30 de diciembre de 2014

Dinoficha: Carcharodontosaurio

Muy buenas a todos, apreciados lectores.

Pues luego de unas pequeñas vacaciones, vuelven las dinofichas. En esta ocasión, cerramos el año con la dinoficha de uno de los terópodos más grandes conocidos, pero también uno de los más intrigantes y misteriosos. La forma de sus dientes inspiró su largo y fascinante nombre y a su vez, le ha dado el apodo de "El tiburón de tierra". Así es, estamos hablando del Carcharodontosaurio.

Carcharodontosaurio


Localización: África
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Carcharodontosáurido
Significado del nombre: Lagarto con Dientes de Tiburón
Tamaño: 12 a 14 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características
El Carcharodontosaurio es uno de los dinosaurios carnívoros más grandes conocidos, llegando a medir entre 12 y 14 metros de largo, 4.5 de alto y pesando de 4 a 6 toneladas. Sin embargo, su cuerpo era de contextura esbelta, lo que probablemente le daba agilidad. Su cráneo era enorme, llegando a medir hasta 1.53 metros de largo. No obstante, su cavidad cerebral era pequeña aún comparada con la de otros terópodos similares en tamaño, como el Tiranosaurio. Como otros allosauroides, el Carcharodontosaurio tenía una cresta poco prominente que se extendía desde el lagrimal (la parte frontal de la fosa orbital) hasta la nariz. La característica más resaltante en esta criatura eran sus grandes mandíbulas provistas de dientes largos, finos, aserrados y levemente curvados hacia atrás, los cuales estaban bordeados por surcos, siendo este diseño similar al visto en los dientes de los tiburones. De ahí, su nombre (Carcharodontosaurio significa "dientes de tiburón"). Cada mandíbula superior contenía hasta 18 dientes, mientras que en las inferiores se podrían observar hasta 14 dientes, sumando un total de 64 dientes. La estructura de la mandíbula y de los dientes, sin embargo, no estaba hecha para causar una mordida letal, sino más bien, para arrancar grandes trozos de carne, por lo que se sugiere que este animal mataba a sus presas por desangramiento, mordiéndolas una o varias veces hasta que ésta cayera debilitada por la pérdida de sangre. Como todo carnosaurio, el Carcharodontosaurio poseía miembros delanteros relativamente largos en los que presentaba afiladas garras que probablemente utilizaría como arma a la hora de cazar o de luchar. También presentaba patas traseras largas y fuertes con un diseño formidable a la hora de correr, que le permitiría alcanzar quizá velocidades de entre 30 o casi 50 km/h, según algunos expertos.

Descubrimiento e Historia
Los primeros fósiles de Carcharodontosaurio fueron excavados en Algeria, África en 1925 por los paleontólogos franceses, Charles Depéret y Justin Savornin. Estos primeros fragmentos consistían en un maxilar parcial, un nasal y un hueso parietal, algunos dientes, vértebras cervicales y caudales, un ungueal manual, un hueso ilíaco, un pubis, un fémur y un peroné. En 1927, los propios Depéret y Savornin lo describirían como una especie de Megalosaurio, nombrándolo "Megalosaurio saharicus", que significa "Gran lagarto del Sahara". No obstante, en 1931, Ernst Stromer revisaría los fósiles y renombraría a la especie como "Carcharodontosaurio saharicus", literalmente "Lagarto con dientes de tiburón del Sahara" debido a la forma de sus dientes, los cuales eran casi bilateralmente simétricos y tenían bordes convexos, asemejándose a los del gran tiburón blanco de la actualidad. Este primer ejemplar de Carcharodontosaurio fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Afortunadamente, un nuevo espécimen caracterizado por un cráneo parcial fue extraído en 1995 de una formación en Kem Kem, Marruecos por un equipo de la Universidad de Chicago, liderado por Paul Sereno, quien más tarde, en 2007, describiría una segunda especie de Carcharodontosaurio junto a Stephen Brusatte, a la que llamaría "Carcharodontosaurio iguidensis". Esta segunda especie se conoce por varios fragmentos del cráneo y una pequeña porción del esqueleto descubiertos en 1997 en la Formación de Echkar, en Níger.

Tamaño Polémico
Los pocos huesos de Carcharodontosaurio hallados hasta hoy revelan que éste se encuentra entre los terópodos más grandes conocidos. De hecho, cuando Paul Sereno anunció el hallazgo de un nuevo cráneo a mediados de la década de 1990, el Carcharodontosaurio ganó fama como uno de los primeros dinosaurios carnívoros en superar las dimensiones del célebre Tiranosaurio rex. Sin embargo, muchos afirman que el material recopilado no es suficiente para establecer estimaciones sólidas. La parte del cráneo hallada por Sereno y sus colegas en 1995 representa el espécimen de mayor tamaño hasta ahora estudiado. Las reconstrucciones del cráneo completo oscilan entre 1.53 y 1.60 metros de largo. Relacionando estas estimaciones con otras partes del esqueleto y comparándolas con las de otros dinosaurios similares, se cree que el Carcharodontosaurio alcanzaría una longitud de entre 12 y 14 metros de largo, rivalizando en tamaño con el T-rex y con su relativo de mayor tamaño, el Giganotosaurio por el segundo o tercer lugar en la escala del terópodo más grande conocido (siendo éstos superados por el Espinosaurio, cuya logitud actualmente se estima en poco más de 15 metros). Sin embargo, las estimaciones actualmente propuestas para el Carcharodontosaurio son frecuentemente cuestionadas y es necesaria la obtención de más material fósil para corroborarlas y proponer medidas precisas, lo que significa que las dimensiones del animal podrían ser mayores o menores de lo que actualmente se especula. No obstante, no hay duda de que éste es uno de los terópodos más grandes de los que se tiene evidencia.

