31 de diciembre de 2013

Dinoficha: Espinosaurio

Muy bien, estimados lectores. El 2013 está llegando a su fin y quisiera cerrarlo con algo grande. Y ¿qué mejor forma de hacerlo que con la dinoficha del terópodo más grande hasta ahora conocido? Sabrán que me refiero también a un dinosaurio bastante reconocido desde los inicios de este siglo. Así es. Hablo de...¡El famoso Espinosaurio!

Espinosaurio


Localización: África del Norte
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Espinosáurido
Especies: S. aegyptiacus, S. marocannus
Significado del nombre: Lagarto con Espinas
Tamaño: 16 a 18 metros de largo (especulación)
Período: Cretáceo
Dieta: Combinación de Piscívora y Carnívora

Características
El Espinosaurio es un dinosaurio tan bizarro como enigmático. Se conoce sólo por una pequeña cantidad de fósiles, pero su aspecto ha sido descifrado con precisión gracias a algunos registros de fósiles y documentos recopilados. Éstos sugieren que el Espinosaurio era miembro del grupo al que pertenecían el Baryonyx, el Suchomimus y otros terópodos similares, los cuales se caracterizan por poseer mandíbulas estrechas y achatadas, con una estructura similar a la de los cocodrilos. Además de presentar estas características, algunos restos de las mandíbulas del Espinosaurio nos dicen que ésta constaba de una cantidad aproximada de 38 dientes en la mandíbula superior y 30 en la inferior, sumando un total de 68 dientes. Los dientes eran cónicos y poco curvados y, a diferencia de la estructura dental observada en la mayoría de los terópodos, el extremo del hocico del Espinosaurio contenía dientes sumamente largos. Tras éste se situaba una especie de diastema con una escasa presencia de dientes y terminaba uniéndose a los maxilares. Estos pocos fósiles de mandíbula hallados también han permitido calcular que la longitud del cráneo de este animal fue probable y aproximadamente de 1.75 metros, lo que a su vez, permite deducir que el animal completo pudo haber alcanzado una longitud oscilante entre 16 y 18 metros, siendo el mayor terópodo hasta ahora encontrado. Al igual que el Baryonyx y el Suchomimus, es probable que el Espinosaurio poseyera brazos largos y fuertes, provistos de enormes garras curvas, siendo la del primer dígito, particularmente, muy larga y en forma de garfio, además de presentar una cresta estrecha en la parte superior del cráneo. Sin embargo, la característica más destacada de esta criatura y la que le dio su nombre fueron las sorprendentes elevaciones que sobresalían de sus vértebras (Espinosaurio significa “lagarto con espinas”). Éstas están formadas por espinas neurales, algunas de las cuales se extienden casi 2 metros sobre el lomo el animal, formando una estructura ósea similar a una vela o a una joroba en forma de semicírculo.

Descubrimiento e Historia
Los primeros fósiles de Espinosaurio fueron descubiertos en 1912 por el paleontólogo alemán Ernst Stromer von Reichenbach y su asistente de campo, Richard Markgraf, en una expedición realizada a la Formación Bahariya, en Egipto. Su hallazgo incluía huesos maxilares fragmentarios, un dentario incompleto de 75 cm de largo, 19 dientes, 2 vértebras cervicales incompletas, varias costillas, una gastralia, 8 centros caudales y lo más impresionante, 7 vértebras dorsales con largas espinas neurales bien conservadas. Más tarde, en 1915, el mismo Stromer nombró su descubrimiento “Spinosaurus aegyptiacus”, literalmente, “Lagarto con Espinas de Egipto”, aludiendo a la asombrosa longitud de las espinas neurales. Debido a los pocos restos hallados, en su descripción, Stromer ilustró al Espinosaurio como un carnosaurio similar al Megalosaurio, con un cráneo profundo y brazos relativamente cortos. No sería hasta 1989 que Gregory S. Paul propusiera un aspecto diferente para este terópodo. El espécimen de Stromer fue exhibido en Museo de la Alte Academie, en Munich, Alemania, pero lamentablemente, fue destruido junto con el museo en 1944 por los bombardeos en la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. No obstante, algunas fotografías y documentos pudieron recuperarse.

En 1996, un descubrimiento sin precedentes tuvo lugar cuando Dale Russel estudiaba unos huesos provenientes de una formación en Kem Kem, Marruecos. Éstos consistían en una vértebra cervical central, un dentario anterior y otro central y un arco neural dorsal. El único dinosaurio al que parecían asimilarse era al Espinosaurio descubierto casi un siglo antes por Ernst Stromer. De esta forma, Russel lo asignó al género Spinosaurus, aunque propuso que se trataba de una especie diferente a la que llamó “Spinosaurus marocannus”, que significa “Lagarto con Espinas de Marruecos”. Posteriormente, en 1998, junto a Philippe Taquet, Russel describió otro ejemplar que incluía un premaxilar parcial, un maxilar parcial, el vómer y fragmentos del dentario. Este nuevo ejemplar confirmaría la verdadera apariencia del Espinosaurio, sugerida por Paul 9 años antes: un dinosaurio muy similar al Baryonyx, siendo más grande y con espinas neurales de gran longitud.

Más tarde, en 2005, Cristiano Dal Sasso y sus colegas del Museo Cívico de Historia Natural en Milán, describieron otro espécimen proveniente Kem Kem. Este hallazgo, a pesar de que sólo consiste en un premaxilar, un maxilar parcial y partes del nasal, tenía la particularidad de pertenecer a un ejemplar adulto, lo que permitió a los paleontólogos ampliar sus estimaciones para el tamaño del Espinosaurio. No obstante, la imagen del Espinosaurio se definiría aún más con una cresta encontrada en un segundo ejemplar descrito por Dal Sasso ese mismo año.

Elevaciones Vertebrales
La característica que más resalta en el Espinosaurio son las sorprendentemente largas espinas neurales que forman grandes elevaciones en sus vértebras, las cuales podían extenderse casi 2 metros sobre el dorso del animal. La función de estas prolongaciones sigue siendo un misterio para los paleontólogos, pero se han propuesto varias teorías. La más aceptada hasta el momento es que éstas estaban unidas por una fina capa de piel que cubría una serie de vasos sanguíneos, formando una especie de vela. Esta “vela dorsal” pudo haber servido como un aparato biológico de termorregulación que liberaba o absorbía calor gracias a la presencia de los vasos sanguíneos. Otra teoría sobre el uso de esta vela sugiere que ésta servía para comunicación corporal, de modo que pudo haber sido una estructura de coloración brillante, aunque hay quien teoriza que el Espinosaurio pudo haber tenido la capacidad de bombear sangre hacia la vela mediante los ductos sanguíneos, permitiendo que ésta cambiara de color para atraer la atención del sexo opuesto o bien, para intimidar a sus rivales, aparentando ser más grande de lo que es. No obstante, otra línea teórica sugiere que las elevaciones vistas en el lomo del Espinosaurio sostenía, más que una vela, una especie de joroba que le permitía almacenar grasa, dándole al animal la capacidad de acumular grandes cantidades de energía aún cuando no dispusiera de mucho alimento. El mayor exponente de esta teoría es el paleontólogo Jack Bowman Bailey, quien consideró que la estructura ósea observada en las espinas neurales del Espinosaurio se asemeja a la observada en el lomo de animales con joroba, como el bisonte.

¿El Terópodo más Grande Conocido?
A pesar de la escasez de material fósil, recientemente los expertos han sido capaces de realizar varias investigaciones sobre el tamaño del Espinosaurio. De hecho, incluso el ejemplar de Stromer, tratándose de un espécimen sub-adulto, mostraba ser un terópodo de grandes proporciones. Actualmente, algunos expertos le han asignado una longitud de 14 metros basándose en los documentos que aún se conservan sobre éste. Teniendo esto en cuenta, entre las décadas de 1980 y 1990, varios paleontólogos sugirieron que un ejemplar adulto pudo haber alcanzado una longitud cercana a los 15 metros. No obstante, hallazgos y estudios más recientes han dado lugar a estimaciones más osadas. El cráneo parcial descrito por el equipo de Cristiano Dal Sasso en 2005, por ejemplo, pertenecía a un animal adulto y mide cerca de 1.75 metros. Basándose en estas medidas, Dal Sasso y su equipo dedujeron que el animal completo pudo haber alcanzado los 16 o incluso, los 18 metros de longitud, además de llegar a un peso oscilante entre las 7 y las 9 toneladas (algunos, incluso, han propuesto un peso de hasta 14 toneladas), convirtiéndolo en el mayor terópodo conocido, superando al Carcharodontosaurio, con el cual compartió su hábitat, e incluso al Gigantosaurio carolinii, el terópodo más grande del cual se tiene buena evidencia (rivalizando éstos con el T-rex). De acuerdo a estos estimados, la altura de este terópodo oscilaría entre 4 y 4.5 metros hasta las caderas (aproximadamente, 6 metros hasta la punta de la vela). Sin embargo, estas estimaciones y el estudio de Dal Sasso en sí han sido objeto de polémica desde su publicación. Diversas estimaciones para la longitud de esta criatura se han propuesto durante la última década y éstas varían desde medidas moderadas de, aproximadamente, 13 metros hasta los exorbitantes 18 metros propuestos por Dal Sasso y otros investigadores (hasta ahora, las mayores estimaciones sugeridas para un terópodo). Hasta no encontrarse más material fósil de buena calidad, el tamaño del Espinosaurio y su lugar en la escala como el terópodo más grande continuarán siendo un enigma. Aún así, es sabido que el Espinosaurio es uno de los mayores terópodos conocidos por la paleontología, si no el mayor.

