3 de marzo de 2014

Dinoficha: Tarbosaurio

¡Saludos, lectores y seguidores de MT!

Hace un tiempo, me preguntaron si podía hacer una ficha sobre un pariente muy cercano del T-rex: el Tarbosaurio, uno de los terópodos más grandes conocidos. Sin embargo, para entonces estaba trabajando con otros proyectos y con otros asuntos, pero finalmente llegó el día. Hoy, me complace publicar la dinoficha del alarmante tiranosaurio asiático, Tarbosaurio. Espero les parezca interesante.

Tarbosaurio

Localización: Asia
Clasificación: Saurischia, Terópodo, Tiranosáurido
Significado del nombre: Lagarto Alarmante
Tamaño: 11 a 12 metros de largo
Período: Cretáceo
Dieta: Carnívoro

Características
El Tarbosaurio es un pariente muy cercano del famoso Tiranosaurio rex y es el dinosaurio carnívoro más grande encontrado en Asia. Llegaba a medir entre 11 y 12 metros de largo y 3.8 de alto hasta las caderas y pesaría entre 4.5 y 5 toneladas, siendo ligeramente menor en tamaño que su primo norteamericano. No obstante, comparte muchos rasgos con el mismo. Al igual que el T-rex, presenta un cráneo considerablemente grande al compararlo con otros terópodos de gran tamaño. Éste llagaba a medir hasta 1.3 metros de largo y era profundo, aunque más angosto el de su contemporáneo occidental. La parte trasera del cráneo no es demasiado amplia, lo que reduce el campo de visión binocular visto en su pariente más avanzado y le inhibe del espacio suficiente para la concentración de grandes músculos en la unión del cuello y la cabeza, por lo que no tendría la misma fuerza de mordida descomunal que caracteriza a su relativo norteamericano. El cráneo estaba compuesto por huesos fusionados que le daban dureza, pero como todo terópodo, contaba con grandes aberturas que lo hacían más ligero. Sus mandíbulas eran enormes y estaban equipadas con una cantidad de entre 60 y 64 dientes, los cuales no eran tan prominentes y gruesos como los del T-rex, pero lo eran lo suficiente para damnificar hueso. Su mandíbula inferior presentaba un borde en la superficie externa del hueso angular que articula directamente con la parte posterior del dentario, quedando sujeto a la mandíbula inferior. Esto pudo haber sido una adaptación ideal para derribar presas arduas como los ankilosáuridos. El único tiranosáurido a parte del Tarbosaurio donde se ha visto esta característica es el Alioramus, siendo esta una razón por la que éste último a menudo se considera un ejemplar juvenil de Tarbosaurio. El cuerpo del Tarbosaurio era moderadamente robusto, siendo menos voluminoso que el del T-rex. Como todo tiranosáurido, esta criatura presenta brazos muy cortos y dos dedos movibles en cada pata delantera. De hecho, sus extremidades delanteras son más cortas con relación al tamaño del cuerpo que en cualquier otro tiranosáurido visto hasta ahora. No se sabe a ciencia cierta cuál era la función de estos miembros delanteros, pero se presume que eran relativamente fuertes, por lo que no serían del todo inútiles. También se teoriza que su reducción pudo haber sido una adaptación para ayudarle a balancear el peso de su enorme cráneo. Sus patas traseras, a diferencia de las delanteras, eran largas y musculosas, lo que probablemente le ayudaría a desplazarse con gran rapidez a la hora de correr. Se han encontrado pequeñas impresiones de piel que resaltan la presencia de escamas. Sin embargo, debido a que este material es muy fragmentario, aún existe controversia sobre si el Tarbosaurio estaba enteramente cubierto de escamas o si contaba con la presencia de plumas, debate que ha ganado auge con el descubrimiento de nuevas especies de tiranosauroides emplumados que habitaron Asia en tiempos anteriores. Debido a que la presencia de plumas o protoplumas en dinosaurios de este tipo se relaciona mayormente a funciones de termorregulación, la mayoría de los expertos coincide en que el Tarbosaurio no requeriría una capa de plumaje sofisticada debido a que el entorno se había tornado mucho más cálido desde que tiranosauroides más primitivos que presentaban esta adaptación lo habitaron y dado que el Tarbosaurio era enorme, su organismo debía quemar calorías más rápidamente que el de éstos, haciendo innecesaria una herramienta de termorregulación externa. Por lo tanto, los paleontólogos estipulan que en el Tarbosaurio, si es que poseía plumas o protoplumas, éstas estarían restringidas sólo a determinadas partes del cuerpo y su función estaría asociada meramente al camuflaje o al lenguaje corporal.