Hábitat
Lo que hoy es el Desierto del Sahara en el Norte de África, hace de 110 a 93 millones de años, a mediados del Cretáceo, cuando el Carcharodontosaurio habitaba la Tierra, era un lugar muy diferente, cubierto de planicies inundables, ciénagas y bosques tropicales poco extensos. También existían zonas poco exuberantes que incluían vastas sabanas, bosques secos e incluso áreas mayormente rocosas y casi desérticas. Esta amplia diversidad de hábitats probablemente se debió a la ubicación geográfica del continente en aquel entonces, así como al hecho de que el norte del mismo colindaba con el mar por el Norte, el Este y el Sudoeste, dotándolo de un clima más variado. Es probable que el Carcharodontosaurio habitara las zonas menos frondosas, pues sería aquí donde abundaban las presas más grandes que incluían saurópodos como el Paralititán y el Rebbachisaurio. Probablemente, también daba caza a terópodos más pequeños como el Deltadromeus y el Rugops, por nombrar algunos ejemplos. Del mismo modo, ocasionalmente encontraría competencia en otros depredadores de gran tamaño, como el Sauroniops, con el cual estaba estrechamente emparentado y posiblemente, en el Espinosaurio, el cual lo superaba en tamaño y probablemente poblaba las zonas más húmedas y que por lo general, se concentraba en presas distintas a las suyas, aunque no es de sorprender que en circunstancias adversas, es posible que se desataran enfrentamientos entre estos dos titanes con el objeto de ganar acceso a una fuente de alimento común.

Comportamiento
Es poco lo que se conoce sobre el comportamiento del Carcharodontosaurio. Sin embargo, al considerar el tipo de presas con las que compartía su entorno y al compararlo con otros dinosaurios similares, muchos paleontólogos sugieren que éste se reunía en pequeños grupos de dos o más individuos. Este estilo de vida grupal no sólo le ayudaría a abatir grandes presas como el Paralititán y otros saurópodos, sino que le facilitaría el cuidado de sus crías. De hecho, hay quien sugiere que estos grupos podrían tratarse en su mayoría de clanes familiares. No obstante, existe controversia sobre esta teoría y hay quien sugiere que debido a la hostilidad de su entorno, el Carcharodontosaurio preferiría adoptar un estilo de vida solitario y un comportamiento territorial. Los partidarios de esta línea de pensamiento sugieren que el Carcharodontosaurio se limitaría a cazar presas similares o menores en tamaño, como los ornitópodos, los terópodos más pequeños o incluso saurópodos jóvenes que no superaban la mitad del tamaño de los adultos. Es probable que de asumir esta conducta, la reproducción se llevara a cabo con mucha cautela y que una vez efectuada, las crías quedaran temporalmente bajo el cuidado exclusivo de la hembra, de forma similar a lo que ocurre con algunas aves y cocodrilos en la actualidad.

22 de octubre de 2014

Secretos del Deinocheirus Finalmente Revelados

Bueno, seguro que muchos recordarán la entrada "Deinocheirus:De Ornithomimosaurio a Anatomomosaurio" publicada el pasado verano y ya están al tanto del nuevo aspecto del Deinocheirus, pero hoy el material que nos revelaría la extraña apariencia de este animal ha sido oficialmente publicado y el resultado es mucho más sorprendente de lo que imaginábamos.

Ilustración de Michael Skrepnick

El autor primario del artículo, publicado en la revista Nature, es Yuong-Nam Lee del Instituto de Ciencias Geológicas y Recursos Minerales de Korea.

Anteriormente, se nos había anunciado que este dinosaurio tenía una peculiar elevación en las espinas neurales y un cráneo pequeño, angosto y desdentado, pero aplanado y extendido en el frente, siendo diferente al de cualquier otro terópodo. Pero el artículo de Lee y sus colegas nos dice aún más.

Ahora sabemos que el Deinocheirus era un animal de 11 metros de largo y 6 toneladas de peso con mandíbulas inferiores relativamente profundas. Sin embargo, la forma de su cráneo y su tamaño con respecto al resto del cuerpo indica que éste no estaba hecho para ejercer demasiada fuerza.

 Los nuevos fósiles sugieren que el Deinocheirus no era estrictamente carnívoro, como la mayoría de los terópodos. La forma de su cuerpo no lo hacía un corredor rápido, como sus relativos, por lo que es poco probable que fuese capaz de perseguir una presa huyente. Además, el diseño de sus mandíbulas desdentadas no era el apropiado para un depredador.


Según Lee, el Deinocheirus se alimentaba principalmente de vegetación blanda. Sobre todo, de plantas acuáticas. Su pico está perfectamente diseñado para arrancarlas, mas no para masticarlas. No obstante, el hallazgo de 1,400 de piedras dentro del torso de los especímenes ofrece una respuesta más clara de cómo el animal se alimentaba. Este hallazgo llevó a los expertos a teorizar que como algunas aves y otros dinosaurios herbívoros, el Deinocheirus ingería piedras para moler la vegetación en su estómago, adoptando éstas el nombre de "gastrolitos".