Hábitat
El Espinosaurio vivió en lo que hoy es el Desierto del Sahara, en el Norte de África, desde hace 112 a 94 millones de años atrás, a mediados del Cretáceo. Durante ese tiempo, lo que en la actualidad es el desierto más grande y cálido del planeta, estaba compuesto por llanuras inundables, pantanos e incluso pequeñas selvas tropicales. No obstante, también había extensas sabanas, terrenos áridos y bosques secos, en los que abundaban las grandes manadas de saurópodos migrantes, siendo perseguidas por enormes carnosaurios como el Carharodontosaurio. Lo más sorprendente, sin embargo, es que esta parte del continente colindaba con el mar por el Norte, el Este y el Sudoeste. Lo más probable es que el Espinosaurio habitara en las zonas más húmedas, en las que se alimentaba de los peces y animales pequeños que aprovechaban los recursos que proveían estos paisajes. No obstante, debido a la ubicación geográfica de de estas llanuras, la estación seca en las mismas tendía a ser muy intensa, por lo que es probable que los habitantes de estas áreas húmedas y exuberantes, como el Espinosaurio, se vieran obligados movilizarse a las costas marítimas, en busca de su principal fuente de alimento.

Comportamiento
Poco se sabe sobre el comportamiento del Espinosaurio debido a la escasez de material fosilizado. Sin embargo, al considerar que esta criatura, como todos los espinosáuridos, parece compartir varias características con los cocodrilos y que su dieta era mayormente piscívora, los paleontólogos especulan que pasaba la mayor parte de su vida cerca de los grandes cuerpos de agua, alimentándose de los enormes peces que en ellos abundaban y del mismo modo, de los pterosaurios y dinosaurios de pequeño tamaño que se beneficiaban de estos recursos de agua.  En cuanto a su comportamiento social, teniendo en cuenta la probabilidad de que este terópodo haya sido el mayor depredador de la zona, considerando además el tipo de presas del que se alimentaba, algunos especulan que el Espinosaurio fue un animal mayormente solitario y territorial. Si bien es cierto que otros terópodos de gran tamaño tendían a cazar en grupo y que incluso los cocodrilos lo hacen en la actualidad, es de reconocer que el tipo de presas que cazaba el Espinosaurio era muy distinto al de los anteriores. Es decir, mientras algunos carnosaurios grandes como el Carcharodontosaurio debían atacar grupalmente a presas imponentes como el Paralititán y otros saurópodos, el Espinosaurio se limitaba a peces, pterosaurios y dinosaurios mucho más pequeños que él debido a su delicada estructura mandibular, siendo éstas presas por las que es preferible competir que compartir. Es probable, sin embargo, que, durante la época de reproducción, hubiera algún tipo de agrupación en el que se llevaba a cabo la selección de pareja. Probablemente entre los machos surgirían confrontaciones consistentes en mostrar las velas dorsales con el objeto de intimidar a los oponentes y ganar acceso a las hembras. Un macho se reproduciría con varias hembras y, de igual forma, las hembras tendrían múltiples parejas, similar a como ocurre con los cocodrilos. Al finalizar la época de reproducción, estos grupos se dividirían y las hembras quedarían a su propio destino para desovar y cuidar individualmente de sus crías durante un corto período de tiempo.

22 de noviembre de 2013

Dinoficha: Megaraptor

Saludos, estimados lectores. Lamento todo este tiempo sin publicar nada en el blog, pero hoy vuelvo con la dinoficha de un terópodo con una historia muy peculiar que vale la pena conocer. Esta entrada será de gran interés para muchos de ustedes, pero quizá especialmente, para nuestros lectores de Argentina, tierra que hace millones de años fue el hogar de impresionantes especies de dinosaurios, incluyendo al que hoy dedicamos esta nueva ficha: El Megaraptor namunhuaiquii.

Megaraptor
Ilustración de Christopher Chávez

Localización: Sudamérica
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Neovenatórido
Significado del nombre: Gran Ladrón
Tamaño: 8 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características
Dado que el Megaraptor sólo se conoce por unos pocos esqueletos incompletos, es escasa la información que se tiene sobre su apariencia física, pero sus restos revelan que fue un dinosaurio carnívoro de mediano tamaño, alcanzando una longitud de hasta 8 metros. Por otra parte, gracias al conocimiento que se tiene de otros terópodos que junto con él conforman la familia de los neovenatóridos, los expertos especulan que debió contar con fuertes patas traseras que le permitirían desplazarse velozmente durante un corto período de tiempo, pese a que en contraste con otros miembros de dicha familia, su contextura corporal era bastante robusta, lo que sugiere que se trataba de un género avanzado de la misma, siendo clasificado en una subfamilia de neovenatóridos llamada precisamente, megaraptora. La característica más resaltante del Megaraptor es una enorme garra de 42 centímetros ubicada en el primer dedo de cada pata delantera, lo que lo asemejaba a los espinosáuridos. Estas garras, sin embargo, eran más curvas que las que presentaban éstos últimos, tenían forma de hoz, siendo bastante similares a las que presentan los dromeosáuridos en el segundo dedo de sus patas traseras. No es de sorprender que sus brazos también fueran inusualmente largos y que estuvieran provistos de fuertes músculos, lo que indica que las patas delanteras eran una herramienta de gran importancia para el Megaraptor a la hora de derribar a sus presas o de luchar contra un posible rival.

Descubrimiento e Historia
El Megaraptor fue descubierto en 1996 por el paleontólogo argentino, Fernando E. Novas. Este primer fósil sólo consistía en una garra, siendo la más grande vista en un dinosaurio carnívoro. Basándose en la forma y el tamaño de la garra, Novas clasificó al nuevo terópodo como el mayor dromeosaurio jamás encontrado y así lo publicó en su descripción en 1998 con el nombre “Megaraptor namunhuaiquii”, que significa “ladrón gigante con lanza en el pie”. Se pensó que el Megaraptor pertenecía al grupo de los unenlangíidos (una rama de la familia de los dromeosaurios muy poco conocida entonces) e incluso, se consideró como la versión adulta del Unenlagia comahuensis. No fue hasta 2004 que Novas, junto a varios colegas, incluyendo a Jorge O. Calvo descubriera y describiera un ejemplar que consistía en un brazo completo, el cual revelaría que la garra en realidad pertenecía a las patas delanteras y no a las traseras como en los dromeosáuridos. El hallazgo de este nuevo fósil desmintió la idea de que el Megaraptor fue el dromeosaurio más grande conocido, pero abrió paso a un intenso debate sobre su clasificación, ya que los pocos fósiles conocidos presentaban características de diversos tipos de terópodo. Finalmente, en 2010, Roger Benson, Matthew T. Carrano y Stephen L. Brusatte describieron una nueva familia de terópodos allosauroides a la que nombraron “neovenatóridos”, familia a la que fue asignado el Megaraptor tras el hallazgo de un miembro de este grupo descubierto en Australia, el cual presenta múltiples características que lo asemejan al Megaraptor. Sin embargo, en 2012, Novas estipuló que, a diferencia de sus parientes más primitivos, el Megaraptor compartía más rasgos con los coelurosaurios que con los carharodontosáuridos, lo que de probarse, lo ubicaría fuera de la familia de los neovenaóridos.

Garras en Forma de Hoz
El Megaraptor es conocido por sus garras inusualmente largas en el primer dedo de sus patas delanteras. Éstas llegaban a medir hasta 42 centímetros de largo y eran considerablemente gruesas. Por si fuera poco, es probable que estuviesen cubiertas por una capa de queratina, lo que las haría aún más voluminosas, alargadas y puntiagudas. Estas garras eran, sin duda, un arma letal que el dinosaurio utilizaba para rasgar a sus víctimas. Se cree que el Megaraptor se valía de éstas para desgarrar la carne de grandes presas, como los saurópodos, rasgándola continuamente y de esta forma, desangrarlas hasta que cayeran debilitadas y exhaustas. Es probable que también la utilizaran contra miembros de su propia especie en competencias por el alimento o por el derecho a reproducirse.

Hábitat
Hace aproximadamente 90 millones de años, en la época del Megaraptor, Argentina estaba cubierta de grandes bosques, valles y terrenos abiertos cercanos al océano, el cual servía de desembocadura para numerosos y prominentes ríos que abastecían la zona. En ese entonces, el entorno era afectado por una actividad volcánica irregular que gradualmente contribuía a la transformación del paisaje. El Megaraptor compartía este hábitat cambiante con herbívoros que incluían enormes saurópodos como el Futalognkosaurio y con diversos tipos de ornitópodos, además de hacerlo con otros terópodos que incluían alvaresáuridos como el Patagonikus, dromeosaurios unenlangíidos, como el Unenlagia y con abelisáuridos y allosauroides carcharodontosáuridos en los que encontraría competencia por el alimento.

