Primero que nada, les deseamos un próspero Año Nuevo.
En segundo lugar, le damos la bienvenida a ésta, la primera
entrada del año, pero quizá, una de las últimas del blog. Así es. Luego
de seis años en la blogósfera, hoy Mundo Terópodo anuncia su clausura. Esto es
debido a varias razones que involucran el tiempo que su servidor tiene para mantener
actualizado el blog, el hecho de que el mismo ha ganado más auge como un medio sensacionalista con un enfoque del que actualmente su servidor no está particularmente orgulloso, aparte de que la mayoría de la información aquí divulgada puede ser igualmente accesible a través de fuentes más fidedignas, haciendo que tratarla en el blog se sienta un tanto repetitivo e insustancial. Eso, por mencionar algunos ejemplos. De todos modos, el blog permanecerá disponible como testimonio de cómo los medios masivos y las nociones de la cultura popular pueden influir en una mente juvenil como la de su servidor cuando redactaba entradas en este espacio. Sin embargo, esto, más que un adiós, es más bien un nuevo comienzo, pues estamos
considerando la posibilidad de abrir otro blog más estable, didáctico y con un
contenido más amplio e igualmente interesante en un futuro cercano. De modo que
sigan atentos, pues a pesar de que después de hoy, Mundo Terópodo entrará en
una etapa de suspensión por un período indefinido, en algún momento, les informaremos
sobre la apertura del nuevo blog y sobre lo que en él encontrarán.
Mientras tanto, vayamos al tema principal de la entrada, que son los descubrimientos más impactantes que nos trajo el 2015 en cuanto a terópodos
se refiere:
Ilustración de Julius Csotonyi
Comenzamos por mencionar el hallazgo de seis nuevos
ejemplares de Utahraptor encontrados en un bloque de piedra arenisca extraído
el año pasado de Utah. Éste es parte de un esfuerzo iniciado en 2001 por el
paleontólogo, James Kirkland y varios colegas y estudiantes, pero hecho público
en enero de 2015. Este descubrimiento ha proporcionado partes del esqueleto del
Utahraptor que nunca antes habían sido encontradas y que están esperando
descripción formal y algunas de éstas están cambiando varios aspectos de la
anatomía de este terópodo. Lo más intrigante de este hallazgo, sin embargo, es
el hecho de que el bloque en el que los ejemplares fueron encontrados consiste
en lo posiblemente fue un lodazal o una poza de arenas movedizas. Hasta ahora,
se ha identificado un Utahraptor adulto, cuatro individuos subadultos y un
joven de tan sólo un metro de largo en esta cama de huesos junto a un
ornitópodo, pero esto es sólo lo que se ha podido identificar en lo que se ha
logrado extraer del bloque. Es probable que el mismo contenga los esqueletos de
numerosos animales más que quizá hayan muerto como víctimas de esta trampa
natural. Actualmente, se desconoce si los especímenes de Utahraptor encontrados
hasta ahora consisten en un grupo de animales que murieron juntos o si quedaron
atrapados uno tras otro a lo largo de períodos de tiempo considerables, pero en
su búsqueda de respuestas, los paleontólogos no sólo continúan excavando el
bloque, sino también analizando los especímenes extraídos del mismo.
Violencia y canibalismo entre tiranosaurios
Ilustración de Luis Rey
A comienzos de abril de 2015, un peculiar espécimen de
Daspletosaurio sería el objeto de una minuciosa investigación realizada por el Dr.
David Hone. Éste consiste en un ejemplar juvenil de aproximadamente, 6 metros
de largo y aún más sorprendente, presenta signos de agresión en el cráneo. Algunos
de ellos parecen ser atribuibles a mordidas de otros Daspletosaurios, pues
encajan notoriamente con los dientes de éstos. Una marca de mordida en la parte
posterior de la cabeza muestra que parte del cráneo se rompió, mas la
superficie del hueso muestra indicios de cicatrización, indicando que estas
lesiones no fueron fatales y que el animal vivió durante algún tiempo después
de que fueron infligidas. Esto a su vez, puede traducirse como evidencia de
combate entre miembros de la misma especie, pero más intrigante aún es el hecho
de que otras de las muchas mordidas vistas en el fósil parecen haber sido
hechas luego de que el animal murió, sugiriendo un posible comportamiento
caníbal entre la especie. Esto, no obstante, no es prueba de que un
Daspletosaurio haya matado al otro, sino de que simplemente se alimentó de él
cuando ya estaba muerto.
