4 de junio de 2016

Adiós a Mundo Terópodo. Hola al Rincón de un Dinofriki

Pues hoy, les anunciamos con no tanto gusto que Mundo Terópodo finalmente cierra sus puertas. Esperamos que el contenido del blog haya sido de su agrado y encarecidamente, les damos las gracias por haber seguido el blog mientras estuvo activo. Sin embargo, para los interesados, les comunicamos que aunque no se publicará nuevo material en el blog, éste seguirá abierto para todo aquel que desee buscar información que pueda resultarle útil o comentar y compartir su opinión sobre los temas tratados.

Por otra parte, como mencioné al comienzo de la entrada anterior, el cierre de Mundo Terópodo viene acompañado de la apertura de otro blog con contenido más variado. Para este nuevo blog, su servidor ha decidido asumir un enfoque más personal, cosa que desearía resaltar en el propio título. En vista de esto, el nuevo blog va por el nombre "El Rincón de un Dinofriki", ya que es un título sencillo, pero al mismo tiempo refleja la modalidad del blog y la personalidad del autor. Desde luego, es probable que como ocurría con este, el nuevo blog sólo pueda actualizarse con poca frecuencia en la mayoría de los casos, pero el plan es enfocarlo en contenido más didáctico y variado y por ende, relativamente más interesante. Con eso dicho, tal vez se esté preguntando qué encontrará en el nuevo blog. Pues entre otras cosas...

-Curiosidades y noticias sobre dinosaurios y otros animales del Mesozoico y posiblemente, una nueva modalidad de dinofichas.
-Documentales sobre paleontología y vida prehistórica
-Listados al estilo de Top 10's
-Críticas sobre películas, documentales y otros medios

En cuanto a lo que NO encontrará en el nuevo blog, cabe mencionar las dedicatorias a dinosaurios, como lo era por ejemplo el "Rex Day" y como no los encontró aquí, tampoco encontrará ahí temas sobre enfrentamientos entre diferentes especies de dinosaurios u otros animales ni debates de tipo ciencia vs. religión.

Con eso dicho, esperamos que "El Rincón de un Dinofriki" sea de su agrado. Claro está, el blog apenas está empezando a tomar forma, pero ya puede visitarlo y ayudarlo a crecer con su opinión haciendo click en el siguiente enlace: http://elrincondeundinofriki.blogspot.com/

1 de enero de 2016

¿Qué nos trajo el 2015?

Primero que nada, les deseamos un próspero Año Nuevo.

En segundo lugar, le damos la bienvenida a ésta, la primera entrada del año, pero quizá, una de las últimas del blog. Así es. Luego de seis años en la blogósfera, hoy Mundo Terópodo anuncia su clausura. Esto es debido a varias razones que involucran el tiempo que su servidor tiene para mantener actualizado el blog, el hecho de que el mismo ha ganado más auge como un medio sensacionalista con un enfoque del que actualmente su servidor no está particularmente orgulloso, aparte de que la mayoría de la información aquí divulgada puede ser igualmente accesible a través de fuentes más fidedignas, haciendo que tratarla en el blog se sienta un tanto repetitivo e insustancial. Eso, por mencionar algunos ejemplos. De todos modos, el blog permanecerá disponible como testimonio de cómo los medios masivos y las nociones de la cultura popular pueden influir en una mente juvenil como la de su servidor cuando redactaba entradas en este espacio. Sin embargo, esto, más que un adiós, es más bien un nuevo comienzo, pues estamos considerando la posibilidad de abrir otro blog más estable, didáctico y con un contenido más amplio e igualmente interesante en un futuro cercano. De modo que sigan atentos, pues a pesar de que después de hoy, Mundo Terópodo entrará en una etapa de suspensión por un período indefinido, en algún momento, les informaremos sobre la apertura del nuevo blog y sobre lo que en él encontrarán.

Mientras tanto, vayamos al tema principal de la entrada, que son los descubrimientos más impactantes que nos trajo el 2015 en cuanto a terópodos se refiere:

Tumba de Utahraptores
Ilustración de Julius Csotonyi

Comenzamos por mencionar el hallazgo de seis nuevos ejemplares de Utahraptor encontrados en un bloque de piedra arenisca extraído el año pasado de Utah. Éste es parte de un esfuerzo iniciado en 2001 por el paleontólogo, James Kirkland y varios colegas y estudiantes, pero hecho público en enero de 2015. Este descubrimiento ha proporcionado partes del esqueleto del Utahraptor que nunca antes habían sido encontradas y que están esperando descripción formal y algunas de éstas están cambiando varios aspectos de la anatomía de este terópodo. Lo más intrigante de este hallazgo, sin embargo, es el hecho de que el bloque en el que los ejemplares fueron encontrados consiste en lo posiblemente fue un lodazal o una poza de arenas movedizas. Hasta ahora, se ha identificado un Utahraptor adulto, cuatro individuos subadultos y un joven de tan sólo un metro de largo en esta cama de huesos junto a un ornitópodo, pero esto es sólo lo que se ha podido identificar en lo que se ha logrado extraer del bloque. Es probable que el mismo contenga los esqueletos de numerosos animales más que quizá hayan muerto como víctimas de esta trampa natural. Actualmente, se desconoce si los especímenes de Utahraptor encontrados hasta ahora consisten en un grupo de animales que murieron juntos o si quedaron atrapados uno tras otro a lo largo de períodos de tiempo considerables, pero en su búsqueda de respuestas, los paleontólogos no sólo continúan excavando el bloque, sino también analizando los especímenes extraídos del mismo.