Comportamiento
Poco se conoce sobre los hábitos de este enigmático dinosaurio. Sin embargo, basándose en el hallazgo de fósiles de otros neovenatóridos pertenecientes a varios individuos y considerando que los dinosaurios herbívoros más abundantes de la zona eran saurópodos de gran tamaño, los científicos teorizan que el Megaraptor pudo haber adoptado una conducta grupal. Esto le facilitaría la caza de presas de gran magnitud y les proporcionaría mayor seguridad a los individuos jóvenes a fin de garantizar la supervivencia de las próximas generaciones.

6 de octubre de 2013

Dinoficha: Tiranosaurio rex

Bueno, ha llegado el 108 Aniversario del rey de los dinosaurios, queridos lectores. Sin embargo, creo que ya hemos hablado bastante sobre el Tiranosaurio a lo largo de este año. Así que en lugar de publicar un homenaje a nuestro querido T-rex, hoy, 6 de octubre de 2013, celebramos el Día de Rex con su tan anhelada dinoficha. Así que sin más preámbulos, aquí está finalmente la dinoficha del legendario ¡Tiranosaurio rex!

Tiranosaurio rex
Localización: Norteamérica
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Tiranosáuridos
Significado del nombre: “Rey lagarto tirano”
Tamaño: 12-15 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características 
El Tiranosaurio rex ha sido el carnívoro terrestre más grande que haya vivido en lo que hoy es América del Norte. Dado que se han descubierto más de 30 ejemplares de este dinosaurio, algunos de los cuales están bien conservados, se tiene una idea bastante certera de su aspecto físico. El Tiranosaurio llegaba a medir de 12 a 15 metros de longitud, alcanzaba una altura de 4 a 5 metros y se estima que podía llegar a pesar de 5 a 9 toneladas. Este dinosaurio tenía un enorme cráneo de más de 1.53 metros de largo y se componía de una gran cantidad de huesos fusionados, lo que le daba una estructura más maciza que la vista en otros terópodos. Sin embargo, la característica principal del Tiranosaurio rex era su enorme boca, con la que era capaz de engullir hasta 230 kilos de carne y huesos en un solo bocado. Ésta estaba dotada de 50 anchos dientes de hasta 19 centímetros de largo, capaces de triturar huesos, además de desgarrar carne. Estos dientes eran curvos, lo que le ayudaba a sostener a su presa con mayor firmeza al momento de atacar. Gracias a su estructura mandibular y a los músculos del cráneo, este terópodo podía ejercer de 3.6 a 5.8 toneladas de fuerza (de 35.6 a 57.2 kilonewtons) al morder. Las ventanas orbitales del T.rex estaban posicionadas hacia el frente, por lo que sus ojos apuntaban hacia la misma dirección, proveyéndole al animal una visión binocular estereoscópica. A pesar de contar con una estructura maciza, gran parte de los huesos de este gran carnívoro eran huecos, lo cual era común en los terópodos y le ayudaba a ganar rapidez mientras se movía debido a que le restaba peso. Como todo terópodo, el T.rex, se movía sobre sus patas traseras, las cuales estaban dotadas de fuertes huesos y poderosos músculos que le permitían moverse con gran rapidez. De hecho, un estudio reciente reveló que el Tiranosaurio poseía fuertes músculos caudofemorales que se extendían desde el muslo hasta la larga cola de la criatura, proporcionándole fuerza. El mismo dio a demostrar que las costillas en las vértebras de la cola del T. rex se encuentran bastante arriba, dejando un amplio espacio a lo largo del extremo inferior de la cola, de tal forma que los extensos músculos caudofemorales se expandían y se engrosaban, dándole al animal una gran fuerza de tracción al momento de correr. Los miembros delanteros, por otro lado, eran muy pequeños y su función es objeto de debate. Las teorías más aceptadas sugieren que servían principalmente para balancear el peso de su enorme cráneo. Estos pequeños brazos sólo estaban compuestos por dos dedos diminutos en cada extremidad. Sin embargo, un estudio demostró que a pesar de ser cortos con relación al tamaño del animal, estaban dotados de fuertes músculos que le permitían levantar cargas de hasta 180 kilogramos. Por esa razón, algunos paleontólogos afirman que las extremidades delanteras del T.rex pudieron haber tenido otra función, además de ayudarle a sostener el peso de su enorme cabeza. Otro tema de polémica sobre la apariencia del T.rex consiste en la presencia de plumas en su cuerpo debido a los recientes hallazgos de tiranosauroides emplumados en Asia. La mayoría de los expertos sostiene que, a diferencia de sus relativos orientales, el Tiranosaurio no necesitaría una capa de plumaje compleja, contando sólo con una escasa o bien, ninguna presencia de plumas en su cuerpo, ya que éste vivía en un ambiente más cálido y, gracias a su enorme tamaño, su organismo quemaba calorías a un ritmo más acelerado que el de sus semejantes asiáticos, lo que significa que no necesitaría un mecanismo de termorregulación corporal externo. Sin embargo, pocos descartan la posibilidad de que, al menos en sus etapas juveniles, el T.rex estuviese cubierto por una fina capa de plumón que no sólo le ayudaría a conservar su temperatura corporal, sino que también le brindaría camuflaje.

Descubrimiento e Historia
En el año 1902, inspirado por una supuesta roca fosilizada en forma de hueso, descubierta en 1892 por Edward Drinker Cope (1840-1897), la cual se usaba como “pincha papeles” en el Museo de Historia Natural en New York, el paleontólogo Barnum Brown (1873-1963) realizó una expedición a Wyoming, donde descubrió el esqueleto del dinosaurio al que pertenecía la roca de Cope. El espécimen fue llamado “Dynamosaurio imperiosus”. Sin embargo, Brown no sabía que había descubierto al dinosaurio que algún día se convertiría en el más famoso de todos los tiempos, el Tiranosaurio rex. El nombre “Tiranosaurio Rex” le fue otorgado al espécimen de Brown el 6 de octubre de 1905 por su jefe, Henry Fairfield Osborn. 
Eventualmente, la roca de Cope, anteriormente llamada "Manospondylus gigas" fue asignada por Osborn al género "Tyrannosaurus" en 1912. A partir de entonces, se desenterró una cantidad considerable de fósiles de Tiranosaurio, pero ninguno consistía en un esqueleto completo. No fue hasta el 12 de agosto de 1990 que Susan Hendrickson, unida a un equipo del Instituto de Black Hills, realizó una expedición a Dakota del Sur y descubrió los restos del Tiranosaurio más completo que se haya encontrado hasta el día de hoy. El espécimen fue apodado “Sue” y es el ejemplar mejor articulado y preservado que se halla desenterrado de un Tiranosaurio y hoy, se exhibe en el Field Museum of Natural History, Chicago. Sue parecía haber sido también el más grande, antes de que los restos incompletos de un T-rex apodado “Celeste rex” fueran descubiertos en el año 2000 por un equipo del Museo de las Rocosas, Montana. Los huesos recuperados de este espécimen parecían superar en tamaño a los de Sue. Los paleontólogos han afirmado que este nuevo espécimen pudo haber alcanzado los 15 metros de largo, convirtiéndolo en el fósil del mayor Tiranosaurio jamás descubierto y llevando a los científicos a especular que el T-rex pudo haber sido aún más grande de lo que habían imaginado. Lo más sorprendente, sin embargo, es que se han hallado numerosos ejemplares que parecen superar las estimaciones del tamaño promedio propuestas para este terópodo. Desde que Barnun Brown descubrió el primer esqueleto de Tiranosaurio, se han encontrado más de 30 especímenes en la zona oeste y central de los Estados Unidos y al sudoeste de Canadá.  

Cerebro, Sentidos e Inteligencia
El Tiranosaurio es uno de los pocos dinosaurios cuyo cerebro ha sido estudiado de forma precisa. Es sabido que este terópodo poseía un cerebro del mismo tamaño que el de un gorila en el que, al igual que muchas aves de presa, la parte frontal estaba ocupada por grandes lóbulos olfativos. Esto indica que este dinosaurio podía olfatear una comida potencial a una distancia de 4 kilómetros o incluso, más. El Tiranosaurio tenía, además, un gran sentido de la audición que no sólo le permitía escuchar a sus presas a gran distancia, sino que también le ayudaba a identificar la dirección de donde provenía un sonido. Estudios recientes demuestran que el oído interno del Tiranosaurio muestra la capacidad de detectar ondas de sonido de baja frecuencia y por si fuera poco, estaba conectado, mediante una serie de nervios, a un tejido almohadillado en la base de sus patas traseras, lo que le permitía incluso sentir vibraciones leves a gran distancia. En cuanto a su sentido de la visión, es de notar que sus ojos estaban posicionados de tal forma que lo dotaban de una excelente visión binocular. Ésta le proporcionaba una mejor percepción de la distancia entre él y un punto fijo que aquellos animales cuyos ojos están posicionados en dirección opuesta. Sin embargo, algunos estudios han demostrado que su nervio óptico era pequeño con relación al tamaño del cráneo, lo que le dificultaría cazar en la oscuridad de la noche. Es probable que en estas circunstancias su visión dependiera principalmente del movimiento, además de valerse de sus demás sentidos. Respecto a su inteligencia, los restos descubiertos han revelado que el cerebro de esta criatura era muy pequeño con relación a su enorme cuerpo. Aún así, muchos científicos deducen que el Tiranosaurio era un animal astuto que se las ingeniaba para emboscar a sus presas, ya que la astucia y el intelecto no son factores dependientes del tamaño del cerebro del animal.

