Saludos, estimados lectores. Lamento todo este tiempo sin publicar nada en el blog, pero hoy vuelvo con la dinoficha de un terópodo con una historia muy peculiar que vale la pena conocer. Esta entrada será de gran interés para muchos de ustedes, pero quizá especialmente, para nuestros lectores de Argentina, tierra que hace millones de años fue el hogar de impresionantes especies de dinosaurios, incluyendo al que hoy dedicamos esta nueva ficha: El Megaraptor namunhuaiquii.
Megaraptor
Ilustración de Christopher Chávez
Localización:
Sudamérica
Clasificación:
Saurischia, Terópodo, Neovenatórido
Significado
del nombre: Gran Ladrón
Tamaño:
8 metros de largo
Período:
Cretáceo
Dieta:
Carnívoro
Características
Dado que el Megaraptor sólo se
conoce por unos pocos esqueletos incompletos, es escasa la información que se
tiene sobre su apariencia física, pero sus restos revelan que fue un dinosaurio
carnívoro de mediano tamaño, alcanzando una longitud de hasta 8 metros. Por
otra parte, gracias al conocimiento que se tiene de otros terópodos que junto
con él conforman la familia de los neovenatóridos, los expertos especulan que debió
contar con fuertes patas traseras que le permitirían desplazarse velozmente
durante un corto período de tiempo, pese a que en contraste con otros miembros
de dicha familia, su contextura corporal era bastante robusta, lo que sugiere
que se trataba de un género avanzado de la misma, siendo clasificado en una
subfamilia de neovenatóridos llamada precisamente, megaraptora. La
característica más resaltante del Megaraptor es una enorme garra de 42
centímetros ubicada en el primer dedo de cada pata delantera, lo que lo
asemejaba a los espinosáuridos. Estas garras, sin embargo, eran más curvas que las
que presentaban éstos últimos, tenían forma de hoz, siendo bastante similares a
las que presentan los dromeosáuridos en el segundo dedo de sus patas traseras.
No es de sorprender que sus brazos también fueran inusualmente largos y que
estuvieran provistos de fuertes músculos, lo que indica que las patas
delanteras eran una herramienta de gran importancia para el Megaraptor a la
hora de derribar a sus presas o de luchar contra un posible rival.
Descubrimiento
e Historia
El Megaraptor fue descubierto en
1996 por el paleontólogo argentino, Fernando E. Novas. Este primer fósil sólo
consistía en una garra, siendo la más grande vista en un dinosaurio carnívoro.
Basándose en la forma y el tamaño de la garra, Novas clasificó al nuevo
terópodo como el mayor dromeosaurio jamás encontrado y así lo publicó en su
descripción en 1998 con el nombre “Megaraptor namunhuaiquii”, que significa
“ladrón gigante con lanza en el pie”. Se pensó que el Megaraptor pertenecía al
grupo de los unenlangíidos (una rama de la familia de los dromeosaurios muy
poco conocida entonces) e incluso, se consideró como la versión adulta del
Unenlagia comahuensis. No fue hasta 2004 que Novas, junto a varios colegas,
incluyendo a Jorge O. Calvo descubriera y describiera un ejemplar que consistía
en un brazo completo, el cual revelaría que la garra en realidad pertenecía a
las patas delanteras y no a las traseras como en los dromeosáuridos. El
hallazgo de este nuevo fósil desmintió la idea de que el Megaraptor fue el
dromeosaurio más grande conocido, pero abrió paso a un intenso debate sobre su
clasificación, ya que los pocos fósiles conocidos presentaban características
de diversos tipos de terópodo. Finalmente, en 2010, Roger Benson, Matthew T.
Carrano y Stephen L. Brusatte describieron una nueva familia de terópodos
allosauroides a la que nombraron “neovenatóridos”, familia a la que fue
asignado el Megaraptor tras el hallazgo de un miembro de este grupo descubierto
en Australia, el cual presenta múltiples características que lo asemejan al
Megaraptor. Sin embargo, en 2012, Novas estipuló que, a diferencia de sus
parientes más primitivos, el Megaraptor compartía más rasgos con los
coelurosaurios que con los carharodontosáuridos, lo que de probarse, lo
ubicaría fuera de la familia de los neovenaóridos.
Garras
en Forma de Hoz
El Megaraptor es conocido por sus
garras inusualmente largas en el primer dedo de sus patas delanteras. Éstas
llegaban a medir hasta 42 centímetros de largo y eran considerablemente
gruesas. Por si fuera poco, es probable que estuviesen cubiertas por una capa
de queratina, lo que las haría aún más voluminosas, alargadas y puntiagudas.
Estas garras eran, sin duda, un arma letal que el dinosaurio utilizaba para
rasgar a sus víctimas. Se cree que el Megaraptor se valía de éstas para
desgarrar la carne de grandes presas, como los saurópodos, rasgándola
continuamente y de esta forma, desangrarlas hasta que cayeran debilitadas y
exhaustas. Es probable que también la utilizaran contra miembros de su propia
especie en competencias por el alimento o por el derecho a reproducirse.
Hábitat
Hace aproximadamente 90 millones
de años, en la época del Megaraptor, Argentina estaba cubierta de grandes
bosques, valles y terrenos abiertos cercanos al océano, el cual servía de
desembocadura para numerosos y prominentes ríos que abastecían la zona. En ese
entonces, el entorno era afectado por una actividad volcánica irregular que gradualmente
contribuía a la transformación del paisaje. El Megaraptor compartía este
hábitat cambiante con herbívoros que incluían enormes saurópodos como el
Futalognkosaurio y con diversos tipos de ornitópodos, además de hacerlo con
otros terópodos que incluían alvaresáuridos como el Patagonikus, dromeosaurios unenlangíidos, como el Unenlagia y con
abelisáuridos y allosauroides carcharodontosáuridos en los que encontraría
competencia por el alimento.
Comportamiento
Poco se conoce sobre los hábitos
de este enigmático dinosaurio. Sin embargo, basándose en el hallazgo de fósiles
de otros neovenatóridos pertenecientes a varios individuos y considerando que
los dinosaurios herbívoros más abundantes de la zona eran saurópodos de gran
tamaño, los científicos teorizan que el Megaraptor pudo haber adoptado una
conducta grupal. Esto le facilitaría la caza de presas de gran magnitud y les
proporcionaría mayor seguridad a los individuos jóvenes a fin de garantizar la
supervivencia de las próximas generaciones.