Megalosaurio
Localización: EuropaClasificación: Saurischia, Terópodo, Megalosáurido
Significado del nombre: “Lagarto Grande”
Tamaño: 9 metros de largo
Período: Jurásico
Dieta: Carnívoro
Características
Los fósiles encontrados hasta el
momento muestran que el Megalosaurio era un depredador de mediano tamaño,
midiendo alrededor de 9 metros de largo, además de que presentaba la típica estructura
de un terópodo tetanuro. Contaba con un cráneo grande, tenía forma cuadriforme
y presentaba mandíbulas alargadas repletas de afilados dientes en forma de
cuchilla, ideales para sostener presas en movimiento y para desgarrar carne. Este
terópodo contaba con un cuello corto, pero a su vez, fuerte y flexible que le
permitía mover su cabeza con agilidad. Sus brazos eran pequeños con relación a
los de otros dinosaurios carnívoros y terminaban en tres dedos provistos de afiladas garras, las
cueles eran eficientes no a la hora de manipular comida, sino también a la hora
de utilizarlas como armas de defensa, de combate y quizá, hasta de caza. A
pesar de que su cuerpo era robusto, su peso no era superior a 1.5 toneladas y
sus patas traseras eran largas y fuertes, permitiéndole moverse a velocidades
considerables para un animal de su tamaño. Su larga cola era robusta, pero
estaba achatada a los lados, una característica no muy usual en muchos
terópodos. Se cree que este diseño pudo haberle ayudado a movilizarse por agua.
Es decir, que lo hiciera capaz de nadar.
Historia
El Megalosaurio fue el primer
dinosaurio descubierto por la comunidad científica y también, el primero en ser
estudiado, descrito y nombrado. No es de sorprender entonces que en sus
inicios, fuera un total misterio y que incluso, los detalles más básicos sobre
su entidad, tales como su apariencia y hasta su propia existencia fueran objeto
de debate. El primer hueso de Megalosaurio fue descubierto por unos excavadores
en 1676 en una cantera de Cornwell en Oxfordshire, Inglaterra desde donde fue
enviado al químico y naturalista, Robert Plot de la Universidad de Oxford,
quien rápidamente se percató que se trataba de un fémur perteneciente a un
vertebrado incluso más grande que cualquier especie conocida hasta entonces y
así lo publicó en 1677 con una ilustración del fósil. Dado que este era el
primer hueso de dinosaurio que la comunidad científica había visto, Plot y
científicos subsiguientes no estaban seguros de lo que era y sugirieron que el
fémur pertenecía a una criatura que murió ahogada durante el Diluvio Universal
narrado en el Libro del Génesis, en la Biblia. Incluso se llegó a pensar que el
hueso pertenecía a un humanoide gigante que murió en dicho suceso. Pasaría más
de un siglo para que nuevos descubrimientos e investigaciones arrojaran nueva
luz sobre la identidad de la criatura y para entonces, el fósil se habría
perdido, dejando como único registro de su existencia la publicación de Plot en
el libro "Historia Natural de Oxfordshire". Pero a partir de finales
del Siglo XVIII, más huesos serían recuperados en las canteras de Stonesfield
en Oxfordshire, Inglaterra, entre los que resalta un dentario parcial, algunas
vértebras, una pelvis fragmentaria, un omóplato y parte de las patas traseras. Para
entonces, había más avances en los conocimientos sobre geología y anatomía que
permitirían tener una nueva visión de la criatura. En esta época estaban
ganando auge las teorías de Georges Cuvier, anatomista francés que sugeriría
que una especie o un grupo de especies podría enfrentar un evento catastrófico con
el potencial de poner fin a su existencia (es decir, una extinción). Cuvier
examinó los fósiles en 1818, durante una visita al entonces director del Museo
de Ashmolean, William Buckland, a quien fueron enviados los huesos recuperados
en Stonesfield y juntos llegaron a la conclusión de que pertenecían a un reptil
más grande que cualquier otro antes visto, llegando a medir quizá hasta 12
metros de largo. En 1824, Buckland publica la existencia de esta criatura bajo
el nombre de "Megalosaurio" que en griego significa "lagarto
grande", tratándose ésta de la primera descripción hecha de un dinosaurio,
siendo 18 años anterior a la introducción de la palabra "dinosauria" por
Sir Richard Owen. Posteriormente en 1827, Gideon Mantell asignaría el binomial "bucklandii"
al género, dándole así el nombre que hoy conserva la especie (Megalosaurus
bucklandii). Sin embargo, la visión científica aún no era capaz de concebir al
Megalosaurio de Buckland con una apariencia muy diferente a la de los reptiles
actuales, por lo que muchos lo visualizaban como un enorme lagarto, ganando así
el apodo de "El Varano de Stonesfield". No sería hasta finales del
Siglo XIX que nuevos hallazgos revelarían que, al igual que otros dinosaurios
posteriormente descubiertos, el Megalosaurio caminaba sobre dos patas. Mas no
sería hasta la segunda mitad del Siglo XX que sería representado con una
postura más realista, siendo un animal bípedo que mantenía su cuerpo horizontal
con respecto al suelo y que no superaba los 9 metros de longitud. Después de
este proceso de cambio de apariencia, en 1995, más fósiles fueron encontrados y
asignados al género, mas no a la misma especie. Este nuevo hallazgo consta de una
tibia y tres metatarsos más robustos que los vistos en el material anterior y
fueron clasificados como una nueva especie de Megalosaurio, conocida como
"Megalosaurus phillipsi". No obstante, actualmente ésta es
considerada como una especie dudosa.