Hábitat   
El Tiranosaurio vivió desde hace 70 millones de años hasta hace 65 millones de años, a finales  del Cretáceo, en lo que hoy se conoce como Norteamérica. Se piensa que para entonces, éste era un lugar frondoso y de clima subtropical. Hay evidencia de que el hábitat del T.rex estaba compuesto por inmensos bosques, abundantes en coníferas, helechos, cicadáceas y otras plantas con frecuencia halladas en lugares con clima tropical o subtropical. Probablemente, este hábitat también consistía en zonas montañosas y extensas praderas alimentadas por cuerpos de agua dulce. Estos vastos terrenos subtropicales ocupaban casi toda la zona Oeste y una pequeña parte de la zona central de Norteamérica y contenían una abundante fauna que incluía paquicefalosaurios, troodóntidos, dromaeosáuridos, ornithomimusaurios, ankylosaurios, ceratopsianos, hadrosaurios, entre otros. Es probable que el Tiranosaurio rex habitara en las zonas más frondosas, desde donde acechaba a cualquier presa potencial, oculto tras la vegetación.


Comportamiento
Se han descubierto fósiles de T-rex con marcas de mordida causadas por otros de su especie. Algunos de estos ejemplares muestran signos de sanación, lo que sugiere que sobrevivieron al ataque, aunque también se han encontrado fósiles con heridas severas que, según algunos expertos, pudieron haber sido la causa de su muerte. Esto sugiere que el Tiranosaurio atacaba incluso a otros miembros de su especie y que, posiblemente, fue un animal territorial. Sin embargo, hallazgos recientes confirman que este dinosaurio cuidaba de sus crías. En el año 2000, se encontraron en Montana fósiles de Tiranosaurio pertenecientes a cinco individuos de diversa edad, los cuales parecen haber muerto en el mismo lugar, al mismo tiempo. Basándose en esto, algunos paleontólogos sugieren que es probable que el T.rex, a pesar de haber sido un animal agresivo que defendía su territorio, en época de reproducción adoptara un comportamiento grupal. Según estos expertos, en algunos casos, la familia permanecería unida hasta que las crías tuvieran la edad suficiente para valerse por sí mismos. Otras teorías dicen que, en ciertos casos, el macho era expulsado por la hembra luego de un tiempo, ya que hay ocasiones en que los machos de algunas especies de carnívoros devoran a su propia progenie, principalmente, en momentos de desesperación como la estación seca. Se piensa también que ocasionalmente, los adultos iban en busca de alimento, dejando a las crías vulnerables ante cualquier posible amenaza. No obstante, nuevas evidencias apuntan a que el T-rex defendía a sus crías durante cierto período de tiempo y que incluso les enseñaba a conseguir alimento por sí mismos, al menos, hasta que ellos lograran hacerlo de forma independiente o inclusive, durante mucho tiempo después. Según algunas teorías, es probable que una vez los jóvenes alcanzaban madurez, los miembros de la manada empezarían a sentirse estresados por situaciones como la disponibilidad de alimento, lo cual producía enfrentamientos entre ellos y posiblemente, cada individuo intentaría expulsarse el uno al otro de la zona de caza hasta que todos tomaban caminos separados e iban en busca de su propio territorio. Es probable que este comportamiento familiar no se volviera a repetir hasta la siguiente época de reproducción. Otra línea teórica sugiere que el Tiranosaurio era un animal con un sentido social bastante complejo que, generalmente, cazaba y se movía en manadas. Los expositores de esta teoría sostienen que los enfrentamientos entre miembros de la misma especie pudieron deberse a conflictos por el derecho a la reproducción o bien, a confrontaciones con miembros de otra manada.
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Y por supuesto, no podemos cerrar esta entrada sin antes decirles...


27 de septiembre de 2013

Dinoficha: Megalosaurio

Saludos, estimados lectores de Mundo Terópodo. Me complace anunciar que hoy este, su blog, celebra su cuarto aniversario y lo festeja con la publicación de la dinoficha de un terópodo muy especial, pues no se trata de un dinosaurio cualquiera, sino del dinosaurio que lo empezó todo. Así es. Estamos hablando del Megalosaurio, prácticamente el primer dinosaurio descubierto por la comunidad científica, siendo a su vez, una de las bases sobre las que se cimentaría la paleontología moderna. Por eso hoy, en su cuarto año de actividad, Mundo Terópodo celebra a la criatura que hizo posible el estudio de los dinosaurios. No sólo por el hecho de ser el primer dinosaurio del cual se tiene registro científico, sino también por el hecho de que fue un terópodo el que dio luz verde a la humanidad para el estudio de la vida prehistórica.

Megalosaurio
Ilustración de Raúl Martín

Localización: Europa
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Megalosáurido
Significado del nombre: “Lagarto Grande”
Tamaño: 9 metros de largo
Período: Jurásico
Dieta: Carnívoro

Características
Los fósiles encontrados hasta el momento muestran que el Megalosaurio era un depredador de mediano tamaño, midiendo alrededor de 9 metros de largo, además de que presentaba la típica estructura de un terópodo tetanuro. Contaba con un cráneo grande, tenía forma cuadriforme y presentaba mandíbulas alargadas repletas de afilados dientes en forma de cuchilla, ideales para sostener presas en movimiento y para desgarrar carne. Este terópodo contaba con un cuello corto, pero a su vez, fuerte y flexible que le permitía mover su cabeza con agilidad. Sus brazos eran pequeños con relación a los de otros dinosaurios carnívoros y terminaban en  tres dedos provistos de afiladas garras, las cueles eran eficientes no a la hora de manipular comida, sino también a la hora de utilizarlas como armas de defensa, de combate y quizá, hasta de caza. A pesar de que su cuerpo era robusto, su peso no era superior a 1.5 toneladas y sus patas traseras eran largas y fuertes, permitiéndole moverse a velocidades considerables para un animal de su tamaño. Su larga cola era robusta, pero estaba achatada a los lados, una característica no muy usual en muchos terópodos. Se cree que este diseño pudo haberle ayudado a movilizarse por agua. Es decir, que lo hiciera capaz de nadar.

Historia
El Megalosaurio fue el primer dinosaurio descubierto por la comunidad científica y también, el primero en ser estudiado, descrito y nombrado. No es de sorprender entonces que en sus inicios, fuera un total misterio y que incluso, los detalles más básicos sobre su entidad, tales como su apariencia y hasta su propia existencia fueran objeto de debate. El primer hueso de Megalosaurio fue descubierto por unos excavadores en 1676 en una cantera de Cornwell en Oxfordshire, Inglaterra desde donde fue enviado al químico y naturalista, Robert Plot de la Universidad de Oxford, quien rápidamente se percató que se trataba de un fémur perteneciente a un vertebrado incluso más grande que cualquier especie conocida hasta entonces y así lo publicó en 1677 con una ilustración del fósil. Dado que este era el primer hueso de dinosaurio que la comunidad científica había visto, Plot y científicos subsiguientes no estaban seguros de lo que era y sugirieron que el fémur pertenecía a una criatura que murió ahogada durante el Diluvio Universal narrado en el Libro del Génesis, en la Biblia. Incluso se llegó a pensar que el hueso pertenecía a un humanoide gigante que murió en dicho suceso. Pasaría más de un siglo para que nuevos descubrimientos e investigaciones arrojaran nueva luz sobre la identidad de la criatura y para entonces, el fósil se habría perdido, dejando como único registro de su existencia la publicación de Plot en el libro "Historia Natural de Oxfordshire". Pero a partir de finales del Siglo XVIII, más huesos serían recuperados en las canteras de Stonesfield en Oxfordshire, Inglaterra, entre los que resalta un dentario parcial, algunas vértebras, una pelvis fragmentaria, un omóplato y parte de las patas traseras. Para entonces, había más avances en los conocimientos sobre geología y anatomía que permitirían tener una nueva visión de la criatura. En esta época estaban ganando auge las teorías de Georges Cuvier, anatomista francés que sugeriría que una especie o un grupo de especies podría enfrentar un evento catastrófico con el potencial de poner fin a su existencia (es decir, una extinción). Cuvier examinó los fósiles en 1818, durante una visita al entonces director del Museo de Ashmolean, William Buckland, a quien fueron enviados los huesos recuperados en Stonesfield y juntos llegaron a la conclusión de que pertenecían a un reptil más grande que cualquier otro antes visto, llegando a medir quizá hasta 12 metros de largo. En 1824, Buckland publica la existencia de esta criatura bajo el nombre de "Megalosaurio" que en griego significa "lagarto grande", tratándose ésta de la primera descripción hecha de un dinosaurio, siendo 18 años anterior a la introducción de la palabra "dinosauria" por Sir Richard Owen. Posteriormente en 1827, Gideon Mantell asignaría el binomial "bucklandii" al género, dándole así el nombre que hoy conserva la especie (Megalosaurus bucklandii). Sin embargo, la visión científica aún no era capaz de concebir al Megalosaurio de Buckland con una apariencia muy diferente a la de los reptiles actuales, por lo que muchos lo visualizaban como un enorme lagarto, ganando así el apodo de "El Varano de Stonesfield". No sería hasta finales del Siglo XIX que nuevos hallazgos revelarían que, al igual que otros dinosaurios posteriormente descubiertos, el Megalosaurio caminaba sobre dos patas. Mas no sería hasta la segunda mitad del Siglo XX que sería representado con una postura más realista, siendo un animal bípedo que mantenía su cuerpo horizontal con respecto al suelo y que no superaba los 9 metros de longitud. Después de este proceso de cambio de apariencia, en 1995, más fósiles fueron encontrados y asignados al género, mas no a la misma especie. Este nuevo hallazgo consta de una tibia y tres metatarsos más robustos que los vistos en el material anterior y fueron clasificados como una nueva especie de Megalosaurio, conocida como "Megalosaurus phillipsi". No obstante, actualmente ésta es considerada como una especie dudosa.