Pero eso no es todo. Restos de peces fueron encontrados entre las piedras. Esto apoya la idea de que Deinocheirus era omnívoro y que aparte de plantas, también se alimentaba de peces y otros vertebrados pequeños.

De acuerdo a este planteamiento, es posible que las "manos terribles" que le dieron su nombre fuesen utilizadas para excavar en busca de alimento o atraer ramas altas hacia su boca, como se ha sugerido para los therizinosaurios.

El equipo de Lee también demostró que los huesos al final de la cola del Deinocheirus estaban fusionados en una sola estructura llamada "pigóstilo", la cual es común en las aves modernas y funciona como soporte para plumas largas en el extremo de la cola. Teniendo esto en cuenta, los expertos ahora indican que es probable que el Deinocheirus tuviera una especie de "abanico de plumas" al final de su cola.

Sin embargo, el misterio del Deinocheirus sólo está empezando a aclararse. Aún hay muchas interrogantes por responder y numerosos secretos por revelar sobre este asombroso terópodo. 

Fuente: 
http://phenomena.nationalgeographic.com/2014/10/22/deinocheirus-exposed-meet-the-body-behind-the-terrible-hand/

6 de octubre de 2014

T-Rex: ¿Monarca Solitario o Dinasta Sociable?

Saludos, estimados lectores.

 Como ya saben, hoy es 6 de octubre y Mundo Terópodo se complace en presentar una entrada dedicada a nuestro querido rey de los dinosaurios en el Aniversario #109 de su descripción y nombramiento. Este año, hablaremos de un tema bastante controversial sobre el comportamiento del Tiranosaurio: ¿Adoptaba éste un estilo de visa gregario o prefería vivir como un ermitaño? Pero antes de comenzar...
Dicho esto, ahora hablemos sobre el comportamiento social del T-rex.

Durante mucho, se ha visto al T-rex como un cazador solitario y altamente territorial, pero en tiempos recientes, una nueva imagen está saliendo a la luz. Ésta consiste en que el Tiranosaurio rex pudo haber empleado una conducta social más compleja y que incluso, haya practicado la caza colectiva. Sin embargo, ¿cómo pasó el T-rex de ser un violento acechador solitario a una criatura sociable?

La idea surgió tras una serie de impactantes descubrimientos que han tenido lugar durante los últimos años. Hasta el día de hoy, se han identificado varios yacimientos de fósiles de grandes terópodos en los que se han encontrado huesos de múltiples individuos de la misma especie en la misma zona. Entre éstos, resaltan las camas de hueso en las que se han encontrado conjuntos de diversos individuos pertenecientes a la familia de los tiranosáuridos, como el propio T-rex.

A partir de 1997, por ejemplo, comenzaron a extraerse huesos pertenecientes a numerosos esqueletos de Albertosaurio en el Parque Provincial de Dry Island Buffalo Jump, en Alberta, Canadá. Posteriormente, en 2000, en la Formación Nemegt en Mongolia, se encontró un depósito de múltiples esqueletos de Tarbosaurio, siendo éste uno de los parientes más cercanos del Tiranosaurio. En cada uno de los casos, el yacimiento resalta por la presencia de individuos de diversas edades, además de por la escasa o bien, ninguna presencia de fósiles de otras especies. Estos hallazgos llevaron a paleontólogos como Philip Currie, quien dirigió estas expediciones, a pensar que como sus parientes, el Tiranosaurio quizá se haya movido e incluso, haya cazado en grupos. Esta hipótesis comenzó a fortalecerse cuando un conjunto de cinco esqueletos de T-rex fue descubierto en Montana también en el año 2000, aunque bien esta vez no se trataba de una cama de huesos como en los casos anteriores, sino que los especímenes se encontraron a poca distancia unos de los otros.

Representación de un par de Albertosaurios de Dinoraul de renderosity.com

Sin embargo, siempre ha habido un problema con esta teoría y es que no existe prueba alguna de que los individuos en realidad hayan convivido grupalmente. Hay quien piensa que la acumulación de los esqueletos en los lugares donde fueron encontrados pudo deberse a que un fenómeno natural, como una inundación haya arrastrado los cuerpos hasta el lugar o que incluso los haya sepultado mientras los animales aún vivían. No obstante, tampoco existe evidencia de que este haya sido el caso, por lo que la idea de la conducta gregaria en estos dinosaurios no ha sido descartada. En cambio, esto ha generado un intenso debate entre los científicos que continúa hasta el día de hoy. Sin embargo, recientemente se encontró una nueva pista que podría inclinar la balanza.

En octubre de 2011, un par de huellas de terópodo fueron descubiertas en la Formación Wapiti de Colombia Británica, Canadá. La forma de las huellas y su edad permitieron identificarlas fácilmente como las huellas de un tiranosáurido. Cuando continuaron excavando, se encontró una tercera huella en la misma secuencia. La búsqueda continuó el siguiente año cuando más huellas fueron descubiertas, pero esta vez encontraron algo inesperado. Ya no se trataba de una secuencia de huellas, sino de tres secuencias distintas una al lado de la otra (separadas por 2.4 y 5.5 metros una de la otra) en direcciones paralelas. En otras palabras, es probable que estas huellas hayan sido dejadas por tres animales que se movían juntos. Por supuesto, hay quien piensa que estos animales, a los que se les ha dado el nombre de Bellatoripes fredlundi, no necesariamente dejaron las huellas al mismo tiempo, sino que una de las secuencias pudo haber sido hecha minutos, horas o incluso días después de la otra, mas para muchos, el hecho de que éstas sigan un patrón en paralelo es indicativo de que estos tres tiranosáuridos andaban en grupo.