Violencia y canibalismo entre tiranosaurios
Ilustración de Luis Rey

A comienzos de abril de 2015, un peculiar espécimen de Daspletosaurio sería el objeto de una minuciosa investigación realizada por el Dr. David Hone. Éste consiste en un ejemplar juvenil de aproximadamente, 6 metros de largo y aún más sorprendente, presenta signos de agresión en el cráneo. Algunos de ellos parecen ser atribuibles a mordidas de otros Daspletosaurios, pues encajan notoriamente con los dientes de éstos. Una marca de mordida en la parte posterior de la cabeza muestra que parte del cráneo se rompió, mas la superficie del hueso muestra indicios de cicatrización, indicando que estas lesiones no fueron fatales y que el animal vivió durante algún tiempo después de que fueron infligidas. Esto a su vez, puede traducirse como evidencia de combate entre miembros de la misma especie, pero más intrigante aún es el hecho de que otras de las muchas mordidas vistas en el fósil parecen haber sido hechas luego de que el animal murió, sugiriendo un posible comportamiento caníbal entre la especie. Esto, no obstante, no es prueba de que un Daspletosaurio haya matado al otro, sino de que simplemente se alimentó de él cuando ya estaba muerto.

El bizarro terópodo herbívoro de Chile
Ilustración de Gabriel Lío

Más tarde ese mes, el paleontólogo Fernando Novas y algunos colegas publicarían un hallazgo que revolucionó nuestro entendimiento sobre los terópodos. Se trata de la primera especie de dinosaurio terópodo encontrada en Chile. El descubrimiento fue realizado por Diego Suárez, de 7 años y su familia en la Formación Toqui, donde se encontró más de una docena de especímenes. El nuevo dinosaurio fue llamado Chilesaurio diegosuarezi en su honor y es uno de los hallazgos más impactantes hechos hasta ahora, pues se trata de una especie de terópodo tetanuro que muestra características hechas para una dieta consistente mayor o exclusivamente en vegetación, siendo este un rasgo muy inusual en dicho grupo de terópodos, ya que estos rasgos son más comúnmente vistos en miembros del grupo de los coelurosaurios. Aún más interesante es el hecho de que el Chilesaurio vivió a finales del período Jurásico, siendo muy anterior a los coelurosaurios conocidos por presentar adaptaciones para una alimentación herbívora. En adición, el Chilesaurio presenta rasgos de diversos tipos de terópodos más avanzados, tales como dos dedos en las patas delanteras (de manera similar a los tiranosáuridos) y un cráneo relativamente corto en cuya punta se situaba un pico, pero a su vez, preserva características comúnmente vistas en especies basales, como el primer dígito de las patas traseras notablemente alargado y un cuello largo y flexible, por lo que se podría decir que se trata del miembro de un grupo transitorio en el linaje de los terópodos.

El terópodo quiróptero
Ilustración de Emily Willoughby

Hoy se sabe que muchos dinosaurios terópodos tenían alas y que en algunos casos, éstas incluso eran aptas para el vuelo. Sin embargo, éstas por lo general, son mayormente formadas por plumas, siendo muy parecidas a las de las aves. Pero a finales del mes de abril, un equipo de paleontólogos dirigidos por el Dr. Xing Xu realizó un descubrimiento sin precedentes en China. Se trata de un nuevo terópodo de la familia de los escansiopterygidos al que se le dio el nombre de Yi qi, que en español quiere decir "ala extraña", nombre que resulta muy apropiado considerando el hecho de que esta rara criatura presenta alas membranosas soportadas por un hueso estiliforme, siendo más parecidas a las de los murciélagos que a las de las aves, una característica nunca antes vista en un dinosaurio alado. El Yi vivió hace aproximadamente 160 millones de años, siendo quizá uno de los primeros dinosaurios voladores, aunque análisis de sus alas sugieren que estaba más hecho para planear recorriendo cortas distancias que para el vuelo propulsado con el aleteo, probablemente habiendo saltado de árbol en árbol para buscar alimento mientras permanecía fuera del alance de depredadores potenciales. El sorprendente estado de preservación del Yi qi con respecto a otros fósiles de escansiopterygidos encontrados está llevando a los expertos a reconsiderar el diseño anatómico de esta enigmática y extraña familia de terópodos.

Nueva especie de Saurornitholestes
Ilustración de TheMorlock de Deviantart

Mientras analizaba un fósil hallado en New Mexico, Estados Unidos en 1999 por Robert Sullivan, el estudiante doctoral y curador del Museo Estatal de Pennsylvania, Steven Jasinski notó algo curioso. El fósil había sido anteriormente clasificado como un ejemplar de la especie Saurornitholestes langstoni, una especie de dromaeosaurio conocida por restos encontrados en Alberta, Canadá y en Montana, E.E.U.U. Al analizar el espécimen más detenidamente, Jasinski encontró diferencias lo suficientemente pronunciadas como para concluir que si bien se trataba de miembro del género Saurornitholestes, lo que tenía en manos era una nueva especie, a la que llamó Saurornitholestes sullivani. Las diferencias más radicales son perceptibles en el morro del animal y en la forma de su cerebro, específicamente, en los bulbos olfativos, los cuales son más extensos y por consiguiente, parecen estar más desarrollados no sólo que los de sus congéneres del norte, sino también que los de otros dromaeosaurios hasta ahora encontrados. El estudio de Jasinski sugiere que el género era más diverso y mostraba signos de estar adaptándose a un rango más amplio de entornos y ecosistemas.