Un Cajón de Dinosaurios
Durante un tiempo, el Megalosaurio fue considerado como lo que los científicos llaman un "cajón de desperdicios genérico", término utilizado para referirse a un género de organismos particulares que funciona como recipiente para muchos otros. Esto se debe a que el nombre "Megalosaurio" fue utilizado durante décadas para clasificar a cerca de 50 especies (hoy, considerados géneros separados) de dinosaurios, pues a lo largo de la historia, muchos científicos han mencionado hallar nuevas especies de Megalosaurio cuando estudios posteriores revelan que en realidad se tratan de otros tipos de dinosaurio. Algunos de estos dinosaurios alguna vez considerados como "Megalosaurio" son: el Dilophosaurio, el Carcharodontosaurio, el Eustreptospóndylus, el Metriacanthosaurio, el Dryptosaurio, el Proceratosaurio, el Majungasaurio e incluso, el Plateosaurio (a pesar de ni siquiera ser un terópodo). De hecho, hoy algunos paleontólogos no descartan la posibilidad de que varios de los huesos estudiados por William Buckland en 1824 (actualmente clasificados como Megalosaurio bucklandii) pertenecieran en realidad a diferentes especies de terópodos.

Hábitat
El Megalosaurio habitó en lo que actualmente es Inglaterra desde hace 170 millones de años hasta hace 155 millones de años, a mediados del período Jurásico. Durante ese tiempo, Europa consistía en una serie de islas divididas del continente por un mar poco profundo conocido como el Mar de Tetis. La geografía en ese entonces era similar a la del Caribe actual, dotando a este archipiélago y a la región continental de un clima tropical, abundante en diversos tipos de coníferas y múltiples especies de arecáceas y helechos. Irónicamente, el Reino Unido, junto con la Península Ibérica y el área continental, en ese entonces constituía una de las expansiones territoriales de mayor extensión, pero su entorno no variaba demasiado con respecto a las islas más pequeñas. En este mundo húmedo y exuberante, el Megalosaurio competía con otros terópodos similares como el Eustreptospóndylus por presas como el Cetiosaurio y el Lexovisaurio.

Comportamiento
Pese al antiguo registro fósil que se tiene del Megalosaurio, el material que se tiene de él no es suficiente para darnos una idea clara de cómo se comportaba, pero al compararlo con terópodos similares, los expertos especulan que éste era un animal altamente competitivo que prefería un estilo de vida solitario. Se cree que los megalosaurios preferían cazar presas con una diferencia en tamaño relativamente leve. Además, es de considerar que la mayoría de los herbívoros presentes en el ecosistema del Megalosaurio raramente alcanzaban el doble de su tamaño, un factor usual en espacios limitados, tales como islas. Esto indica que el Megalosaurio no necesitaría reunirse en grandes grupos para derribar a la mayoría de los herbívoros con los que compartía su entorno y en cambio, estaría más dispuesto a competir que a compartir a la hora de obtener alimento. Los fósiles sugieren que tenía brazos fuertes y garras diseñadas para desgarrar carne que, junto con sus mandíbulas profundas llenas de filosos dientes, le proporcionaban un arma formidable para cazar y que además, contaba con las características necesarias para un gran corredor, por lo cual, el Megalosaurio contaba con las herramientas necesarias para enfrentar presas que lo asemejaran en tamaño sin necesidad de refuerzos. Debido a la falta de material fósil de individuos jóvenes, se desconoce cómo era su interacción filo-paternal. Algunos creen que las crías quedaban bajo el cuidado exclusivo de la hembra durante un período de tiempo determinado.
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Y para concluir, cierro esta entrada agradeciendo a todos por sus visitas y participación en el blog y por promover el interés y la investigación sobre estas fabulosas criaturas que inspiran nuestro blog, los terópodos. 


11 de agosto de 2013

Dinoficha: Velociraptor

Bien, es hora de despertar las dinofichas con la adición de uno de los terópodos más conocidos y también uno de los depredadores más peligrosos del Cretáceo. La película "Jurassic Park" fue su lanzamiento a la fama y con ésta, cautivó a las audiencias como un lagarto bípedo sediento de sangre. Hoy, lo vemos más parecido a un ave de rapiña, mas no por eso deja de ser el sanguinario destripador que nos pone los pelos de punta. De hecho, se podría decir que con el pasar del tiempo, parece hacerse más letal el legendario... ¡Velociraptor!

Velociraptor

Localización: Mongolia y China, Asia
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Dromeosáuridos
Significado del nombre: “Ladrón veloz”
Tamaño: 1.5 a 2 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características
El Velociraptor fue un depredador pequeño y ágil que vivió en lo que hoy conocemos como Asia. Estaba dotado de largas patas traseras que le permitían correr a grandes velocidades y de brazos largos que le ayudaban a agarrar animales pequeños y manipular comida. También contaba con un cráneo de 25 cm de largo y con una boca equipada con 80 dientes afilados como navajas, los que utilizaba para morder a sus víctimas y desgarrar su carne a la hora de comer. Además de sus dientes, poseía también unas afiladas garras que utilizaba para atacar a cualquier presa u oponente que estuviera a disposición. Pero su característica más sobresaliente es la garra en forma de hoz del segundo dedo en cada pata trasera. Ésta llegaba a medir 9 centímetros de largo y era probablemente, su arma principal. Para evitar su desgaste, el Velociraptor, al igual que todos los dromeosáuridos, mantenía esta garra erguida mientras caminaba o corría, pero al momento de atacar, la apoyaba sobre sus víctimas para perforar su piel. Sin embargo, algunos estudios revelaron que contrario a la percepción popular, esta garra no estaba hecha para zarpar o rasgar a sus presas, sino para apuñalarlas en puntos vitales hasta que ésta muriera debilitada, durante una serie de ataques en los que combinaba todas sus armas, incluyendo también las garras de las patas delanteras y sus dientes. La cola del Velociraptor estaba dotada de largos huesos que se acomodaban entre sus vértebras, lo cual, la mantenía flexible y rígida. Esto le brindaba un buen balance al animal al momento de dar un giro fugaz mientras corría. Un descubrimiento realizado en septiembre del año 2007 reveló que el Velociraptor estaba cubierto por una capa de plumas, lo que finalmente confirmó que éste dinosaurio estaba estrechamente relacionado con las aves.

Descubrimiento y Hallazgos
Los primeros fósiles de Velociraptor se encontraron por primera vez en el año 1922 en la región de Djadokhta del Desierto de Gobi, Mongolia por el personal del Museo de Historia Natural Americano y fue nombrado un año más tarde (en 1924) por Henry Fairfield Osborn. Varios fósiles se han encontrado desde entonces, pero ninguno ha cautivado tanto a la comunidad científica como el apodado “The Fighting Dinosaurs” (Los dinosaurios Luchadores), descubierto en el Desierto de Gobi en 1971. Éste revela ciertamente una lucha a muerte entre un Velociraptor y un Protoceratops. El fósil demuestra que el Velociraptor apuñalaba al herbívoro con su garra mortal en la garganta, al mismo tiempo que lo agarraba por la boca por una de sus patas delanteras, mientras el Protoceratops mordía la otra con su fuerte pico. Debido a que ambos permanecieron en su posición de lucha y a su excelente estado de conservación, los expertos especulan que ambos hubiesen muerto enterrados por un deslizamiento de arena proveniente de una duna cercana. Durante casi un siglo, la especie “Velociraptor mongoliensis” fue la única inscrita en el registro fósil, pero en 2008 se describió una segunda especie encontrada en 1999, la cual fue nombrada “Velociraptor osmolskae”, en honor a la paleontóloga polaca, Halszka Osmolska. Además, hay quien piensa que el género Tsaagan, podría tratarse, en realidad, de una especie de Velociraptor, aunque hay polémica sobre esta aseveración.  

