18 de julio de 2013

Evidencia Fósil de Comportamiento Predatorio en el T-rex

Gracias a nuestro amigo, Leo, hoy publico una entrada que seguro será de gran utilidad para aquellos interesados en el debate sobre el estilo alimenticio del Tiranosaurio rex.

La polémica sobre si el Tiranosaurio rex era depredador o carroñero ha sido muy intensa desde su comienzo. Durante años, el debate se ha llevado a cabo utilizando como argumento únicamente la especulación y la lógica para sustentar una teoría o la otra a falta de evidencia fósil. No obstante, luego de casi un siglo, eso cambió. En 1998, el paleontólogo Kenneth Carpenter publicó un artículo en el que resalta la descripción de un fósil de Edmontosaurio en el que enfatiza una marca de mordida en varias espinas neurales de la cola del espécimen. Según Carpenter, estas marcas, no sólo por su forma y tamaño, sino también por el tamaño del ejemplar, sólo pudieron haber sido producidas por un T-rex. Lo más intrigante sin embargo, es que la herida muestra señales de cicatrización, lo que indica que el Tiranosaurio atacó al Edmontosaurio en vida y que éste último sobrevivió al ataque, sugiriendo una relación depredador-presa.



El artículo de Carpenter marcó un antes y un después en la historia del debate, ya que numerosos fósiles de dinosaurios con marcas de mordida de Tiranosaurio se habían encontrado hasta entonces, pero ninguno presentaba muestras de cicatrización y por tanto, no proporcionaban suficientes pruebas para determinar si éste los cazó en vida o si simplemente comenzó a alimentarse de ellos después de muertos.

Una década después de esta publicación (en 2008), el paleontólogo Peter Larson, publicó un libro en el que, junto con Carpenter, menciona el hallazgo de un cuerno y un escamosal de Triceratops, ambos mostrando marcas de mordida de un Tiranosaurio. El cuerno estaba roto, pero curiosamente, había desarrollado una nueva capa de hueso sobre la parte afectada. El escamosal también muestra indicios de cicatrización, lo que sólo sugiere una cosa: este Triceratops también había sobrevivido a un ataque de Tiranosaurio, proveyendo nueva evidencia de comportamiento predatorio en el Tiranosaurio rex.


Hallazgos como estos son, por increíble que parezca, la única evidencia fósil que nos revela un comportamiento predatorio en el famoso T-rex y al mismo tiempo, es de reconocer que son muy raros. Sin embargo, tan recientemente como 2013, Robert DePalma y algunos colegas realizaron un descubrimiento similar y aún más sorprendente. Se trata de un par de vértebras de la cola de un hadrosaurio fusionadas, indicando que en algún momento, mientras el animal estuvo vivo, sufrieron un tipo de infección que produjo un crecimiento deforme de las mismas, pero más curioso es lo que revelaron los rayos X: entre ambos huesos, hay un diente roto de Tiranosaurio incrustado. Esto significa que las vértebras fueron cubiertas por una capa de hueso nuevo y en el proceso, la nueva capa encerró esta parte del diente que se desprendió del atacante. Se trata de una corona dental de 3.75 cm de largo que coincide con la típica forma de los dientes del T-rex, lo que sólo puede significar que este hallazgo es una prueba más de que éste practicaba la caza activa.

A) Las vértebras fusionadas del hadrosaurio B) El diente de Tiranosaurio incustado


Estos hallazgos son cautivadores porque nos muestran que el T-rex, como cualquier otro depredador, no siempre tenía éxito a la hora de derribar a sus presas, sino que ocasionalmente fallaba en sus intentos de matar para ganarse la vida. Sin embargo, son aún más sorprendentes porque nos ofrecen pruebas de que cazaba animales vivos. De modo que para lo que el rey de los dinosaurios fue una frustración, para la comunidad científica es un éxito.

30 de junio de 2013

Adiós, Dilophosaurio sinensis. Hola, Sinosaurio triassicus

Muchos habrán leído sobre la existencia de una posible especie de Dilophosaurio asiática conocida como "Dilophosaurio sinensis". La misma ha sido objeto de polémica desde su descubrimiento, ya que difería de sus semejantes norteamericanos en algunas características físicas, como la estructura de las mandíbulas, la cantidad de dientes en la misma y en la forma y el tamaño del cráneo y de las crestas que caracterizan al género, además de estar geográficamente separada de las especies de Occidente. Durante años, se ha debatido la validez de su clasificación como una especie de Dilophosaurio y finalmente, este año el debate ha llegado a una conclusión.