¿Los terópodos colonizan Washington?
Imagen propiedad de PLOS ONE

El estado de Washington, al oeste de los Estados Unidos, es un lugar donde nunca se habían descubierto fósiles de dinosaurios... hasta ahora. A finales de mayo del pasado año, el Dr. Christian Sidor, curador del Museo Burke de Paleontología de Vertebrados, junto al estudiante de postgrado de la Universidad de Washington, Brandon Peecook, describieron parte de un fémur de dinosaurio encontrado en la Formación Cedar District de Washngton, el cual data de 80 millones de años de antigüedad. Tras estudiarlo, los científicos lo identificaron como el característico fémur de un terópodo, aunque de momento, no ha sido posible identificar a qué clase de terópodo pertenece. La parte recuperada mide cerca de 43 cm de largo y 22 de ancho, pero se cree que el hueso completo pudo haber alcanzado una longitud de aproximadamente, un metro. El hallazgo de este fósil en esta zona geográfica fue toda una sorpresa, pues el estado de Washington estuvo mayormente bajo el agua durante gran parte de la Era Mesozoica, haciendo que la recuperación de huesos de dinosaurios en este lugar sea muy inusual. Sin embargo, actualmente se deduce que el terópodo al que pertenecía este hueso pudo haber pisado estas tierras cuando aún estaban más al sur, eventualmente siendo sus huesos trasladados a su posición actual por las fuerzas geológicas. Otra opción que se considera es que el animal haya sido arrastrado hasta esta zona por un fenómeno natural.

 El raptor que definió la imagen de la familia
Ilustración de Chuang Zhao

Hoy es sabido que muchos terópodos, tales como los dromaeosáuridos o comúnmente conocidos como raptores, poseían plumas. Sin embargo, se sabe muy poco sobre cómo era realmente el plumaje de la mayoría de éstos. Especialmente, en las especies más avanzadas y en las de mayor tamaño, ya que no se han encontrado fósiles lo suficientemente preservados para proveer ese tipo de información. No obstante, eso cambió con un nuevo descubrimiento realizado en China en julio de 2015. Se trata de un fósil muy bien preservado de una nueva especie de dromaeosaurio relativamente avanzada a la que se le dio el nombre de Zhenyuanlong suni. El Zhenyuanlong mide dos metros de largo, posee una anatomía similar a la de dromaeosáuridos más avanzados, como el Velociraptor y presenta plumas complejas en todo su cuerpo, así como alas muy cortas en comparación con las de los dromaeosaurios arbóreos con los que compartió su entorno hace 125 millones de años. Sin embargo, el fósil revela que al igual que las de éstos, las alas del Zhenyuanlong consisten en múltiples capas de plumas, siendo similares a las de las aves. Adicionalmente, la cola también parece contar con grandes plumas que formarían una especie de "abanico" a lo largo de ésta. Los expertos deducen que es poco probable que el Zhenyuanlong fuese capaz de volar, sugiriendo en su lugar que las plumas servirían como un medio de lenguaje corporal.

¿Tras las huellas paternas?

Un yacimiento de cerca de 50 huellas excavadas entre 2009 y 2011 en Alemania dio lugar a una interesante teoría sobre el comportamiento de los terópodos que habitaron allí hace 142 millones de años. La bióloga de la Universidad del Sur de Dinamarca, Pernille Venø Troelsen, estudió las huellas, enfatizando en el patrón de las mismas y aplicando sus conocimientos en el comportamiento de organismos actuales a lo que se ve en dos series de huellas diferentes. Una parece pertenecer a un animal adulto que caminaba a una velocidad de 6.3 km/h y la otra, a lo que posiblemente fue un ejemplar juvenil de la misma especie, el cual viajaba a cerca de 9.7 km/h. Esto lleva a deducir que ninguno de los ejemplares estaba moviéndose de forma apresurada, restando validez a la posibilidad de que se trataba de una cacería. Aún así, Troelsen observa que el patrón de las huellas más pequeñas (es decir, las del joven), parece mantener un ritmo paralelo al de las grandes y en ocasiones, se cruzaban. Esto lleva a Troelsen a sugerir que pudo haberse tratado de una cría que caminaba junto a su madre o padre, sugiriendo un comportamiento social complejo. No obstante, siempre está la posibilidad de que ambas series de huellas hayan sido dejadas mucho tiempo una después de la otra, además de que el hallazgo de una tercera serie de huellas perteneciente a un ornitópodo que también se entrecruzaba ocasionalmente con las del par de terópodos, dificulta probar la proposición de Troelsen.