Hábitat
El Velociraptor fue encontrado en lo que llamamos hoy el Desierto de Gobi. Mientras el Velociraptor aún vagaba por aquellos lugares hace entre 75 y 65 millones de años, el desierto no era muy diferente al que conocemos hoy. Sin embargo, en este inmenso espacio árido era posible encontrar varias sabanas (en algunos casos, bastante extensas) que se encontraban distantes unas de otras entre las grandes dunas de arena que había en el enorme desierto. Algunos de estas sabanas contenían zonas de exuberante vegetación alimentadas por oasis y matorrales que se formaban durante la estación húmeda. En éste tipo de hábitat arenoso y poco frondoso, el Velociraptor cazaba cualquier cosa que estuviera a su alcance, incluyendo pequeños ceratópsidos, paquicefalosaurios, ornithomimosaurios, aves y mamíferos. Es probable que acechara escondiéndose tras las pocas plantas y arbustos resistentes a la sequía y entre la vegetación baja de las sabanas, en donde posiblemente era más fácil encontrar suministros de agua.

Velocidad
Debido a su estructura liviana, patas largas y al contar con una tibia más larga que el fémur, lo cual, le proveía un excelente impulso, los científicos coinciden en que el Velociraptor, como la mayoría de los dromeosáuridos, fue uno de los dinosaurios más veloces. Posiblemente capaz de alcanzar una velocidad estimada de 60-75 km/h durante un corto período de tiempo, lo que lo ubica entre los dinosaurios más rápidos y ágiles conocidos.

Comportamiento
Basándose en lo que muestran los fósiles y en el comportamiento de depredadores actuales, los expertos han podido coincidir en varios puntos sobre la conducta del Velociraptor. Muchos aseguran que gracias a su cantidad de armas, un solo Velociraptor podía ser letal, pero es muy probable que este dinosaurio conviviera en grupos. Esto le ayudaba a derribar presas incluso más grandes y fuertes que ellos mismos y probablemente, proveía una mejor protección para los individuos más jóvenes. Probablemente, estos grupos estaban organizados por un orden social dirigido por un macho o una hembra dominante que guiaba al resto del grupo en la búsqueda de alimento, agua y todo lo necesario para su supervivencia.

Además del comportamiento social, el hecho de que el Velociraptor tuviera plumas ha permitido a los paleontólogos teorizar que esto estuviese, de alguna manera, relacionado a las destrezas de reproducción de este dinosaurio como en muchos otros en los que se ha descubierto el mismo patrón, del mismo modo que sucede con muchas aves de la actualidad. Hay quien piensa que el macho poseía una coloración más brillante en su plumaje que utilizaba para atraer la atención de la hembra y ahuyentar rivales en la época de apareamiento. Del mismo modo, es posible que el color del plumaje le proveyera al Velociraptor la capacidad de camuflarse en su entorno para así facilitar la caza.

Un estudio llevado a cabo en 2011 llevó a los paleontólogos a sugerir que este animal era un eficiente cazador nocturno y que probablemente decidía esperar a la noche para emboscar a sus presas.

18 de julio de 2013

Evidencia Fósil de Comportamiento Predatorio en el T-rex

Gracias a nuestro amigo, Leo, hoy publico una entrada que seguro será de gran utilidad para aquellos interesados en el debate sobre el estilo alimenticio del Tiranosaurio rex.

La polémica sobre si el Tiranosaurio rex era depredador o carroñero ha sido muy intensa desde su comienzo. Durante años, el debate se ha llevado a cabo utilizando como argumento únicamente la especulación y la lógica para sustentar una teoría o la otra a falta de evidencia fósil. No obstante, luego de casi un siglo, eso cambió. En 1998, el paleontólogo Kenneth Carpenter publicó un artículo en el que resalta la descripción de un fósil de Edmontosaurio en el que enfatiza una marca de mordida en varias espinas neurales de la cola del espécimen. Según Carpenter, estas marcas, no sólo por su forma y tamaño, sino también por el tamaño del ejemplar, sólo pudieron haber sido producidas por un T-rex. Lo más intrigante sin embargo, es que la herida muestra señales de cicatrización, lo que indica que el Tiranosaurio atacó al Edmontosaurio en vida y que éste último sobrevivió al ataque, sugiriendo una relación depredador-presa.



El artículo de Carpenter marcó un antes y un después en la historia del debate, ya que numerosos fósiles de dinosaurios con marcas de mordida de Tiranosaurio se habían encontrado hasta entonces, pero ninguno presentaba muestras de cicatrización y por tanto, no proporcionaban suficientes pruebas para determinar si éste los cazó en vida o si simplemente comenzó a alimentarse de ellos después de muertos.

Una década después de esta publicación (en 2008), el paleontólogo Peter Larson, publicó un libro en el que, junto con Carpenter, menciona el hallazgo de un cuerno y un escamosal de Triceratops, ambos mostrando marcas de mordida de un Tiranosaurio. El cuerno estaba roto, pero curiosamente, había desarrollado una nueva capa de hueso sobre la parte afectada. El escamosal también muestra indicios de cicatrización, lo que sólo sugiere una cosa: este Triceratops también había sobrevivido a un ataque de Tiranosaurio, proveyendo nueva evidencia de comportamiento predatorio en el Tiranosaurio rex.


Hallazgos como estos son, por increíble que parezca, la única evidencia fósil que nos revela un comportamiento predatorio en el famoso T-rex y al mismo tiempo, es de reconocer que son muy raros. Sin embargo, tan recientemente como 2013, Robert DePalma y algunos colegas realizaron un descubrimiento similar y aún más sorprendente. Se trata de un par de vértebras de la cola de un hadrosaurio fusionadas, indicando que en algún momento, mientras el animal estuvo vivo, sufrieron un tipo de infección que produjo un crecimiento deforme de las mismas, pero más curioso es lo que revelaron los rayos X: entre ambos huesos, hay un diente roto de Tiranosaurio incrustado. Esto significa que las vértebras fueron cubiertas por una capa de hueso nuevo y en el proceso, la nueva capa encerró esta parte del diente que se desprendió del atacante. Se trata de una corona dental de 3.75 cm de largo que coincide con la típica forma de los dientes del T-rex, lo que sólo puede significar que este hallazgo es una prueba más de que éste practicaba la caza activa.

A) Las vértebras fusionadas del hadrosaurio B) El diente de Tiranosaurio incustado


Estos hallazgos son cautivadores porque nos muestran que el T-rex, como cualquier otro depredador, no siempre tenía éxito a la hora de derribar a sus presas, sino que ocasionalmente fallaba en sus intentos de matar para ganarse la vida. Sin embargo, son aún más sorprendentes porque nos ofrecen pruebas de que cazaba animales vivos. De modo que para lo que el rey de los dinosaurios fue una frustración, para la comunidad científica es un éxito.

30 de junio de 2013

Adiós, Dilophosaurio sinensis. Hola, Sinosaurio triassicus

Muchos habrán leído sobre la existencia de una posible especie de Dilophosaurio asiática conocida como "Dilophosaurio sinensis". La misma ha sido objeto de polémica desde su descubrimiento, ya que difería de sus semejantes norteamericanos en algunas características físicas, como la estructura de las mandíbulas, la cantidad de dientes en la misma y en la forma y el tamaño del cráneo y de las crestas que caracterizan al género, además de estar geográficamente separada de las especies de Occidente. Durante años, se ha debatido la validez de su clasificación como una especie de Dilophosaurio y finalmente, este año el debate ha llegado a una conclusión.

El durante tanto tiempo llamado "Dilophosaurio sinensis" finalmente, fue reclasificado como un ejemplar juvenil de una especie de terópodo conocida como Sinosaurio triassicus (un dilophosáurido descrito por el paleontólogo Chung Chien Young en 1948), tras un reciente estudio en el que participó el paleontólogo canadiense Philip J. Currie junto con algunos colegas chinos. Este género comparte muchos rasgos con el Dilophosaurio y durante mucho tiempo se consideró como un relativo muy cercano de éste. No obstante, hoy se sabe que está más relacionado con miembros más avanzados de esa familia, tales como el Cryolophosaurio.

Ilustración del Sinosaurio triassicus (anteriormente, Dilophosaurio sinensis) de Cheung Chung Tat 

 Con este nuevo estudio, se llena un hueco que había intrigado a los paleontólogos durante años y se descarta la idea de una especie oriental de Dilophosaurio, convirtiéndolo en un dinosaurio endémico de Norteamérica.

2 de junio de 2013

Según el Lector: Presencia de Plumas en el T-Rex

Hola, estimados lectores. Lamento todo el tiempo que tuve el blog desatendido. He estado bastante liado últimamente, pero hoy quiero compensarlo con una entrada que seguro será de su interés.