El durante tanto tiempo llamado "Dilophosaurio sinensis" finalmente, fue reclasificado como un ejemplar juvenil de una especie de terópodo conocida como Sinosaurio triassicus (un dilophosáurido descrito por el paleontólogo Chung Chien Young en 1948), tras un reciente estudio en el que participó el paleontólogo canadiense Philip J. Currie junto con algunos colegas chinos. Este género comparte muchos rasgos con el Dilophosaurio y durante mucho tiempo se consideró como un relativo muy cercano de éste. No obstante, hoy se sabe que está más relacionado con miembros más avanzados de esa familia, tales como el Cryolophosaurio.

Ilustración del Sinosaurio triassicus (anteriormente, Dilophosaurio sinensis) de Cheung Chung Tat 

 Con este nuevo estudio, se llena un hueco que había intrigado a los paleontólogos durante años y se descarta la idea de una especie oriental de Dilophosaurio, convirtiéndolo en un dinosaurio endémico de Norteamérica.

2 de junio de 2013

Según el Lector: Presencia de Plumas en el T-Rex

Hola, estimados lectores. Lamento todo el tiempo que tuve el blog desatendido. He estado bastante liado últimamente, pero hoy quiero compensarlo con una entrada que seguro será de su interés.

Como es sabido, el Tiranosaurio rex es uno de los dinosaurios más estudiados (si no el más estudiado) y sin embargo, es también uno de los más enigmáticos. De hecho, uno de los más grandes debates sobre el T-rex consiste en uno de los aspectos más básicos de su anatomía: su apariencia externa. Dado que los huesos no nos dicen mucho sobre cómo lucía el animal en vida, es difícil saber identificar algunas características físicas como su coloración, la presencia o ausencia de protuberancias y si su piel estaba cubierta de escamas o de plumas.

    
Ilustración de Imx3d de renderosity.com 

 Existe una intensa controversia sobre la posibilidad de que el T-rex haya tenido un cuerpo cubierto de plumas o protoplumas. Los estudiosos que se inclinan a que esta posibilidad fuese cierta se basan en el hecho de que algunos de los relativos del Tiranosaurio se caracterizan por la presencia de éstas en su cuerpo, por lo que sugieren que lo más probable es que el T-rex, como una especie más avanzada, también las tuviera. En adición a eso, tienen en cuenta que el T-rex pertenece a una rama de terópodos conocida como los coelurosaurios, los cuales incluyen a los deinonycosaurios, los oviraptorosaurios, los ornithomimosaurios, los tiranosauroides y a las aves y desde luego, existe evidencia de que múltiples especies de dinosaurios de estos grupos contaban con la presencia de plumas. Sin embargo, existe controversia sobre si esto era una característica típica de todos los miembros del grupo. Durante un tiempo se pensó que la mayoría de los congéneres emplumados del T-rex, tales como el Dilong, contaban con esta característica debido a que, por su pequeño tamaño, su capacidad de generar calor fuera menos eficiente que en animales más grandes, como el T-rex. No obstante, tras el reciente descubrimiento del Yutyrannus, un tiranosauroide emplumado relativamente grande, esta teoría ha pasado a ser objeto de polémica. Del mismo modo, sugieren que en el caso del Tiranosaurio, más que como un sistema de termorregulación, las plumas o protoplumas servirían para el cortejo o el camuflaje.

Aquellos que no concuerdan del todo con la posibilidad de que el T-rex contara con la presencia de plumas o protoplumas sugieren que éste, debido a su enorme volumen, quemaría calorías a un ritmo más intenso que el de la mayoría de sus relativos emplumados, por lo que estaría generando más calor que el necesario para que su cuerpo funcione adecuadamente. En cuanto a la presencia de plumas en sus semejantes de gran tamaño como el Yutyrannus, muchos expertos sostienen que este rasgo pudo deberse a factores geográficos, indicando que este dinosaurio formaba parte de un hábitat caracterizado por climas fríos e inviernos potencialmente intensos, a diferencia del ambiente en el ecosistema del que el T-rex formaba parte. Además, el hallazgo de impresiones de piel de varios tiranosáuridos que muestran que su cuerpo estaba cubierto de escamas en lugar de plumas fortalece esta teoría. Por esta razón, muchos piensan que el Tiranosaurio no necesitaba una compleja capa de plumas, sino que contara con una ligera presencia de plumas en diversas partes del cuerpo o bien, que no presentara ningún tipo de plumaje en todo su cuerpo. Sin embargo, algo en lo que la mayoría de los expertos coincide es en la posibilidad de que los individuos jóvenes estuviesen cubiertos por una capa de plumaje que le ayudaría a regular su temperatura corporal más eficientemente y a su vez, le proporcionaría camuflaje. El principal debate se centra en que si dicha capa se perdía o se reemplazaba por otra a medida que el animal crecía.

 ¿Qué opinas tú? ¿Crees que el legendario T-rex estaba cubierto de plumas o piensas que es más probable la visión tradicional?