Nuevo neovenatórido de Australia
Ilustración de Julius Csotonyi

En años anteriores, Australia ha proveído hallazgos fascinantes y de gran importancia para nuestra comprensión sobre la distribución y diversificación de los terópodos en el mundo y especialmente, en el Hemisferio Sur. Este misterioso lugar hace 110 millones de años era el hogar de una gran variedad de dinosaurios terópodos, como espinosáuridos, ornithomimosaurios, maniraptores, pero quizá los que se situaban en la cima de la cadena alimenticia eran los neovenatóridos, como lo fue un nuevo espécimen descrito por el Dr. Phil Bell de la Universidad de Nueva Inglaterra a principios de septiembre de 2015, el cual se cree, pudo haber sido el terópodo más grande encontrado en el continente hasta la fecha, midiendo entre 6 y 7 metros de largo. Aún sin haber recibido un nombre formal, el nuevo terópodo estrechamente emparentado con el previamente hallado Astralovenator ha recibido el apodo de "Garra de Lightning" en alusión a Lightning Ridge, el lugar donde fueron descubiertos sus fósiles en 1990, los cuales consisten en una enorme garra de la mano y en huesos fragmentarios del brazo, de la cadera, del pie, de las costillas y de las patas traseras. Estudios futuros esperan arrojar más luz sobre este nuevo terópodo, así como la asignación de un nombre formal para el mismo.

El retorno del Sigilmassasaurio y sus implicaciones

Como es sabido, en 2014, el paleontólogo Nizar Ibrahim trajo a la luz pública una nueva reconstrucción del Espinosaurio basada en nuevo material recuperado, en lo que se conoce del holotipo, en características óseas apreciables en otros espinosáuridos y en material asignado a la especie. Parte de este material asignado incluye algunas de las vértebras del cuello, las cuales en un principio habían sido asignadas a una especie dudosa llamada Sigilmassasaurio brevicollis y posteriormente atribuidos al género Spinosaurus. A finales de octubre de 2015, sin embargo, el estudiante doctoral de la Universidad de Oxford, Serjoscha W. Evers, analizó algunos huesos recuperados de Marruecos, incluyendo los del ejemplar descrito por Ibrahim un año antes y llegó a la conclusión de que éstos muestran diferencias con respecto a los apreciados en el holotipo de Espinosaurio aegytiacus, lo que lleva a la posibilidad de que quizá no sean huesos de Espinosaurio después de todo. Al comparar los fósiles, Evers señaló diferencias morfológicas en algunas vértebras y huesos de las patas. Esto no sólo haría del Sigilmassasaurio una especie válida, sino que además, pone en cuestión parte de la reconstrucción del Espinosaurio propuesta por Ibrahim (especialmente, aquellas partes basadas en material asociado). Sin embargo, no la invalida del todo, especialmente teniendo en cuenta las proporciones similares que se aprecian tanto en el ejemplar de Ibrahim como en el segundo ejemplar descrito por Stromer en 1934. En adición, Evers también consideró otros huesos encontrados en Marruecos y en el proceso, encontró otras vértebras aisladas que no corresponden con el material actualmente asignado al Sigilmassasaurio, lo cual sugiere la presencia de al menos, dos espinosáuridos en la zona. No obstante, estudios más minuciosos son necesarios para determinar si estas vértebras son de Espinosaurio o de otra especie potencialmente desconocida hasta el momento.

Revelación del patrón del plumaje del Ornithomimus
Ilustración de Julius Csotonyi

Un nuevo ejemplar de Ornithomimus descrito por su propio descubridor, el estudiante de la Universidad de Alberte, Aaron van der Reest y otros paleontólogos a finales de octubre del pasado año ha revelado información valiosa que nos lleva a redefinir nuestra percepción de este terópodo. Anteriormente, ya se habían descubierto varios especímenes con evidencia de plumas, pero este nuevo ejemplar ofrece una detallada imagen de cómo estaba distribuido el plumaje en la especie, mostrando por primera vez una cola lo suficientemente preservada para apreciar el patrón de las plumas en esa parte del cuerpo. Tras observar detalladamente el fósil, los paleontólogos se percataron que las plumas estaban presentes en casi todo el cuerpo, pero no lo estaban en gran parte de las patas traseras, estando restringidas a la parte superior. En cambio, las patas traseras del Ornithomimus estaban mayormente cubiertas de escamas. Los expertos sugieren que esto era probablemente una adaptación desarrollada durante millones de años de evolución que permitía a los ornithomimosaurios ajustarse al clima cada vez más cálido que experimentaba su cambiante entorno, como probablemente también es el caso de las avestruces en la actualidad.

¿T-rex caníbal?
Foto de Matthew McLain

Pese a que desde hace ya algunos años se han estado descubriendo pruebas de canibalismo en tiranosaurios, el 2015 parece haber impuesto un récord en cuanto a la cantidad de éstas. Un hueso de tiranosaurio descubierto por un equipo dirigido por el paleontólogo Matthew McLain durante una expedición a Wyoming se suma al fósil de Daspletosaurio descrito par David Hone el pasado mes de abril. Esta vez se trata de un hueso de 66 millones de años de antigüedad, siendo probablemente de Tiranosaurio rex o bien, de Nanotyrannus lancensis de ser éste una especie válida, ya que éstos son los únicos tiranosáuridos conocidos de esa época. El hueso parece estar roto por ambos extremos y muestra múltiples y profundas marcas, sugiriendo que otro animal dañó el hueso mientras se alimentaba de la carne del espécimen una vez muerto éste. Una de las marcas muestra ranuras que sólo pueden ser atribuibles a los dentículos presentes en los dientes de los terópodos y dado que el único tipo de terópodo conocido que puede dejar marcas como las observadas en el fósil es un tiranosáurido, los paleontólogos consideran la posibilidad de que se trate de un caso de canibalismo. No sólo eso, sino que de confirmarse que el Nanotyrannus era un T-rex juvenil, este hallazgo haría que la línea teórica más probable sea la que sugiere que el famoso Tiranosaurio rex pudo haber sido un caníbal.