Como es sabido, el Tiranosaurio rex es uno de los dinosaurios más estudiados (si no el más estudiado) y sin embargo, es también uno de los más enigmáticos. De hecho, uno de los más grandes debates sobre el T-rex consiste en uno de los aspectos más básicos de su anatomía: su apariencia externa. Dado que los huesos no nos dicen mucho sobre cómo lucía el animal en vida, es difícil saber identificar algunas características físicas como su coloración, la presencia o ausencia de protuberancias y si su piel estaba cubierta de escamas o de plumas.

    
Ilustración de Imx3d de renderosity.com 

 Existe una intensa controversia sobre la posibilidad de que el T-rex haya tenido un cuerpo cubierto de plumas o protoplumas. Los estudiosos que se inclinan a que esta posibilidad fuese cierta se basan en el hecho de que algunos de los relativos del Tiranosaurio se caracterizan por la presencia de éstas en su cuerpo, por lo que sugieren que lo más probable es que el T-rex, como una especie más avanzada, también las tuviera. En adición a eso, tienen en cuenta que el T-rex pertenece a una rama de terópodos conocida como los coelurosaurios, los cuales incluyen a los deinonycosaurios, los oviraptorosaurios, los ornithomimosaurios, los tiranosauroides y a las aves y desde luego, existe evidencia de que múltiples especies de dinosaurios de estos grupos contaban con la presencia de plumas. Sin embargo, existe controversia sobre si esto era una característica típica de todos los miembros del grupo. Durante un tiempo se pensó que la mayoría de los congéneres emplumados del T-rex, tales como el Dilong, contaban con esta característica debido a que, por su pequeño tamaño, su capacidad de generar calor fuera menos eficiente que en animales más grandes, como el T-rex. No obstante, tras el reciente descubrimiento del Yutyrannus, un tiranosauroide emplumado relativamente grande, esta teoría ha pasado a ser objeto de polémica. Del mismo modo, sugieren que en el caso del Tiranosaurio, más que como un sistema de termorregulación, las plumas o protoplumas servirían para el cortejo o el camuflaje.

Aquellos que no concuerdan del todo con la posibilidad de que el T-rex contara con la presencia de plumas o protoplumas sugieren que éste, debido a su enorme volumen, quemaría calorías a un ritmo más intenso que el de la mayoría de sus relativos emplumados, por lo que estaría generando más calor que el necesario para que su cuerpo funcione adecuadamente. En cuanto a la presencia de plumas en sus semejantes de gran tamaño como el Yutyrannus, muchos expertos sostienen que este rasgo pudo deberse a factores geográficos, indicando que este dinosaurio formaba parte de un hábitat caracterizado por climas fríos e inviernos potencialmente intensos, a diferencia del ambiente en el ecosistema del que el T-rex formaba parte. Además, el hallazgo de impresiones de piel de varios tiranosáuridos que muestran que su cuerpo estaba cubierto de escamas en lugar de plumas fortalece esta teoría. Por esta razón, muchos piensan que el Tiranosaurio no necesitaba una compleja capa de plumas, sino que contara con una ligera presencia de plumas en diversas partes del cuerpo o bien, que no presentara ningún tipo de plumaje en todo su cuerpo. Sin embargo, algo en lo que la mayoría de los expertos coincide es en la posibilidad de que los individuos jóvenes estuviesen cubiertos por una capa de plumaje que le ayudaría a regular su temperatura corporal más eficientemente y a su vez, le proporcionaría camuflaje. El principal debate se centra en que si dicha capa se perdía o se reemplazaba por otra a medida que el animal crecía.

 ¿Qué opinas tú? ¿Crees que el legendario T-rex estaba cubierto de plumas o piensas que es más probable la visión tradicional?

23 de febrero de 2013

Dinoficha: Carnotaurus sastrei


Saludos a todos, lectores de Mundo Terópodo. Hoy deseo compartir con ustedes esta dinoficha de uno de los terópodos más espectaculares del Cretáceo. Seguramente, ya muchos lo conocen, pues es un dinosaurio que ha cautivado no sólo a los paleontólogos, sino también, al público general. Sin más preámbulos, disfruten la ficha del Carnotaurus sastrei.

Carnotaurus

Localización: Sudamérica
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Abelisáurido
Significado del nombre: Toro Carnívoro
Tamaño: 8 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características
El Carnotaurus era un dinosaurio carnívoro de tamaño mediano, midiendo aproximadamente, 8 metros de largo, 3.5 de alto y pesando cerca de 1 tonelada. Fue uno de los terópodos más insólitos conocidos por la paleontología, pues presenta características únicas aún dentro de la familia de los abelisaurios, como por ejemplo, un cráneo que, aunque relativamente pequeño y corto (sólo medía unos 57 cm de largo), tenía una resistente estructura ósea que lo reforzaba. No obstante, como todo abelisáurido, presentaba una fosa antorbital de gran tamaño, lo que reducía el peso del cráneo (los abelisaurios se distinguen por poseer la fosa antorbital más grande de todos los terópodos). Su hocico era profundo y amplio, indicando la presencia de grandes lóbulos olfativos, lo que implicaría que el animal contaba con un excelente sentido del olfato y sus órbitas oculares estaban posicionadas hacia el frente, direccionando sus ojos en posición paralela, lo que sugiere visión binocular y por tanto, percepción de la distancia. Estas características dotan al Carnotaurus de herramientas eficaces para un depredador. Las mandíbulas del Carnotaurus eran expandibles gracias a la presencia de una articulación en la parte trasera de las mismas, lo cual le permitía cortar y desgarrar grandes trozos de carne y causar un mayor daño a sus víctimas. Sin embargo, es de considerar que las mandíbulas inferiores y los dientes (debido a su forma y tamaño) no estaban diseñados para ejercer gran fuerza. Por otro lado, su característica más prominente, son los cuernos que se situaban sobre sus ojos, los cuales eran gruesos y estaban formados por hueso sólido. Éstos tenían una superficie verticalmente casi plana y poco curva, apuntando en direcciones opuestas. El hallazgo de un esqueleto casi completo de Carnotaurus contiene las impresiones de piel mejor conservadas de cualquier terópodo hasta ahora encontrado y ha revelado que esta criatura poseía una capa de piel gruesa, cubierta de escamas pequeñas, pero duras (además de que no muestra impresiones de plumas) y reveló, además, la presencia de bultos cónicos que se enfilaban a lo largo de los costados del animal. Sus brazos eran considerablemente cortos (aún más cortos que los del famoso Tiranosaurio rex y sus relativos), siendo los más cortos de cualquier terópodo conocido. Éstos terminaban en una mano con cuatro diminutos dedos, una característica común en dinosaurios primitivos, pero rara en los terópodos más avanzados. Sus patas traseras, por otra parte, eran considerablemente largas y fuertes, lo que le permitía correr a grandes velocidades. Por si fuera poco, un estudio reciente demostró que el músculo caudofemoral unía el muslo a la fuerte cola del animal gracias a un tendón que se aferraba al fémur, lo que le otorgaba una gran fuerza de impulso a la hora de desplazarse al menos, en línea recta, ya que esta estructura le dificultaría dar giros repentinos. Tras estudiar estas características, algunos investigadores han sugerido que el Carnotaurus pudo haber alcanzado los 50 km/h al correr.
               
Descubrimiento e Historia
El primer fósil de Carnotaurus fue descubierto en la Estancia Pocho Sastre, cerca de la Bajada Moreno en Chubut, Argentina en 1984 por miembros de la 8va Expedición Paleontológica a la Patagonia. Este hallazgo fue toda una sensación, ya que se trataba de un esqueleto bien preservado y casi completo, restando sólo los huesos inferiores de las patas traseras y parte de la cola. Lo más sorprendente, sin embargo, es el excelente estado de preservación de las impresiones de piel, lo cual reveló que este dinosaurio estaba cubierto por una capa gruesa de escamas, con una serie de bultos en forma de cono que estaban distribuidos en filas, a lo largo de los costados. El fósil fue descrito en 1985 por José Bonaparte y al estudiarlo, supo que se trataba de una nueva clase de dinosaurio y lo relacionó con otro terópodo al cual también estaba investigando junto a Fernando Novas y con el que había encontrado varias semejanzas al compararlo con el fósil encontrado el año anterior. Este otro terópodo recibió el nombre de "Abelisaurio comahuensis" y, junto con el ejemplar encontrado en Chubut un año antes, mostraba características nunca antes vistas en otros dinosaurios carnívoros, de modo que Bonaparte se valió de estos ejemplares para probar la existencia de un grupo de terópodos hasta entonces desconocido al que llamó "abelisáuridos" e introducirlo en la ciencia paleontológica. Al notar las dos características más sobresalientes del cráneo del esqueleto de Chubut: los dos cuernos y la boca llena de afilados dientes de 4 centímetros, Bonaparte lo nombra "Carnotaurus sastrei", que significa "Toro Carnívoro de la Estancia Pocho Sastre". Éste es hasta ahora, el único material asignado al género, pero el hallazgo de fósiles aún no descritos en el Desierto de Atacama en Chile y en la Provincia de Bagua, Perú, parecen mostrar numerosas similitudes al ejemplar patagónico, pudiéndose tratar de la misma especie.