23 de febrero de 2013

Dinoficha: Carnotaurus sastrei


Saludos a todos, lectores de Mundo Terópodo. Hoy deseo compartir con ustedes esta dinoficha de uno de los terópodos más espectaculares del Cretáceo. Seguramente, ya muchos lo conocen, pues es un dinosaurio que ha cautivado no sólo a los paleontólogos, sino también, al público general. Sin más preámbulos, disfruten la ficha del Carnotaurus sastrei.

Carnotaurus

Localización: Sudamérica
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Abelisáurido
Significado del nombre: Toro Carnívoro
Tamaño: 8 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características
El Carnotaurus era un dinosaurio carnívoro de tamaño mediano, midiendo aproximadamente, 8 metros de largo, 3.5 de alto y pesando cerca de 1 tonelada. Fue uno de los terópodos más insólitos conocidos por la paleontología, pues presenta características únicas aún dentro de la familia de los abelisaurios, como por ejemplo, un cráneo que, aunque relativamente pequeño y corto (sólo medía unos 57 cm de largo), tenía una resistente estructura ósea que lo reforzaba. No obstante, como todo abelisáurido, presentaba una fosa antorbital de gran tamaño, lo que reducía el peso del cráneo (los abelisaurios se distinguen por poseer la fosa antorbital más grande de todos los terópodos). Su hocico era profundo y amplio, indicando la presencia de grandes lóbulos olfativos, lo que implicaría que el animal contaba con un excelente sentido del olfato y sus órbitas oculares estaban posicionadas hacia el frente, direccionando sus ojos en posición paralela, lo que sugiere visión binocular y por tanto, percepción de la distancia. Estas características dotan al Carnotaurus de herramientas eficaces para un depredador. Las mandíbulas del Carnotaurus eran expandibles gracias a la presencia de una articulación en la parte trasera de las mismas, lo cual le permitía cortar y desgarrar grandes trozos de carne y causar un mayor daño a sus víctimas. Sin embargo, es de considerar que las mandíbulas inferiores y los dientes (debido a su forma y tamaño) no estaban diseñados para ejercer gran fuerza. Por otro lado, su característica más prominente, son los cuernos que se situaban sobre sus ojos, los cuales eran gruesos y estaban formados por hueso sólido. Éstos tenían una superficie verticalmente casi plana y poco curva, apuntando en direcciones opuestas. El hallazgo de un esqueleto casi completo de Carnotaurus contiene las impresiones de piel mejor conservadas de cualquier terópodo hasta ahora encontrado y ha revelado que esta criatura poseía una capa de piel gruesa, cubierta de escamas pequeñas, pero duras (además de que no muestra impresiones de plumas) y reveló, además, la presencia de bultos cónicos que se enfilaban a lo largo de los costados del animal. Sus brazos eran considerablemente cortos (aún más cortos que los del famoso Tiranosaurio rex y sus relativos), siendo los más cortos de cualquier terópodo conocido. Éstos terminaban en una mano con cuatro diminutos dedos, una característica común en dinosaurios primitivos, pero rara en los terópodos más avanzados. Sus patas traseras, por otra parte, eran considerablemente largas y fuertes, lo que le permitía correr a grandes velocidades. Por si fuera poco, un estudio reciente demostró que el músculo caudofemoral unía el muslo a la fuerte cola del animal gracias a un tendón que se aferraba al fémur, lo que le otorgaba una gran fuerza de impulso a la hora de desplazarse al menos, en línea recta, ya que esta estructura le dificultaría dar giros repentinos. Tras estudiar estas características, algunos investigadores han sugerido que el Carnotaurus pudo haber alcanzado los 50 km/h al correr.
               
Descubrimiento e Historia
El primer fósil de Carnotaurus fue descubierto en la Estancia Pocho Sastre, cerca de la Bajada Moreno en Chubut, Argentina en 1984 por miembros de la 8va Expedición Paleontológica a la Patagonia. Este hallazgo fue toda una sensación, ya que se trataba de un esqueleto bien preservado y casi completo, restando sólo los huesos inferiores de las patas traseras y parte de la cola. Lo más sorprendente, sin embargo, es el excelente estado de preservación de las impresiones de piel, lo cual reveló que este dinosaurio estaba cubierto por una capa gruesa de escamas, con una serie de bultos en forma de cono que estaban distribuidos en filas, a lo largo de los costados. El fósil fue descrito en 1985 por José Bonaparte y al estudiarlo, supo que se trataba de una nueva clase de dinosaurio y lo relacionó con otro terópodo al cual también estaba investigando junto a Fernando Novas y con el que había encontrado varias semejanzas al compararlo con el fósil encontrado el año anterior. Este otro terópodo recibió el nombre de "Abelisaurio comahuensis" y, junto con el ejemplar encontrado en Chubut un año antes, mostraba características nunca antes vistas en otros dinosaurios carnívoros, de modo que Bonaparte se valió de estos ejemplares para probar la existencia de un grupo de terópodos hasta entonces desconocido al que llamó "abelisáuridos" e introducirlo en la ciencia paleontológica. Al notar las dos características más sobresalientes del cráneo del esqueleto de Chubut: los dos cuernos y la boca llena de afilados dientes de 4 centímetros, Bonaparte lo nombra "Carnotaurus sastrei", que significa "Toro Carnívoro de la Estancia Pocho Sastre". Éste es hasta ahora, el único material asignado al género, pero el hallazgo de fósiles aún no descritos en el Desierto de Atacama en Chile y en la Provincia de Bagua, Perú, parecen mostrar numerosas similitudes al ejemplar patagónico, pudiéndose tratar de la misma especie.