Huellas de Bellatoripes 

Si bien es cierto que el descubrimiento de estas huellas no resuelve el misterio, representa una prueba más confiable de comportamiento gregario en este tipo de dinosaurios con relación a la mayoría de los hallazgos hechos hasta el momento. Pero aún si se probara que los responsables de las huellas hayan conformado un grupo que se movilizaba gregariamente, ¿cómo saber por qué lo hacían? Es decir, ¿cómo saber si se trataba de una familia, de individuos en busca de una pareja o más impresionante, de una presa potencial?

Es muy difícil contestar estas preguntas aún con suficiente material para fundamentar semejante teoría. Y si este es el caso de especies de las que se puede sugerir que se movían en grupo a partir de material encontrado, ¿cuánto más polémico es el caso del T-rex? De hecho, esto nos lleva a otra pregunta que de hecho, quizá sea la más importante: ¿Para qué vivir en grupos sociales?

Tal vez, la respuesta no la hallemos en el registro fósil, sino en el mundo salvaje de la actualidad. Muchos animales viven en grupo principalmente como una medida de protección. De esta forma, proveen mayor seguridad en especial, a los individuos más jóvenes y aumentan las probabilidades de supervivencia de las generaciones futuras, pues es de notar que todos los animales, incluyendo a los grandes depredadores, tienden a ser más vulnerables durante la juventud temprana. Este patrón de conducta ha resultado muy efectivo y existen pruebas de que ha sido implementado durante millones de años. Es probable que de igual forma, el Tiranosaurio rex y sus relativos convivieran en grupos sociales con el propósito de brindar protección a los jóvenes y así garantizar el desarrollo de la próxima generación, pues su entorno estaba repleto de amenazas para sus crías. No obstante, coexistir en grupo implica pensar y actuar como grupo y es aquí donde se hace inevitable la pregunta: ¿Es posible que los tiranosaurios cazaran en manada? De ser así, ¿Por qué un depredador ápice como el Tiranosaurio rex practicaría la caza colectiva?

Imagen tomada del documental Dinosaur Revolution

Hoy en día, es común ver algunos depredadores en la cima de la cadena alimenticia aglomerarse en grupos sociales al menos, ocasionalmente. Por ejemplo, tenemos cocodrilos, tiburones, cetáceos (específicamente, orcas), leones e incluso, aves de rapiña que trabajan en conjunto para capturar o derribar presas que de otra forma, resultarían muy difíciles de cazar ya sea porque son demasiado fuertes, rápidas o grandes.

En el caso del T-rex, la situación no era muy diferente. De hecho, se podría decir que era peor. En su ecosistema habían ceratópsidos que se defenderían con cuernos y ankylosaurios con mazas óseas en la punta de la cola que podían golpear con una fuerza de dos toneladas y media. Si bien es cierto que un T-rex contaba con las herramientas necesarias para hacer frente a estas presas, es de tener en cuenta que aún para el depredador en la cúspide de la cadena alimenticia, cada enfrentamiento con una de éstas podría ser el último. Especialmente, si lo hacía de forma solitaria. A la hora de defenderse, estos tipos de presa podrían causarle heridas graves o incluso una muerte instantánea.

Ilustración de Mohamad Haghani

No obstante, el contar con refuerzos podría aumentar sus probabilidades. Mientras un miembro del grupo distraía a la presa, otro podría asestar un golpe mortal. También podrían separar a los miembros más débiles de las manadas y acorralarlos, facilitando la cacería. Por otra parte, es de notar que presa que no se defiende, huye, lo que implicaría una persecución. Entre estas presas, entrarían los hadrosaurios y también otros dinosaurios más pequeños que abundaban en el entorno del T-rex, como los ornithomimosaurios, troodóntidos, ovirraptóridos e hypsilophodóntidos, que si bien no tenían muchas defensas contra un gran depredador, lo compensaban con un diseño corporal hecho para la velocidad. Para un Tiranosaurio adulto, sería muy difícil seguirles el paso. De hecho, perseguirlos representaría un riesgo, pues una caída a toda carrera podría ocasionarle heridas severas. Al practicar la caza coordinada, sin embargo, la captura de estas presas sería más sencilla. Un miembro del grupo podría conducir a las inadvertidas presas hacia los otros y de esta forma, acorralarlas y capturarlas. Ahora bien, esto requeriría de tácticas de caza coordinada, lo que lleva a la interrogante: ¿Tenía el Tiranosaurio la astucia para emplearlas? De hecho, ¿tenía siquiera la inteligencia para adoptar una conducta social compleja?

Ilustración de Brian Franczak

Según algunos paleontólogos, la respuesta a estas preguntas es afirmativa. Tras observar resultados de CT-Scans del endocasto del cráneo de varios tiranosaurios, los científicos no sólo notaron que el cerebro de éstos era tres veces mayor al de otros dinosaurios de la época, sino también que tenía la potencia suficiente para emplear un comportamiento grupal coordinativo.