El gran raptor de Hell Creek
Ilustración de Emily Willoughby

Los dromaeosaurios son conocidos por ser una familia de terópodos carnívoros relativamente pequeños, sólo con algunas excepciones que parecen superar los tres metros de largo. A finales de octubre del año pasado, Robert A. DePalma publicó el descubrimiento de una de esas excepciones. Se trata del Dakotaraptor steini, una nueva especie de dromaeosáurido que según se estima, pudo haber alcanzado los 5.5 metros de largo, siendo sólo superado por el Utahraptor, de 7 metros. No obstante, el Dakotaraptor sólo se conoce por un esqueleto parcial consistente en una vértebra del lomo, diez de la cola, algunos huesos de los brazos y varios huesos de las patas traseras, incluyendo una de las garras en forma de hoz típicas del grupo. Originalmente, se reportó también la recuperación de una espoleta, pero más tarde, en diciembre, la paleontóloga Victoria M. Arbour y otros autores señalarían que ésta era en realidad un hueso de tortuga que posiblemente se había mezclado entre los huesos del espécimen. Una particularidad interesante del Dakotaraptor es el hecho de que fue encontrado en la Formación Hell Creek, datando de 66 millones de años de antigüedad. Esto ha llevado a que se considere la posibilidad de que este dromaeosaurio haya podido presentar competencia para depredadores más grandes de la zona, como el famoso Tiranosaurio rex. Sin dejar esto de ser una posibilidad razonable, también es necesaria la obtención e inspección de más material para determinar con mayor certeza el estilo de vida de esta nueva especie de dromaeosaurio y su relación con las otras criaturas de su ecosistema.

Referencias:
  1. http://news.nationalgeographic.com/news/2015/01/150106-utahraptor-death-trap-fossil/
  2. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/04/150409083201.htm
  3. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/04/150427124631.htm
  4. http://phenomena.nationalgeographic.com/2015/04/29/chinese-dinosaur-had-bat-like-wings-and-feathers/
  5. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/05/150511125312.htm
  6. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/05/150520151618.htm
  7. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/07/150716101509.htm
  8. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/08/150810145815.htm
  9. http://www.australiangeographic.com.au/blogs/austropalaeo/2015/09/new-dinosaur-is-australia%E2%80%99s-largest-carnivore
  10. https://qilong.wordpress.com/2015/10/20/pale-spinos-sigilmassasaurus/
  11. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/10/151028130854.htm
  12. http://www.sciencedaily.com/releases/2015/10/151029134652.htm
  13. http://www.sci-news.com/paleontology/science-dakotaraptor-steini-new-dinosaur-south-dakota-03410.html

18 de diciembre de 2015

5 Curiosidades sobre los Terópodos de las que NO Quiere Enterarse

Saludos a todos.

En esta ocasión, hablaremos de algunos datos curiosos sobre los terópodos que usualmente, no se mencionan en los medios o bien, éstos presentan de forma errónea o hasta contradictoria. Pues es de tener en cuenta que en las películas, videojuegos e incluso, en algunos documentales, se suele mostrar una imagen errónea sobre estos animales de modo que ésta resulte ser más cautivadora para el público, llevando a percepciones que a menudo son inconsistentes con lo que nos revela la ciencia. Y antes de comenzar, avisamos que algunos de estos puntos pueden parecer desconcertantes para algunas personas (de ahí, el título de la entrada) y por esta razón, advertimos que proceda con precaución y moderación al leer el resto de la misma. Dicho esto, continúe bajo su discreción.

Muy bien, comencemos:

1) Muchos terópodos poseen plumas

Si está familiarizado con este grupo de dinosaurios, este dato no le resultará nada sorprendente. Y es que durante años, se han descubierto pruebas de que numerosas especies de terópodos poseían algún u otro tipo de plumaje en su cuerpo. Generalmente, las especies en las que se ha encontrado evidencia de plumaje pertenecen a un grupo de terópodos conocido como los coelurosaurios (Coelurosauria), el cual incluye, por mencionar algunos ejemplos, al linaje del Velociraptor (los deinonycosaurios), al del Tiranosaurio (los tiranosauroides) e incluso, al de las aves (Avialae). Así es, las aves también son terópodos.

Esto nos dice que el ancestro común de estos dinosaurios probablemente también poseía algún tipo de plumaje, ya que desde la perspectiva evolutiva, es muy poco probable que este tipo de estructura se haya desarrollado de forma independiente en múltiples animales paralelamente. Teniendo eso en cuenta, es necesario considerar que dado que también se han encontrado dinosaurios ornitísquios con cierto tipo de plumaje, es probable que esta característica estuviese presente en los dinosaurios más primitivos y quizá, incluso en el ancestro común de todos los dinosaurios, lo que da lugar a la posibilidad de que todos los dinosaurios (y como tal, todo tipo de terópodos y no exclusivamente, los coelurosaurios) pudiesen haber presentado esta característica. No obstante, algunas muestras de piel recuperadas sugieren que este no necesariamente fue el caso, aunque tampoco lleva a desconsiderar ni a descartar esta posibilidad.