Función de los Cuernos
Se han sugerido múltiples teorías para explicar el papel que jugaban los cuernos del Carnotaurus. En un principio, se creía que empleaba sus cuernos en embestidas cabeza contra cabeza entre miembros de su misma especie con tal de competir por el alimento o por el derecho a reproducirse (este comportamiento es principalmente asignado a los machos de la especie). No obstante, estudios recientes han demostrado que, a pesar de que el cráneo de esta criatura podía resistir fuertes impactos, no sobreviviría a un golpe hecho a toda velocidad contra un rival. Sin embargo, los paleontólogos también han propuesto que estos combates podían efectuarse con embestidas dirigidas a los costados del oponente. Dado que este dinosaurio poseía una cubierta de escamas de gran grosor, es posible que los contrincantes permanecieran cerca uno del otro, embistiéndose por los costados o cerca del vientre, siendo ésta una teoría más factible. Del mismo modo, se ha sugerido que el Carnotaurus utilizaba sus cuernos como armas de caza, embistiendo a sus presas en diversas partes del cuerpo para debilitarlas o incluso, en la medida en que le fuera posible, en o cerca de la cabeza para desorientarlas. Dado que esta criatura poseía fuertes músculos en el cuello, un cráneo reforzado, brazos reducidos, dientes pequeños y adaptaciones que le permitían correr a gran velocidad, es bastante razonable pensar que el uso de sus cuernos fuera una de sus principales estrategias de caza.

Hábitat
Este extraño dinosaurio carnívoro habitó desde hace cerca de 80 millones de años A.C hasta la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años en lo que actualmente es la Patagonia Argentina. En ese entonces, el extremo sur de Sudamérica gozaba de un clima cálido y estaba cubierto por grandes bosques de coníferas, alimentados por ríos que desembocaban en un mar cercano, conocido como el Mar de Káwas. También se podían apreciar amplios terrenos semiáridos con poca vegetación y presencia de cuerpos de agua. En este paisaje variado, el Carnotaurus formaba parte de un ecosistema donde abundaban los titanosaurios de tamaño mediano, como el Saltasaurio y el Aeolosaurio, aunque también los gigantes, tales como el Puertasaurio y el Antarctosaurio. También eran comunes los ornitópodos, como el Gasparinasaura y carnívoros más pequeños que incluían alvarezsáuridos y dromeosaurios unenlangíidos, que no representarían una fuerte competencia, a diferencia de otros abelisaurios con los que compartía su entorno, como el Aucasaurio y otros tipos de terópodos, como, por ejemplo, el Orkoraptor.

Comportamiento
Dado que el Carnotaurus es sólo conocido por un espécimen, es dificultoso especular sobre su comportamiento. No obstante, teniendo en cuenta la posibilidad de que este carnívoro se alimentara de saurópodos, los cuales eran bastante comunes en su entorno, muchos sugieren que este carnívoro habitara y cazara en pequeños grupos, lo que les facilitaría derribar presas como éstas. Sin embargo, hay quien sugiere que, debido a sus mandíbulas hasta cierto punto, débiles, y al tamaño de sus patas delanteras, prefiriera un estilo de vida solitario, limitándose a cazar presas más pequeñas y débiles. Algunos incluso han sugerido que esta criatura pudo haber sido un carroñero oportunista que se alimentaba de animales ya muertos, teoría que ha perdido vigor con los nuevos estudios sobre su anatomía, su entorno, el comportamiento de animales similares, entre otros. Es probable que, de haber vivido en grupo, fuera una criatura que velaba por sus crías e incluso, les enseñara a valerse por sí mismas, pero otra línea teórica, vinculándolo con el posible comportamiento de dinosaurios emparentados como el Majungasaurio, sugiere que, de haber  adoptado una vida solitaria, las crías quedasen al cuidado de la hembra, la cual les proveería protección durante un periodo de tiempo determinado (es posible que los machos cazaran a los jóvenes indefensos), antes de que comenzara a verlos como alimento.