientes de Albertosaurio y el Tiranosaurio parecen ser del mismo tipo, estos dinosaurios tenían en realidad, tres clases diferentes de dientes. Los dientes en la parte delantera de la mandíbula superior son pequeños y están situados uno muy cerca del otro, los de la parte central de la mandíbula son excepcionalmente largos y curvados y los de la parte posterior de la mandíbula son más pequeños y ligeramente recurvados. Lo que Reichel quería saber era cómo estos dientes variados funcionaron, y así creó modelos computarizados en 3-D de los dientes del Albertosaurio y del Tiranosaurio para probar cómo funcionaban hasta llegar al punto del estrés y las tensiones creadas al morder.

Como es de esperarse de un gran depredador, los dientes de ambos tiranosáuridos se adaptan a diferentes funciones. El estudio de Reichel determinó que os dientes frontales, pequeños y robustos de los tiranosaurios fueron utilizados, probablemente, para arrancar grandes pedazos de carne, los dientes mucho más grandes en el centro de la mandíbula estaban perfectamente diseñados para sujetar una presa inquieta y desesperada por escapar de las fauces del animal, y los dientes en la parte posterior de la mandíbula están idealmente posicionados para transmitir la fuerza necesaria para triturar o quebrar huesos.

En el caso del Albertosaurio, era sencillo observar un set compatible de dientes desde el frente hacia atrás, a lo largo de las mandíbulas superiores e inferiores, cuyas funciones parecían ser concurrentes, pero en el Tiranosaurio, los patrones de los dientes superiores e inferiores difieren. Concretamente, los dientes en la parte delantera de la mandíbula inferior del Tiranosaurio no estaban en la posición indicada para arrancar trozos de carne, pero sí en el lugar adecuado para soportar las fuerzas asociadas a la captura de presas. Reichel sugiere que esto se debe a que el Tiranosaurio tenía una adaptación mandibular en la que los dientes de la parte delantera de la mandíbula inferior fueron los más cercanos a los dientes grandes de la media mandíbula superior, excelente para la captura de presas, lo que significa que pudieron cambiar su función para dotar al T-rex de la más sofisticada arma de sujeción de la naturaleza, compensando su alteración en la posición en la mandíbula.

Seguramente, los paleontólogos continuarán buscando maneras de recrear las mordidas de los tiranosaurios. Como es sabido, aún no tenemos conocimiento 100% cierto sobre las mordidas de estos dinosaurios, pero una cosa es segura: cuanto más descubrimos acerca de ellos, de sus mandíbulas y de sus estrategias alimentarias, más aterradores parecen haber sido en vida.

Mandíbula de T-rex mostrando el detalle dental.

19 de febrero de 2011

Deinonycosaurios ¿Originados en África?

Muy buenas, apreciados lectores.

Hoy les traigo la noticia de San Valentín, en la que un equipo de paleontólogos de Alemania y de Níger, África reportaron el descubrimiento de los registros más antiguos conocidos de um miembro de la superfamilia minirraptora, huellas didactilas de un terópodo en el norte de África, las cuales datan de entre 176 y 161 millones de años, tratándose no sólo del primer posible deinonycosaurio hallado en África, sino también, del más antiguo hasta la fecha (de llegar a probarse que se trata de un miembro de este grupo). El responsable de las huellas recibió el nombre de "Paravipus didactyloides", siéndole asignado por Alexander Mudroch, Ute Richter y algunos de sus colegas. El descubrimiento fue publicado el pasado 14 de febrero de 2011 en la web de la Biblioteca Pública de las Ciencias.
"En general, las características de las huellas del Paravipus implican un miembro desconocido en Gondwana, del clado paraviano de la Deinonychosauria como el posible responsable de las huellas, pero aún no hay registro de un deinonycosaurio de tamaño medio de la fase media del Jurásico en ninguno de los continentes del sur. Las huellas del Paravipus ofrecen evidencia de que el segundo dígito (dedo) fue modificado en el responsable de las huellas (y no es el resultado de una patología o lesión), pudiendo levantar el peso de su cuerpo con sólo la parte posterior del 2do dígito durante la locomoción. Esta es una característica única en huellas enontradas en el Oriente durante el Jurásico superior. La modificación del 2do dígitos, con una hiperextensión conjunta, parece haber evolucionado en la filogenia de los manirraptores paravianos mucho más temprano lo que se pensaba." Indican los descubridores.

Se encontró un total de 120 huellas con características didáctilas, de 27.5 cm de largo y 23.1 de ancho, y fueron atribuidas a 5 individuos de la misma especie.

La fuente: http://blogs.smithsonianmag.com/dinosaur/2011/02/walking-with-raptors/

10 de noviembre de 2009

Neovenatóridos: La Nueva Familia de Terópodos

Damas y caballeros, será para mí un honor anunciarles el evento paleontológico tal vez, más significativo del año, la adición de esta nueva familia de terópodos: los neovenatóridos. Este nuevo grupo fue nombrado por los paleontólogos Roger B. J. Benson, Matt T. Cerrano y Stephen L. Brusatte y pertenece a la superfamilia “Carcharodontosauria”, la cual a su vez forma parte del gran conjunto de los allosauroides. El clado “Neovenatoridae” (neovenatórido) contiene también al grupo “Megarraptora”, el cual contiene cinco géneros de dinosaurios. La familia de los neovenatóridos por ahora incluye a las siguientes especies: Neovenator salerii, Chilantaisaurio tashuikouensis y sibiricus, Australovenator wintonensis, Fukuiraptor kitadaniensis, Orkoraptor burkei, Aerosteon riocoloradensis y Megaraptor namunhuaiquii. Muchos de los anteriores tenían una clasificación dudosa o bien, no estaban completamente clasificados, pero con la adición de este nuevo grupo, ahora conocemos varios rasgos de esos allosauroides que nos dan a conocer que pertenecían a una familia con características particulares. Los neovenatóridos habitaron diversas partes de la Tierra desde principios del período Cretáceo, hace 128 millones de años A.C, hasta las etapas finales del mismo, hace 70 millones de años A.C.