Velociraptor como lo conocemos hoy.
Ilustración de Matthew Martyniuk

2) El intelecto de los terópodos extintos más listos NO era superior al de un ave

En un principio, se creía que los dinosaurios eran animales torpes y poco complejos con una capacidad muy limitada para interactuar entre sí y desempeñarse en su cambiante entorno. Hoy, sin embargo, ocurre lo opuesto. Existe la creencia popular de que ciertos dinosaurios y específicamente, algunos tipos de terópodos, como los dromaeosaurios poseían un nivel de inteligencia extremadamente desarrollado. Dicha creencia normalmente se asocia con la errónea representación de los Velociraptores de la saga "Jurassic Park", donde se muestran con un nivel intelectual exagerado y comparable al de varios mamíferos. Si bien es cierto que se ha determinado que muchos terópodos avanzados tenían un intelecto superior al de otros tipos de dinosaurios y que probablemente eran capaces de interactuar coordinadamente unos con otros e incluso, de elaborar estrategias de caza eficaces, es de tener en cuenta que éstos probablemente no eran más listos que algunas aves actuales. Comparando el tamaño del cerebro de los dinosaurios con relación al de su cuerpo, los científicos estiman que la inteligencia de algunos terópodos era similar a la de los cocodrilos (los cuales responden de forma impulsiva a su entorno) y el algunos casos, a la de muchas aves actuales (que pueden responder a su entorno de una forma más calculadora, aunque no de un modo tan complejo como se ve en muchos mamíferos), no siendo tan listos como para desarrollar un señalado sentido del honor, realizar hazañas determinadas para superar ciertos tipos de obstáculos como abrir puertas o efectuar estrategias altamente complejas como tender trampas con mediante la utilización de cebos, aunque también es cierto que tampoco eran tan torpes como se creía con anterioridad. Y es que los terópodos, como todo animal, sólo tenían que ser lo suficientemente listos para desempeñarse eficazmente en su ecosistema (por ejemplo, en el caso de los terópodos carnívoros, éstos sólo debían ser marginalmente más listos que sus presas para poder atraparlas).

Jinfengopteryx utilizando una herramienta para atrapar insectos, imagen con alto contenido especulativo, pero dentro de los límites de lo plausible.
 Ilustración de H. Esdaile

3) Los terópodos no podrían abrir puertas

Aún si los terópodos contaran con la inteligencia suficiente para superar ciertos obstáculos como puertas cerradas, éstos probablemente no serían capaces de abrir puertas como lo hacían los ya mencionados Velociraptores de "Jurassic Park". Esto se debe a que el movimiento de sus manos era relativamente limitado. Además, contrario a la forma en que se presentan en los medios, los terópodos no podían colocar sus manos en pronación, sino qué éstas estaban posicionadas en supinación. Es decir, sus manos no podían posicionarse de modo que las palmas apuntaran hacia el suelo o hacia atrás, sino de tal manera que una apuntaba en la dirección de la otra. En los primates, la pronación es realizable por el movimiento del radio con respecto al cúbito (los dos huesos del antebrazo). En los terópodos, sin embargo, el extremo del radio más cercano al codo estaba sujeto al cúbito, limitando la movilidad. El movimiento en la muñeca también fue limitado en muchas especies, obligando a todo el antebrazo y a la mano a moverse como una sola cosa, dándole poca flexibilidad y haciendo que el único modo para que las manos pudiesen ser posicionadas en pronación fuese ensanchando lateralmente las extremidades, como hacen las aves al elevar sus alas. No obstante, es sabido que los terópodos más primitivos presentaban un mayor grado de movilidad en las patas delanteras y hay pruebas de que algunas especies más avanzadas retuvieron una estructura más flexible. Aún así, esto no los dotaba de capacidades que requerirían una rotación prominente de las extremidades (como lo sería abrir puertas, por ejemplo), ya que no necesitaban realizar ese tipo actividad y por consiguiente, no debían contar con ese tipo de adaptación. Los brazos de los terópodos estaban perfectamente diseñados para el agarre y la manipulación de alimento y en algunos casos, para trepar árboles y quizá, para cavar, actividades necesarias para su supervivencia.

Comparación entre una versión errónea de un tiranosáurido con sus manos en pronación y una versión correcta con manos en supinación
Ilustración de Christopher DiPiazza