Un Cajón de Dinosaurios
Durante un tiempo, el Megalosaurio
fue considerado como lo que los científicos llaman un "cajón de
desperdicios genérico", término utilizado para referirse a un género de
organismos particulares que funciona como recipiente para muchos otros. Esto se
debe a que el nombre "Megalosaurio" fue utilizado durante décadas
para clasificar a cerca de 50 especies (hoy, considerados géneros separados) de
dinosaurios, pues a lo largo de la historia, muchos científicos han mencionado
hallar nuevas especies de Megalosaurio cuando estudios posteriores revelan que
en realidad se tratan de otros tipos de dinosaurio. Algunos de estos
dinosaurios alguna vez considerados como "Megalosaurio" son: el
Dilophosaurio, el Carcharodontosaurio, el Eustreptospóndylus, el
Metriacanthosaurio, el Dryptosaurio, el Proceratosaurio, el Majungasaurio e
incluso, el Plateosaurio (a pesar de ni siquiera ser un terópodo). De hecho, hoy
algunos paleontólogos no descartan la posibilidad de que varios de los huesos
estudiados por William Buckland en 1824 (actualmente clasificados como
Megalosaurio bucklandii) pertenecieran en realidad a diferentes especies de
terópodos.
Hábitat
El Megalosaurio habitó en lo que
actualmente es Inglaterra desde hace 170 millones de años hasta hace 155
millones de años, a mediados del período Jurásico. Durante ese tiempo, Europa
consistía en una serie de islas divididas del continente por un mar poco
profundo conocido como el Mar de Tetis. La geografía en ese entonces era
similar a la del Caribe actual, dotando a este archipiélago y a la región
continental de un clima tropical, abundante en diversos tipos de coníferas y
múltiples especies de arecáceas y helechos. Irónicamente, el Reino Unido, junto
con la Península Ibérica y el área continental, en ese entonces constituía una
de las expansiones territoriales de mayor extensión, pero su entorno no variaba
demasiado con respecto a las islas más pequeñas. En este mundo húmedo y
exuberante, el Megalosaurio competía con otros terópodos similares como el
Eustreptospóndylus por presas como el Cetiosaurio y el Lexovisaurio.
Comportamiento
Pese al antiguo registro fósil que
se tiene del Megalosaurio, el material que se tiene de él no es suficiente para
darnos una idea clara de cómo se comportaba, pero al compararlo con terópodos
similares, los expertos especulan que éste era un animal altamente competitivo
que prefería un estilo de vida solitario. Se cree que los megalosaurios preferían
cazar presas con una diferencia en tamaño relativamente leve. Además, es de
considerar que la mayoría de los herbívoros presentes en el ecosistema del
Megalosaurio raramente alcanzaban el doble de su tamaño, un factor usual en
espacios limitados, tales como islas. Esto indica que el Megalosaurio no
necesitaría reunirse en grandes grupos para derribar a la mayoría de los
herbívoros con los que compartía su entorno y en cambio, estaría más dispuesto
a competir que a compartir a la hora de obtener alimento. Los fósiles sugieren
que tenía brazos fuertes y garras diseñadas para desgarrar carne que, junto con
sus mandíbulas profundas llenas de filosos dientes, le proporcionaban un arma formidable
para cazar y que además, contaba con las características necesarias para un
gran corredor, por lo cual, el Megalosaurio contaba con las herramientas
necesarias para enfrentar presas que lo asemejaran en tamaño sin necesidad de
refuerzos. Debido a la falta de material fósil de individuos jóvenes, se
desconoce cómo era su interacción filo-paternal. Algunos creen que las crías
quedaban bajo el cuidado exclusivo de la hembra durante un período de tiempo
determinado.
_____________________________________________
Y para concluir, cierro esta entrada agradeciendo a todos por sus visitas y participación en el blog y por promover el interés y la investigación sobre estas fabulosas criaturas que inspiran nuestro blog, los terópodos.