 Descubrimiento e Historia
Los primeros fósiles de Tarbosaurio fueron recuperados entre 1946 y 1949 durante una expedición mongola-soviética a la Formación Nemegt en el desierto de Gobi, Mongolia. Estos primeros fósiles consistieron en huesos pertenecientes a cerca de siete individuos, entre los que destacan tres cráneos, los cuales fueron descritos en 1955 por el paleontólogo ruso, Evgenii Aleksandrovich Maleev, quien los clasificó como especies separadas. Al observar el más grande de los ejemplares, Maleev notó que era muy parecido al Tiranosaurio rex de Norteamérica y consideró que se trataba del mismo género, aunque no necesariamente de la misma especie, por lo que le dio el nombre “Tyrannosaurus bataar” donde el binomial ‘bataar’ proviene del mongol y significa ‘héroe’. Otro de los especímenes fue llamado “Tarbosaurio efremovi”, que en griego significa “lagarto alarmante”, aludiendo el binomial al paleontólogo y autor de ciencia ficción ruso, Iván Yefrémov. Los otros dos ejemplares fueron clasificados como nuevas especies del género ‘Gorgosaurus’ y fueron llamados ‘G. lancinator’ y ‘G. novojilovi’, respectivamente. Diez años más tarde, Anatoly K. Rozhdestvensky estudió los fósiles y descubrió que todos eran individuos de la misma especie y que las diferencias entre ellos se debían a que eran ejemplares de distintas edades. Al publicar su estudio, también los catalogó como un género distinto al Tiranosaurio y los nombró “Tarbosaurio bataar”. No obstante, aunque muchos paleontólogos, incluyendo el mismo Evgeny Maleev estuvieron de acuerdo con las observaciones de Rozhdestvensky, la clasificación de los ejemplares continuó siendo objeto de polémica durante mucho tiempo, hasta que en 1999 la comunidad científica en su mayoría,  aprobaría de forma general el análisis de Rozhdestvensky. No pasaría demasiado tiempo desde el descubrimiento y descripción de los primeros fósiles para que múltiples excursiones fueran dirigidas al Desierto de Gobi y extrajeran más material de Tarbosaurio. Actualmente, se conocen más de 30 especímenes de Tarbosaurio, una cantidad similar a la del material de T-rex recuperado hasta el día presente. En 2012 se desató un conflicto muy serio entre científicos, empresarios e incluso agencias gubernamentales debido a la programación de la subasta de un espécimen de Tarbosaurio que fue ilegalmente extraído de Mongolia. Pese a las dificultades legislativas, el mismo fue subastado por más de un millón de dólares en New York, Estados Unidos a mediados de ese mismo año, pero nunca fue vendido y en cambio, fue devuelto al pueblo mongol en 2013 por decisión de la corte y los responsables enfrentan cargos debido a la adquisición y mercadería ilegal de los fósiles.

El T-rex Asiático
El Tarbosaurio es el segundo tiranosáurido más grande conocido, sólo superado por el Tiranosaurio rex y comparte tantas similitudes con éste que algunos paleontólogos lo llaman “El T-rex Asiático”. Por ejemplo, ambos presentan un cráneo de diseño cuadriforme, el cual es considerablemente grande con relación a terópodos semejantes en tamaño y destaca por sus mandíbulas prominentes y profundas, repletas de grandes y filosos dientes. Tanto el Tarbosaurio como el T-rex presentan brazos notablemente cortos, un cuerpo moderadamente robusto, una diferencia en tamaño mínima y una estructura ósea bastante similar. De hecho, muchos han sugerido que el Tarbosaurio y el Tiranosaurio pudieron haberse tratado del mismo dinosaurio. El hecho de que uno se haya encontrado en Asia y el otro en Norteamérica no es un factor de gran relevancia a la hora de considerar esta teoría, pues es de notar que los dos continentes eran colindantes cuando ambas especies habitaron la Tierra. Sin embargo, varias investigaciones y estudios detallados de los huesos parecen indicar que se trataban de dos animales distintos. El Tiranosaurio era más robusto y su cráneo era más amplio y presentaba un diseño más fuerte y sus dientes eran de mayor longitud y grosor. En el Tarbosaurio, los dientes eran más finos y cortos con relación al tamaño de la mandíbula y tendían a ser más numerosos al ocupar menos espacio, su cráneo era más estrecho y su cuerpo, más esbelto. Estas diferencias ofrecen pruebas de que ambos animales eran dos especies diferentes, afirmación que los paleontólogos parecen tener muy clara. La polémica se centra en determinar si estas especies pertenecían a un mismo género o a dos distintos, como actualmente están clasificados. De probarse que ambas especies pertenecerían a un único género, el nombre “Tarbosaurio” quedaría eliminado y sería reemplazado por “Tiranosaurio bataar”, como lo nombró Evgenii Maleev en un principio. No obstante, el debate continúa y cada vez se encuentran más pruebas que parecen apoyar la validez del género “Tarbosaurus”.