4) Los terópodos quizá NO rugían como se suele pensar

Durante años, los medios han alimentado nuestra imaginación y nuestros temores mostrándonos a los dinosaurios carnívoros emitiendo aterradores rugidos con efectos de sonido muy bien trabajados para ese propósito y hoy, estamos tan acostumbrados a eso que hasta se suele pensar que es natural que estos animales hayan rugido de forma similar. La realidad, sin embargo, pudo haber sido distinta. Hoy, los mamíferos emiten toda clase de sonidos (incluyendo rugidos en algunos casos) gracias a un órgano conocido como la laringe, el cual contiene las cuerdas vocales. No obstante, en los parientes vivos de los dinosaurios, conocidos como los arcosaurios (grupo que contiene a los pterosaurios, a los cocodrilianos y a los propios dinosaurios, incluyendo a las aves), este órgano no contiene cuerdas vocales. En su lugar, las aves en este caso, emiten sonidos gracias a otro tipo de órgano conocido como la siringe, el cual depende de un sistema de sacos aéreos. Es sabido que los terópodos no avianos también poseían un sistema de sacos aéreos, mas es de tener en cuenta que éste, a diferencia del de las aves, no parece estar asociado a la vocalización debido a que no hay registro de un saco clavicular, sin el cual, la siringe (si es que la poseían) no funcionaría para emitir sonidos como en el caso de las aves. Sin embargo, es de tener en cuenta que los dinosaurios han sido uno de los grupos de animales más exitosos del planeta, lo cual está interconectado con una capacidad de comunicación efectiva. En adición, se sabe que los dinosaurios tienen un sistema auditivo desarrollado y que en algunos terópodos, éste es bastante sofisticado. Además, es de considerar el hecho de que algunas aves, como los buitres, no poseen siringe y de que en los cocodrilianos, la laringe tampoco contiene cuerdas vocales y aún así, tanto los buitres como los cocodrilianos pueden emitir sonidos controlando el flujo de aire en sus sacos aéreos. Teniendo esto en cuenta, no es descabellado pensar que al menos, algunos terópodos pudieran haber emitido alguna clase de sonido, pero aún si este fuera el caso, el mismo no consistiría en rugidos, sino tal vez en ronquidos o siseos de forma similar a los cocodrilianos, en graznidos semejantes al de los buitres o en otros tipos de sonido que sólo requieran flujo de aire en lugar de vocalización. No obstante, también está la posibilidad de que los terópodos (y los dinosaurios no avianos en general) contaran con un saco clavicular que simplemente, no se ha encontrado o que no se preservó durante la fosilización o de que poseyeran algún otro tipo de órgano fónico o bien, de que su laringe fuese más sofisticada y contara con la presencia de cuerdas vocales, pasando eventualmente a ser una característica vestigial, pero al no haber suficientes pruebas de que alguno de éstos haya sido el caso, esta línea de pensamiento es difícil de confirmar y enfrenta oposición. Si bien es cierto que en películas como "Jurassic Park III" se alude a la comunicación de los dinosaurios e incluso, se menciona el hallazgo de una cámara de resonancia de Velociraptor, el problema en realidad consiste en que no hay pruebas directas que ofrezcan pistas sólidas sobre cómo se comunicaban los dinosaurios.

Es posible que el icónico rugido del Tiranosaurio de Jurassic Park no haya sido nada cercano al sonido que hacía el animal real.
Imagen de Universal Pictures

5) Es muy poco lo que sabemos a ciencia cierta sobre los terópodos extintos

A cada rato, los terópodos nos sorprenden, mostrando ser un grupo cada vez más complejo con cada descubrimiento. Y es que la paleontología, como ciencia, con poca frecuencia ofrece respuestas certeras que puedan considerarse como hechos irrefutables, abriendo así paso a múltiples posibilidades y alternativas a considerar, sustituyendo conocimientos previos al actualizarse con nuevos y corrigiendo percepciones que antes se consideraban correctas, pero que hoy resultan no serlo. Por esta razón, los paleontólogos constantemente dan a conocer información muy distinta a lo que creíamos saber. Ejemplo de esto es el aspecto de dinosaurios de los que no poseíamos demasiado material para estudiar (como ocurrió recientemente con el Espinosaurio y el Deinocheirus) y como éstos, puede haber muchos casos, pues la realidad es que el estudio de fragmentos de huesos, huellas y otros tipos de fósiles no es muy revelador sobre cómo fue, por ejemplo, el comportamiento, las estrategias de caza, los patrones de reproducción y en una gran mayoría de los casos, ni siquiera sobre aspectos tan básicos como la apariencia física de criaturas que han estado extintas durante millones de años. Gran parte de eso consiste mayormente en deducciones y es producto de la especulación.

 Las múltiples transformaciones que ha sufrido la imagen del Espinosaurio con el tiempo refleja la forma en que nuevos descubrimientos y conocimientos cambian nuestra visión sobre estos animales.
Ilustración de prehistoric-wildlife.com

Sin embargo, algo que sabemos con seguridad es que los terópodos no son asesinos sádicos y siempre hambrientos, como se los tiende a presentar en los medios. En la naturaleza, todo organismo hace lo que es necesario para su supervivencia y sabemos que los terópodos no son la excepción. Éstos han habitado el planeta durante más de 160 millones de años, lo que significa que son un grupo sumamente exitoso, indicando a su vez que son más complejos de lo que se suele pensar y que en lugar de ser criaturas irracionales interesadas sólo en cazar y pelear con todo lo que se cruzara en su camino, la ciencia indica que, como todo animal, han sido capaces de desempeñarse eficazmente en su entorno, adaptándose para cumplir roles determinados en su ecosistema y siendo cada especie eficiente y exitosa a su manera y capaz de actuar en pro de su supervivencia, cosa que han hecho durante más de 225 millones de años y así lo sigue demostrando el único linaje de terópodos que ha prevalecido hasta hoy, las aves.

6 de noviembre de 2015

Según el Lector: Función de las Espinas Neurales del Espinosaurio

¡Saludos! Hoy, 6 de noviembre de 2015, celebramos por primera vez en el blog una fiestividad en honor al enigmático y fascinante Espinosaurio. Y es que hoy, el terópodo más grande del que tenemos conocimiento cumple 100 años desde que fue oficialmente presentado en la Academia de Ciencias de Baviera por Ernst Stromer von Reichenbach, haciéndose público al mundo. Esto, desde luego, amerita un homenaje. De modo que justo un mes después de haberles deseado un "Happy Rex Day", Mundo Terópodo les desea un...