Partiendo de esta premisa, Philip Currie incluso se atrevió a concluir que estos animales se reunían en grupos familiares con un orden social estructurado en el que cada miembro desempeñaba tareas determinadas. Los miembros más jóvenes proveerían la velocidad y se encargarían de perseguir a la presa y de conducirla hacia los adultos, los cuales proveían la fuerza y estarían encargados de derribarla. Sin embargo, hay quien piensa que de haberse movido y cazado en grupos familiares, los tiranosaurios quizás, no adoptaban un orden social tan sofisticado, sino que todos los miembros del grupo asumirían roles similares, como ocurre con algunos cocodrilos y aves en la actualidad. No obstante, algunos sugieren que es posible que estos clanes fuesen liderados por  un individuo o bien, una pareja dominante.

Imagen tomada del documental Dino Gangs

Sin embargo, si bien es cierto que el T-rex y sus parientes tenían los atributos necesarios para llevar una vida social compleja, hay quien se pregunta si éstos vivían en grupo o si sólo se conglomeraban durante un período determinado. Algunos creen que el Tiranosaurio se reunía en parejas durante la época de reproducción, las cuales permanecerían unidas hasta que las crías nacieran o bien, hasta que éstas maduraran lo suficiente como para valerse por sí mismas.  Algunos incluso sugieren que éstos permanecerían viviendo en un grupo familiar hasta que cada miembro del clan empezara a verse el uno al como competencia. Otros inclusive opinan que estos grupos estaban unidos de forma permanente, contando con individuos de diversas generaciones. No obstante, es de tener en cuenta que cada una de estas líneas de pensamiento es producto de la especulación.

Ilustración de Luis V. Rey

Entonces,  ¿vivía y cazaba el Tiranosaurio en manadas? Responder a esta pregunta no es una tarea fácil. Pese a la cantidad de pistas encontradas que sugieren que este gigante adoptaba un patrón de vida gregario, existe mucha polémica sobre el asunto y si en algo coinciden los expertos es en que para determinar el comportamiento de un animal extinto, hace falta mucho más que estudiar sus fósiles y deducir teorías a base de éstos, lo cual no facilita la búsqueda de una respuesta. De hecho, es posible que el tiempo haya enterrado la contestación a esta interrogante, aunque también lo es que el propio tiempo la desentierre eventualmente.

Sin embargo, una  cosa es clara: Un Tiranosaurio rex es una fuerza a tener en cuenta, pero un grupo de ellos sería una a considerar dos veces... o quizás, varias más. Si en algún momento, un nuevo descubrimiento nos ofrece una prueba sólida de conducta gregaria en esta fascinante bestia, podremos estipular que el T-rex pudo haber sido más letal de lo que habíamos pensado.

Fuentes:
  1. http://www.dailymail.co.uk/sciencetech/article-1388574/Tyrannosaurus-rex-hunted-bloodthirsty-packs-researchers-claim.html
  2. http://phenomena.nationalgeographic.com/2014/07/23/tracks-hint-at-the-social-life-of-tyrant-dinosaurs/
  3. http://news.bbc.co.uk/2/hi/science/nature/965609.stm

27 de septiembre de 2014

El Espinosaurio a Través de la Historia

Hola, queridos lectores.

Primero que nada, quisiera agradecer a Cristian González por darme la idea de publicar esta entrada. En segundo lugar, también quiero agradecer a todos los lectores y seguidores del blog, pues es gracias a ellos que continuamos creciendo e innovando el mismo con más y más información sobre estas fabulosas criaturas que nunca dejan de fascinar nuestras mentes hasta el punto de que hoy me sienta complacido de anunciar que Mundo Terópodo está celebrando su quinto aniversario. Una vez más, gracias a todos por sus visitas y por su interés en el contenido de este, su blog.

Ahora, con la "Revolución del Espinosaurio" en pleno auge, hablemos un poco sobre cómo ha ido cambiando el Espinosaurio, así como nuestra percepción sobre esta magnífica criatura a través de la historia.

Cuando fue descubierto en Egipto por el reconocido paleontólogo alemán, Ernst Stromer von Reichenbach en 1912, el Espinosaurio rápidamente se convirtió en toda una sensación. Para el propio Stromer, este gigante era un enigma y los pocos huesos encontrados también dejaban claro que era una criatura como ninguna otra. De hecho, no había nada parecido a este animal con lo que pudiera compararse, así que los científicos y artistas de entonces no tenían ninguna referencia sobre su aspecto. Debido a esto y a la escases de material, Stromer partió de la información disponible hasta el momento. Las mandíbulas y algunos dientes encontrados eran clara prueba de que se trataba de un dinosaurio carnívoro, las vértebras dorsales presentaban extensas espinas neurales, indicando la presencia de una estructura prolongada en el lomo y el propio tamaño de los huesos sugería que el animal era enorme. Así que Stromer utilizó estas características y las asoció a los estándares de la época, imaginando e ilustrando al Espinosaurio como un carnosaurio parecido al Megalosaurio, pero mucho más grande, alcanzando una altura de entre 9 y 10 metros y con una enorme vela en el lomo.

Ilustración del Espinosaurio de Stromer de 1936

Esta imagen fue aceptada por la comunidad científica y propagada por los medios durante las siguientes décadas, algunos incluso sugerían que la inusual estructura en el lomo de la criatura la obligaría a movilizarse utilizando sus cuatro patas debido al peso que ésta generaría sobre su cuerpo, pero como era de esperarse, no faltaba oposición a esta idea.