Hábitat
El Tarbosaurio fue el mayor depredador en lo que en la actualidad es Mongolia y China desde hace 70 a 65 millones de años. Durante esta época, lo que hoy son los desiertos de Gobi y Nemegt no se veían muy distintos a cómo se ven en el presente. Entonces como ahora, abundaban amplias zonas áridas poco exuberantes. Sin embargo, pese a que la ubicación geográfica de esta región no difería demasiado a la de la actualidad, es de notar que Asia colindaba con Norteamérica por el noreste, permitiendo el desarrollo de monzones entre ambos continentes. Además, disfrutaba de un mayor acercamiento al océano, pues la parte oeste de Asia aún estaba en formación. Todo esto en conjunto le permitía gozar de una limitada, pero diversa cantidad de climas. La misma permitía la formación de oasis estacionales e incluso, hacía posible la existencia de zonas relativamente exuberantes que eran nutridas por cuerpos de agua estacionarios. Estas áreas incluían desde sabanas hasta bosques poco densos en los que probablemente habitaba la fauna de mayor tamaño. No obstante, es de notar que ocasionalmente, las mismas solían experimentar sequías intensas, obligando a los animales a movilizarse en busca de agua y alimento. Es probable que el Tarbosaurio habitara en estas zonas más exuberantes, donde se valdría de la vegetación alta para acechar a las presas de gran tamaño entre las que se encontrarían los ankylosáuridos como el Pinacosaurio y el Tarchia, los hadrosaurios como el Shantungosaurio y el Saurolophus e incluso saurópodos, como el Nemegtosaurus y el Opisthocoelicaudia. Sin embargo, es probable que ocasionalmente, se viera en la necesidad de movilizarse en busca de alimento y agua especialmente, durante la estación seca, por lo que probablemente haría contacto con la fauna de tamaño menor que habitaba en las zonas menos frondosas. Es posible que también compitiera por el alimento con otros terópodos como los oviraptóridos y ornithomimusáuridos gigantes, tales como el Gigantoraptor y el Deinocheirus, respectivamente, además de enfrentar a los enormes therizinosaurios probablemente herbívoros y de dar caza a otros terópodos más pequeños que incluían oviraptóridos como el Oviraptor, ornithomimusaurios como el Gallimimus, dromeosáuridos como el Velociraptor, troodóntidos como el Saurornithoides e incluso, otros tiranosáuridos como el Alioramus, si es que fue un género separado.

Comportamiento
Existe controversia sobre el comportamiento social del Tarbosaurio. Muchos sugieren que era un animal mayormente solitario, pues su entorno, así como la disponibilidad de alimento en el mismo, podría variar y tornarse inestable repentinamente, implicando mayor competencia entre los depredadores (especialmente, entre los de gran tamaño) por la obtención de comida, por lo que sería preferible adoptar un estilo de vida territorial y antigregario antes que uno social y arbitrariamente estructurado. No obstante, el hallazgo de herbívoros con defensas formidables, tales como ankylosáuridos y saurópodos que probablemente formaban parte del mismo ecosistema que el Tarbosaurio ha motivado a algunos expertos a sugerir que éste pudo haber asumido un estilo de vida grupal que le facilitaría cazar presas como éstas. Más intrigante aún, sin embargo es el hallazgo de varias camas de huesos que contienen múltiples ejemplares de Tarbosaurio, incluyendo individuos en diversas etapas de crecimiento. No obstante, los paleontólogos coinciden en que esto no necesariamente es prueba de comportamiento gregario en la especie, pues no pueden explicar a ciencia cierta a qué se debe la acumulación de estos fósiles en el mismo lugar, pues coinciden en que la misma pudo deberse a diversas razones. Las camas de huesos podrían representar un grupo social que fue enterrado vivo por una avalancha o una corriente de agua, una serie de cadáveres o huesos esparcidos que fueron arrastrados durante una inundación o bien, animales que quedaron atrapados en una trampa natural donde los individuos no necesariamente murieron al mismo tiempo, por mencionar algunos ejemplos. Debido a esta controversia, se desconoce cómo el Tarbosaurio cuidaba de sus crías, aunque se teoriza que éste se reunía temporal o permanentemente en un grupo familiar al menos, hasta que las crías alcanzaran la madurez y pudieran valerse por sí mismas y formar su propia manada o bien, continuar con un estilo de vida solitario. Otra línea teórica sugiere que las crías quedarían al cuidado exclusivo de la hembra hasta durante un período de tiempo determinado y que eventualmente, asumirían una vida independiente, movidos por la insuficiencia de alimento, la intimidación por parte de miembros del mismo grupo y otros factores que implicaría un estilo de vida grupal en un entorno hostil.

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