Como dice el título de la entrada, el homenaje de hoy se centra en discutir más a fondo un tema del que ya hemos hablado en otras entradas, la característica más peculiar del Espinosaurio: Sus prominentes y distintivas espinas neurales.

Desde que fue descubierto en 1912, el Espinosaurio captó la atención de todos por su tamaño, su misteriosa apariencia y sobre todo, por sus sobresalientes espinas neurales nunca antes vistas en un terópodo. Durante años, ha habido controversia sobre la función de estas prolongaciones y aún hoy, este sigue siendo un misterio que intriga a la comunidad científica.

Varias teorías se han propuesto. Una línea teórica actualmente muy refutada sugiere que las elevaciones vistas en el lomo del Espinosaurio pudo haber sostenido una especie de joroba que le permitía a la criatura almacenar grasa, proveyéndolo de la capacidad de acumular grandes cantidades de energía aún cuando no dispusiera de mucho alimento. Esto le permitiría al animal desempeñarse de forma eficiente aún en las condiciones más hostiles. Sin embargo, esta teoría estaba principalmente fundamentada en la premisa de que el Espinosaurio vivía en un hábitat árido y seco, lo cual sería desmentido en estudios posteriores, los cuales revelaron que el Espinosaurio habitaba en un mundo muy húmedo, exuberante y rebosante de vida, por lo que la idea de una joroba que proporcionara un suministro energético comenzó a perder vigor. Aún así, se cree que este ecosistema era azotado por intensas y largas sequías, lo que si bien no necesariamente valida la idea de que este terópodo contara con una joroba, tampoco lleva a desconsiderarla. Además, teniendo en cuenta la premisa de que el Espinosaurio haya un animal semiacuático, algunos especulan la posibilidad de que una joroba le haya proveído control sobre la flotabilidad y la sumersión.

Ilustración de Rodrigo Vega

No obstante, la teoría más aceptada hasta el momento es que las espinas neurales estaban bordeadas por tejidos sanguíneos y unidas por una capa de piel fina y membranosa, formando una especie de vela. Algunos sugieren que esta llamada "vela dorsal" pudo haber funcionado como un termorregulador biológico que liberaba o absorbía calor gracias a la presencia de vasos sanguíneos que distribuían la sangre hacia y desde la estructura (haciendo un uso eficaz del sistema circulatorio para exponer la sangre más directamente a los rayos del sol para de esta forma calentarse o al viento para refrescarse). Sin embargo, esta teoría es más plausible bajo la premisa de que el Espinosaurio era un animal de sangre fría, mas estudios recientes sugieren que este no era el caso de los dinosaurios. Además, esta línea de pensamiento en algún momento estaba fortalecida por el hallazgo de otros dinosaurios encontrados en el norte de África en los que se ha visto una estructura similar. No obstante, el hecho de que no todas estas especies compartieron el mismo entorno y los hábitos de conducta del Espinosaurio y de que éstos en son hasta ahora poco comunes, no facilita llegar a conclusiones precisas. Aún así, algunos no descartan la idea de que la vela era utilizada para termorregulación teorizando que el cuerpo del Espinosaurio no necesariamente funcionara igual al de muchos animales de sangre caliente de la actualidad. En adición, dado que nuevos estudios que sugieren que este terópodo asumía un estilo de vida semiacuático, hay quien considera la posibilidad de que el Espinosaurio mantuviera la vela expuesta al sol mientras mantenía el resto de su cuerpo bajo el agua, lo que le permitiría mantenerse cálido y activo a pesar de pasar mucho tiempo sumergido, por lo que la posibilidad de que la vela haya actuado como aparato termorregulador aún es considerada en cierto sentido.

Ilustración de Davide Bonadonna

Una de las teorías más aceptadas actualmente es que ésta servía para comunicación corporal. Se especula que la vela de los machos pudo haber sido más grande y de coloración más brillante, de modo que sería más vistoso.  También se teoriza que el Espinosaurio pudo haber tenido la capacidad de bombear sangre hacia la vela mediante los vasos sanguíneos presentes en la estructura, permitiendo que ésta cambiara de color para atraer la atención del sexo opuesto o bien, para intimidar a sus rivales, aparentando ser más grande de lo que es. La identificación de líneas rojizas en los huesos que la conforman sugieren la presencia de los vasos sanguíneos en la estructura anteriormente mencionados y de los que durante mucho tiempo, sólo se había especulado, lo que parece ser un buen indicio de que las espinas neurales sostenían más bien una vela que una joroba.

Tras la reciente reconstrucción sugerida por Nizar Ibrahim, Paul Sereno y sus colaboradores en 2014, se han discutido otras posibles funciones, como la posibilidad de que la estructura formada por las espinas neurales fuese más útil para el balanceo corporal de la criatura mientras se movía, contribuyendo a distribuir su peso mientras se desplazaba sobre tierra y proporcionando un peso extra para mantenerse sumergido por más tiempo mientras se movía en el agua en busca de su presa.

¿Cuál o cuáles cree usted que fue la función o las funciones de las espinas neurales del Espinosaurio? ¿Piensa que pudieron haber sostenido una vela o una joroba? ¿Tiene una hipótesis propia sobre la estructura? No dude en compartirlo en los comentarios.