Ilustración de Giovanni Caselli

A través de los años, el Espinosaurio fue acoplándose a los descubrimientos y estudios que eventualmente iban cambiando las ideas que teníamos sobre la postura, locomoción y apariencia de los dinosaurios, pero con frecuencia fue visto como un carnosaurio de 12 metros de largo con vela.

Ilustración de John Temperton

No sería hasta el año 1988 (76 años después de su descubrimiento) que Gregory S. Paul compararía al Espinosaurio con un nuevo dinosaurio descubierto en Inglaterra en 1986, el Baryonyx walkeri. El Baryonyx era un dinosaurio peculiar, ya que, como el Espinosaurio en su tiempo, presentaba características poco comunes y no apreciables en ningún otro dinosaurio terópodo... Excepto uno. Basándose en algunas observaciones hechas por Philippe Taquet, Paul señaló múltiples similitudes entre el Baryonyx y el Espinosaurio, incluyendo sus mandíbulas similares a las de los cocodrilos y sus dientes cónicos y poco curvados, estableciendo una conexión entre ambos y clasificándolos en una misma familia: Spinosauridae, nombre basado en las publicaciones de Stromer en 1915 (Al establecer una nueva familia cladística, se utiliza el nombre del primer organismo clasificado en ella. En este caso, el Espinosaurio por haber sido nombrado antes que el Baryonyx). De esta forma, Paul supuso que el Espinosaurio, como el Baryonyx, tendría un cráneo estrecho y achatado de forma tubular. No obstante, sus señalamientos no fueron aceptados a la ligera, por lo que el Baryonyx tuvo su propia familia (Baryonichidae) durante una década y el Espinosaurio (al cual se le relacionaba más con el Acrocanthosaurio) mantenía la suya. Esto cambiaría en 1996, cuando Philippe Taquet y Dale Russel describieron un nuevo ejemplar de Espinosaurio que incluía fragmentos de la mandíbula superior, lo que confirmaría los planteamientos de Paul. Como la del Baryonyx, las mandíbulas del Espinosaurio eran estrechas y achatadas, indicando que ambos dinosaurios no sólo eran similares, sino que estaban emparentados. Así, Paul Sereno publicaría la relación entre los dos dinosaurios bajo la familia propuesta por Paul cuando en 1998 anunció el descubrimiento de un nuevo miembro de la misma, el Suchomimus tenerensis, encontrado en las cercanías de yacimientos de Espinosaurio, aunque en rocas más antiguas. Sereno dividió a la familia en dos ramas: Baryonychinae (entonces representada por el Baryonyx y el Suchomimus) y Spinosaurinae (entonces representada por el Espinosaurio y otro espinosáurido encontrado en Brasil descrito en 1996, el Irritator challengeri), destacando algunas diferencias entre los géneros que la conforman, entre las que destaca el tamaño y la distribución de los dientes y la contextura craneal. Tras estos descubrimientos,el Espinosaurio ya no era representado como un carnosaurio, sino como un Baryonyx con vela, imagen que no tardó en popularizarse.

Reconstrucción del Espinosaurio basada en la representación del Baryonyx de G. S. Paul

Ilustración de Felipe A. Elías

Ahora se sabía que el Espinosaurio era una criatura muy diferente a la que se imaginó en un principio, pero algo aún no quedaba claro. En 1997, el paleontólogo norteamericano, Jack Bowman Bailey sugirió que la peculiar estructura en el dorso del Espinosaurio en lugar de una vela, pudo haber sido en realidad, una joroba. Bailey hizo alusión al parentesco anatómico entre las largas espinas neurales en las vértebras dorsales del terópodo y las elevaciones vertebrales apreciadas en la columna vertebral de varios mamíferos actuales, como el bisonte y sugirió que el patrón visto en las vértebras del Espinosaurio se asemejaba más al de éstos que al de reptiles primitivos con vela, como el Dimetrodón, el Edaphosaurio o el Arizonasaurio. Según él, esta estructura le ayudaría a almacenar energía en un ambiente hostil. Una teoría similar había sido propuesta por el mismo Stromer a principios de ese siglo. No obstante, estudios y descubrimientos posteriores, revelaron que el hábitat del Espinosaurio no era nada parecido al actual Desierto del Sahara de donde suelen provenir sus fósiles, sino que era un mundo muy húmedo, exuberante y rebosante de vida, por lo que la idea de una joroba que proporcionara un suministro energético comenzó a perder vigor, aunque bien, no fue del todo desechada.

Ilustración de IRIRIV de Deviantart

Pero buscar respuestas con el material disponible era casi imposible, pues los restos hallados hasta el momento en realidad, no proporcionaban mucha información sobre la apariencia del animal, ya que sólo consistían en pocas partes del esqueleto y éstas a su vez, consistían en material muy fragmentario. Por la misma razón, hubo también mucha polémica sobre el tamaño que alcanzaba el animal y en adición a eso, ninguno de los fósiles pertenecía a un ejemplar adulto, lo que dificultó llegar a un consenso. La mayoría de las estimaciones rondaban entre los 12 metros de longitud propuestos desde hacía varias décadas hasta los 15 metros de largo, mas es de notar que la mayoría de estas estimaciones no fueron científicamente publicadas. No obstante, en 2005, nuestra visión del Espinosaurio tomó un giro cuando Cristiano Dal Sasso publicó la descripción de un morro incompleto, pero con una particularidad no vista en otros fósiles previamente hallados. Se trataba del primer hueso de un Espinosaurio adulto jamás encontrado. Luego de una serie de cálculos y comparaciones, Dal Sasso expuso unas nuevas estimaciones oscilantes entre los 16 y los 18 metros de largo para la enigmática bestia, siendo las mayores propuestas para un terópodo.