Función de los Cuernos
Se han sugerido múltiples teorías para explicar el papel que jugaban los cuernos del Carnotaurus. En un principio, se creía que empleaba sus cuernos en embestidas cabeza contra cabeza entre miembros de su misma especie con tal de competir por el alimento o por el derecho a reproducirse (este comportamiento es principalmente asignado a los machos de la especie). No obstante, estudios recientes han demostrado que, a pesar de que el cráneo de esta criatura podía resistir fuertes impactos, no sobreviviría a un golpe hecho a toda velocidad contra un rival. Sin embargo, los paleontólogos también han propuesto que estos combates podían efectuarse con embestidas dirigidas a los costados del oponente. Dado que este dinosaurio poseía una cubierta de escamas de gran grosor, es posible que los contrincantes permanecieran cerca uno del otro, embistiéndose por los costados o cerca del vientre, siendo ésta una teoría más factible. Del mismo modo, se ha sugerido que el Carnotaurus utilizaba sus cuernos como armas de caza, embistiendo a sus presas en diversas partes del cuerpo para debilitarlas o incluso, en la medida en que le fuera posible, en o cerca de la cabeza para desorientarlas. Dado que esta criatura poseía fuertes músculos en el cuello, un cráneo reforzado, brazos reducidos, dientes pequeños y adaptaciones que le permitían correr a gran velocidad, es bastante razonable pensar que el uso de sus cuernos fuera una de sus principales estrategias de caza.

Hábitat
Este extraño dinosaurio carnívoro habitó desde hace cerca de 80 millones de años A.C hasta la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años en lo que actualmente es la Patagonia Argentina. En ese entonces, el extremo sur de Sudamérica gozaba de un clima cálido y estaba cubierto por grandes bosques de coníferas, alimentados por ríos que desembocaban en un mar cercano, conocido como el Mar de Káwas. También se podían apreciar amplios terrenos semiáridos con poca vegetación y presencia de cuerpos de agua. En este paisaje variado, el Carnotaurus formaba parte de un ecosistema donde abundaban los titanosaurios de tamaño mediano, como el Saltasaurio y el Aeolosaurio, aunque también los gigantes, tales como el Puertasaurio y el Antarctosaurio. También eran comunes los ornitópodos, como el Gasparinasaura y carnívoros más pequeños que incluían alvarezsáuridos y dromeosaurios unenlangíidos, que no representarían una fuerte competencia, a diferencia de otros abelisaurios con los que compartía su entorno, como el Aucasaurio y otros tipos de terópodos, como, por ejemplo, el Orkoraptor.

Comportamiento
Dado que el Carnotaurus es sólo conocido por un espécimen, es dificultoso especular sobre su comportamiento. No obstante, teniendo en cuenta la posibilidad de que este carnívoro se alimentara de saurópodos, los cuales eran bastante comunes en su entorno, muchos sugieren que este carnívoro habitara y cazara en pequeños grupos, lo que les facilitaría derribar presas como éstas. Sin embargo, hay quien sugiere que, debido a sus mandíbulas hasta cierto punto, débiles, y al tamaño de sus patas delanteras, prefiriera un estilo de vida solitario, limitándose a cazar presas más pequeñas y débiles. Algunos incluso han sugerido que esta criatura pudo haber sido un carroñero oportunista que se alimentaba de animales ya muertos, teoría que ha perdido vigor con los nuevos estudios sobre su anatomía, su entorno, el comportamiento de animales similares, entre otros. Es probable que, de haber vivido en grupo, fuera una criatura que velaba por sus crías e incluso, les enseñara a valerse por sí mismas, pero otra línea teórica, vinculándolo con el posible comportamiento de dinosaurios emparentados como el Majungasaurio, sugiere que, de haber  adoptado una vida solitaria, las crías quedasen al cuidado de la hembra, la cual les proveería protección durante un periodo de tiempo determinado (es posible que los machos cazaran a los jóvenes indefensos), antes de que comenzara a verlos como alimento.

25 de enero de 2013

Giganotosaurio: ¿Una Celebridad Instantánea?

Como es sabido, desde que su existencia fue publicada en 1995, el Giganotosaurio ganó fama como el primer terópodo en "destronar" al Tiranosaurio rex como el dinosaurio carnívoro más grande conocido. En la descripción del holotipo, se documenta que varios huesos superan en longitud a los de "Sue", el fósil más completo hallado de un T-rex. Comparado con este espécimen, el Giganotosaurio tenía un fémur 5 centímetros más largo, un cráneo 20 centímetros más largo y una mandíbula 42 centímetros más larga, por mencionar algunos ejemplos. Con esto, se estimó que el holotipo de Giganotosaurio, conocido como MUCPv-Ch1, tendría una longitud superior a los 13 metros. Por si fuera poco, un segundo ejemplar de Giganotosaurio, conocido como MUCPv-95, fue dado a conocer tres años después y éste consistía en un dentario de 61 centímetros de largo, lo que permitió calcular que la longitud de su cráneo sería de, aproximadamente, 195 centímetros, siendo un 8% más grande que el del holotipo. El Giganotosaurio carolinii se había apoderado de la escala como el dinosaurio carnívoro más grande de todos. Sin embargo, su potestad no tardaría en ser cuestionada.

Comparación entre el T-rex y el Giganotosaurio poco después de su publicación

No pasó mucho tiempo para que nuevos estudios revelaran que el Giganotosaurio tenía competencia por el título del mayor terópodo que el mundo haya visto. No sólo el T-rex estaba pisándole los talones, sino también, un pariente cercano suyo: el Carcharodontosaurio, un enorme terópodo conocido sólo por huesos fragmentarios, pero lo suficientemente grandes como para ver que se trataba de otro coloso similar o incluso superior al T-rex en tamaño. Las estimaciones dadas al Carcharodontosaurio eran de hasta 14 metros de largo, pero en cierto momento, se llegó a formular estimaciones máximas para el Giganotosaurio de hasta 17 metros de largo (éstas no fueron científicamente publicadas, pero aparentemente, fueron tomadas en consideración), por lo que "El Lagarto Gigante del Sur" parecía insuperable. Aún así, su título finalmente le fue arrebatado por un dinosaurio completamente distinto y aún más enigmático: el Espinosaurio, un animal que, según se concluiría a finales de la década del 2000, le habría superado en tamaño con una estimación máxima de hasta 18 metros de largo, de acuerdo a nuevos estudios que se habían estado llevando a cabo desde principios de dicha década. Pero a pesar de todo, su destino ya estaba sellado y no sería necesario un terópodo más grande para "destronarlo", sino un análisis más minucioso de sus fósiles.

"No más vida lujosa para el Giganotosaurio."
Ilustración de Atrox1 de Deviantart

En 2004, Gerardo Mazzetta, junto a varios colegas, reexaminó los huesos del holotipo del Giganotosaurio y notó algo muy peculiar. Muchos de sus huesos parecían ser relativamente grandes respecto al tamaño de su cuerpo, pero lo más curioso es que los huesos de sus patas tenían un diámetro menor que el visto en el ejemplar de T-rex conocido como "Sue". Aún más, la tibia del MUCPv-Ch1 era 8 centímetro más corta que la de Sue, lo que implica una estructura ósea en la que el fémur es más largo que la tibia. Esto llevó a reestimar el tamaño del holotipo del Giganotosaurio, con lo que se llegó a la conclusión de que éste estaría midiendo entre 12.2 metros de largo y una aproximación a los 13 metros, siendo más pequeño que Sue, cuya longitud se estima en 12.8 metros o quizá, un poco más. Curiosamente, el dinosaurio que se hizo famoso por arrebatarle al T-rex el título del mayor  terópodo de la historia, ahora era superado por éste. Por supuesto, es muy probable que el dentario del ejemplar MUCPv-95 perteneciera a un animal que superaba los 13 metros, pero en cierta forma, aún tiene riesgo de ser superado en tamaño por el T-rex.
Nueva reconstrucción esquelética del Giganotosaurio con la tibia reducida


Nueva comparación entre Sue y el MUCPv-Ch1

Hoy, las estimaciones máximas para el Giganotosaurio no son muy superiores a los 15 metros de largo (actualmente, aquellas que indicaban una longitud máxima de 17 metros se consideran, de cierta forma, exageradas) mientras que el Tiranosaurio alcanzaría una longitud promedio que podía variar entre 12 y 13 metros. Sin embargo, hay que recordar el hallazgo de fósiles de Tiranosaurio rex que ofrecen nuevas estimaciones máximas de hasta 15 metros, lo que básicamente "empata" o más bien, hace que estos terópodos gigantes rivalicen por ocupar el segundo lugar en la escala del dinosaurio carnívoro más grande y considerando el hecho de que el tamaño del Espinosaurio y el del Carcharodontosaurio son debatidos, habiendo una amplia diferencia entre las medidas límites, se podría decir que los cuatro están compitiendo por el título del mayor terópodo conocido.