Pero eso no fue todo. Debido a la escases de material, siempre se utilizó material de otros espinosáuridos para reconstruir a este misterioso titán. Las representaciones hechas hasta el momento partían mayormente de la fisionomía del Baryonyx y el Suchomimus, ya que éstos se conocían por más material. Con la publicación de Dal Sasso, sin embargo, se comenzó a ver un Espinosaurio más diferente al Baryonyx y más parecido al Irritator especialmente, en lo que respecta al cráneo, pues Dal Sasso basó una buena parte de su reconstrucción en la estrecha relación entre el espinosáurido brasileño y el gigante africano, utilizando el material de Irritator para rellenar algunos de los huecos. Si bien es cierto que ambos dinosaurios al pertenecer a géneros distintos, presentan múltiples diferencias entre sí, generando un margen de error en estas reconstrucciones, es de tener en cuenta que dado el material disponible y la estrecha relación entre estos dos géneros en comparación con los que conforman la rama de los baryoniquinos, éstas constituyen la representación fisionómica más cercana a la posible apariencia del Espinosaurio. Además, el descubrimiento de otro espinosáurido similar encontrado en Brasil en 2011, el Oxalaia quilombensis, muestra indicios de que las diferencias entre los espinosaurinos no son tan marcadas.

Ilustración de Steveoc86 de Deviantart

Pero por cada nueva pieza del rompecabezas que se encontraba, aparecía otro hueco por llenar. Desde un comienzo, una de las pocas cosas que se conocían de esta bestia era que tenía largas espinas neurales en las vértebras dorsales que formaban una estructura semicircular sobre su lomo y en general, no hubo discordia sobre el diseño de la misma, ¿o sí?... Pues la verdad es que sí. A pesar de que hubo consenso entre muchos sobre la forma en que Stromer había interpretado la posición de las vértebras dorsales, no todos estaban acuerdo. Por esa razón, a través de los años, esta estructura ha experimentado múltiples cambios y ha sido objeto de diferentes interpretaciones de acuerdo distintas investigaciones sobre la anatomía del animal. De ahí que nunca hubo mucha seguridad sobre la distribución exacta de las vértebras que conforman la misma. Muchos analistas coincidían en que ésta adoptaría una forma semicircular, no muy diferente a como originalmente la propuso Stomer en sus documentaciones.

Ilustración de Gregory S. Paul

Otros la ilustraban de forma similar a como se veía en otros dinosaurios con una estructura parecida encontrados en la misma zona geográfica, como el Ouranosaurio.

Ilustración de Lukas Panzarin

Algunos otros sugerirían que la estructura se extendería prácticamente, por toda la columna vertebral, incluyendo el cuello y la cola.

Ilustración de Scott Hartman

Y otros propondrían arreglos en los que las espinas neurales serían más alargadas a medida que se acercaban a las caderas y que a partir de ahí, experimentarían un grado de reducción más notable.

Ilustración de Jaime A. Headden

Cabe destacar, sin embargo, que éstos son sólo algunos de los ejemplos más comunes de una amplia gama de interpretaciones. Y si algo éstas dejaron claro es que las reconstrucciones de este misterioso dinosaurio están lejos de una que pudiera considerarse como definitiva. De hecho, tan recientemente como hoy, el Espinosaurio está experimentando no una, sino varias transformaciones.  Éstas son producto de nuevos descubrimientos que se han estado realizando desde hace algunos años.

Todo comenzó en 2008, cuando un puñado de fósiles llegó a las manos del paleontólogo marroquí, Nizar Ibrahim. Tras una búsqueda exhaustiva, el pasado año Ibrahim y un equipo encontraron el yacimiento de esos fósiles, donde hallaron más piezas. Este nuevo material ha proporcionado pistas que una vez más, cambiarían radicalmente nuestra percepción del Espinosaurio. En primer lugar, las estimaciones de la longitud de la criatura propuestas por Dal Sasso en 2005 se han reducido a poco más de 15 metros. Otro cambio anatómico apreciable se ve en la distribución de las espinas neurales y con esto, ha cambiado también la forma de la vela dorsal, la cual ahora se representa de manera cuadriforme y estando más elevada en los extremos, formando una especie de surco en la parte superior al centro de la misma y siendo distinta a toda percepción previa. No obstante, quizá lo más interesante es que el nuevo ejemplar incluye varios huesos de las patas en buen estado de preservación, revelando que el Espinosaurio había desarrollado adaptaciones propicias para un estilo de vida semiacuático. Entre ellas, destaca el hecho de que las patas traseras eran notablemente cortas con relación a las de otros terópodos y compuestas por huesos densos, además de que los huesos pedales eran aplanados, siendo similares a los de algunas aves de pesca de la actualidad y estando de esta manera, perfectamente diseñados para la natación. Es probable que mientras el animal aún vivía, la planta de sus patas contuviera una especie de membrana, como la vista en las patas de los cocodrilos, los pingüinos, los albatros y otros animales que suelen pasar un tiempo considerable en el agua, lo cual no es de extrañarse al considerar que desde mediados de la década del 2000, ya se habían estado descubriendo pistas que indicaban que este dinosaurio había desarrollado una estrecha relación con el agua.

Ilustración de Davide Bonadonna

Paul Sereno, publicador secundario del estudio, señaló que el Espinosaurio era más parecido a los cocodrilos de lo que se había pensado anteriormente, indicando que era una criatura altamente dinámica en el agua, pero no muy activa en tierra, donde necesitaría apoyarse sobre sus cuatro patas para moverse debido a la ubicación del centro de masa en su alargado cuerpo y a la corta longitud de las patas traseras. No obstante, esta imagen no tardó en ser refutada y fue aquí donde empezó a surgir más de una versión de la nueva apariencia del Espinosaurio.

Ilustración de Davide Bonadonna

Tras ver el nuevo estudio, Scott Hartman notó que las medidas de la nueva reconstrucción no parecían coincidir con las publicadas en el artículo y así hizo unas correcciones en el modelo, aumentando las proporciones de las patas y la región pélvica un 27% para ajustarlas a los valores indicados en el estudio, resultando en una representación que si bien, no presentaba patas traseras tan largas como las de otros terópodos, le daban un diseño anatómico que le permitiría asumir la postura bípeda al moverse sobre tierra. Hartman e Ibrahim se han mantenido en contacto desde entonces y han estado aclarándose sobre los procesos de medición.

Arriba: La versión del Espinosaurio de Sereno e Ibrahim
Abajo: La versión de Hartman
(Ilustración editada por Scott Hartman)

Esto ha levantado mucha polémica, pero también ha llevado a nuevas observaciones, entre las que resaltan las del paleontólogo italiano, Andrea Cau, quien ha expuesto una serie de hipótesis apoyándose en los nuevos descubrimientos. En una de ellas, sugiere una nueva postura consistente con la reconstrucción de Sereno e Ibrahim en la que establece que de ser correcta, el Espinosaurio podría moverse sobre sus patas traseras sin mayores dificultades.

Representación del Espinosaurio de Andrea Cau

De acuerdo a Cau, al asumir una posición parecida a la apreciable en los pelícanos actuales, el centro de masa del animal no estaría ubicado en un lugar muy diferente al de otros terópodos, mas posicionar el cuello de esa forma requeriría fuertes ligamentos adheridos a las espinas neurales para soportar el peso de la cabeza. Sin embargo, es de notar que esta teoría no ha sido científicamente acreditada.

Los científicos y artistas aún continúan buscando respuestas sobre la apariencia y el estilo de vida de este gigante utilizando como referencia todo el material disponible. Los nuevos descubrimientos van aportando cada vez más piezas de este complejo rompecabezas, pero aún hay muchos huecos por llenar. Hasta el día presente, la imagen del Espinosaurio continúa cambiando, así como nuestra percepción sobre él y esto está lejos de terminar. A medida que se continúe estudiando esta fascinante y enigmática criatura, su aspecto irá transformándose y también, nuestro concepto sobre ella. Si las interpretaciones de los científicos y analistas hoy nos llevan a ver al Espinosaurio de dos, tres o cuatro diferentes maneras, ¿de cuántas más lo veremos mañana? ¿Qué otras transformaciones experimentará esta bestia en el futuro? Pero más importante, ¿Se descubrirá algún día la verdadera apariencia del Espinosaurio? Bueno, sólo el tiempo dará las respuestas a estas interrogantes.

Fuentes:
  1. Libro "Predatory Dinosaurs of the World" de Gregory S. Paul
  2. Copia del artículo "New information on the skull of the enigmatic theropod Spinosaurus, with remarks on its sizes and affinities." publicado por: Cristiano Dal Sasso, Simone Maganuco, Eric Buffetaut y Marco A. Mendez
  3. http://blogs.scientificamerican.com/tetrapod-zoology/2011/11/16/the-discovery-and-early-interpretation-of-spinosaurus/
  4. http://www.smithsonianmag.com/science-nature/was-spinosaurus-a-bison-backed-dinosaur-12849430/?no-ist
  5. http://qilong.wordpress.com/2011/02/22/spinosaurus-a-hint/
  6. http://www.uchicago.edu/features/massive_hunter_prowled_waters_edge/
  7. http://www.skeletaldrawing.com/home/theres-something-fishy-about-spinosaurus9112014
  8. http://www.skeletaldrawing.com/home/aquatic-spinosaurus-the-authors-responsd9182014
  9. http://theropoda.blogspot.it/2014/09/spinosaurus-revolution-episodio-ii-ode.html
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Como nota, indico que en algún momento estaré actualizando el post anterior (La Nueva Cara del Espinosaurio) con información que ha sido publicada recientemente, incluyendo más detalles sobre los comunicados de Hartman e Ibrahim y sobre las nuevas hipótesis de Andrea Cau.

Saliendo un poco del tema, parece ser que el Espinosaurio ha sido la estrella del blog este mes, así que podríamos decir que durante septiembre celebramos en Mundo Terópodo "El Mes del Espinosaurio". Un interesantísimo mes, debo agregar.

Y bueno, cierro esta entrada anunciando que estaré revisando y editando algunas de las entradas antiguas, ya que me parece que es hora de actualizar la información en varias de ellas. Aunque como sabrán, esto no es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana. En fin, los dejo con esta imagen como motivo de la celebración de nuestros 5 años y como una muestra de agradecimiento.