El bizarro terópodo herbívoro de Chile
Ilustración de Gabriel Lío
Más tarde ese mes, el paleontólogo Fernando Novas y
algunos colegas publicarían un hallazgo que revolucionó nuestro entendimiento
sobre los terópodos. Se trata de la primera especie de dinosaurio terópodo
encontrada en Chile. El descubrimiento fue realizado por Diego Suárez, de 7
años y su familia en la Formación Toqui, donde se encontró más de una docena de
especímenes. El nuevo dinosaurio fue llamado Chilesaurio diegosuarezi en su honor
y es uno de los hallazgos más impactantes hechos hasta ahora, pues se trata de
una especie de terópodo tetanuro que muestra características hechas para una
dieta consistente mayor o exclusivamente en vegetación, siendo este un rasgo
muy inusual en dicho grupo de terópodos, ya que estos rasgos son más comúnmente
vistos en miembros del grupo de los coelurosaurios. Aún más interesante es el
hecho de que el Chilesaurio vivió a finales del período Jurásico, siendo muy
anterior a los coelurosaurios conocidos por presentar adaptaciones para una
alimentación herbívora. En adición, el Chilesaurio presenta rasgos de diversos
tipos de terópodos más avanzados, tales como dos dedos en las patas delanteras
(de manera similar a los tiranosáuridos) y un cráneo relativamente corto en
cuya punta se situaba un pico, pero a su vez, preserva características
comúnmente vistas en especies basales, como el primer dígito de las patas
traseras notablemente alargado y un cuello largo y flexible, por lo que se
podría decir que se trata del miembro de un grupo transitorio en el linaje de
los terópodos.
Ilustración de Emily Willoughby
Hoy se sabe que muchos dinosaurios terópodos tenían alas
y que en algunos casos, éstas incluso eran aptas para el vuelo. Sin embargo,
éstas por lo general, son mayormente formadas por plumas, siendo muy parecidas
a las de las aves. Pero a finales del mes de abril, un equipo de paleontólogos
dirigidos por el Dr. Xing Xu realizó un descubrimiento sin precedentes en
China. Se trata de un nuevo terópodo de la familia de los escansiopterygidos al
que se le dio el nombre de Yi qi, que en español quiere decir "ala extraña",
nombre que resulta muy apropiado considerando el hecho de que esta rara
criatura presenta alas membranosas soportadas por un hueso estiliforme, siendo más parecidas a las de los murciélagos que a
las de las aves, una característica nunca antes vista en un dinosaurio alado. El
Yi vivió hace aproximadamente 160 millones de años, siendo quizá uno de los primeros
dinosaurios voladores, aunque análisis de sus alas sugieren que estaba más hecho
para planear recorriendo cortas distancias que para el vuelo propulsado con el aleteo,
probablemente habiendo saltado de árbol en árbol para buscar alimento mientras
permanecía fuera del alance de depredadores potenciales. El sorprendente estado
de preservación del Yi qi con respecto a otros fósiles de escansiopterygidos
encontrados está llevando a los expertos a reconsiderar el diseño anatómico de esta
enigmática y extraña familia de terópodos.
Nueva
especie de Saurornitholestes
Ilustración de TheMorlock de Deviantart
Mientras
analizaba un fósil hallado en New Mexico, Estados Unidos en 1999 por Robert
Sullivan, el estudiante doctoral y curador del Museo Estatal de Pennsylvania, Steven
Jasinski notó algo curioso. El fósil había sido anteriormente clasificado como
un ejemplar de la especie Saurornitholestes langstoni, una especie de
dromaeosaurio conocida por restos encontrados en Alberta, Canadá y en Montana,
E.E.U.U. Al analizar el espécimen más detenidamente, Jasinski encontró
diferencias lo suficientemente pronunciadas como para concluir que si bien se
trataba de miembro del género Saurornitholestes, lo que tenía en manos era una
nueva especie, a la que llamó Saurornitholestes sullivani. Las diferencias más
radicales son perceptibles en el morro del animal y en la forma de su cerebro,
específicamente, en los bulbos olfativos, los cuales son más extensos y por
consiguiente, parecen estar más desarrollados no sólo que los de sus congéneres
del norte, sino también que los de otros dromaeosaurios hasta ahora
encontrados. El estudio de Jasinski sugiere que el género era más diverso y
mostraba signos de estar adaptándose a un rango más amplio de entornos y
ecosistemas.
¿Los terópodos colonizan Washington?
Imagen propiedad de PLOS ONE
El estado de Washington, al oeste de los Estados Unidos,
es un lugar donde nunca se habían descubierto fósiles de dinosaurios... hasta
ahora. A finales de mayo del pasado año, el Dr. Christian Sidor, curador del
Museo Burke de Paleontología de Vertebrados, junto al estudiante de postgrado
de la Universidad de Washington, Brandon Peecook, describieron parte de un
fémur de dinosaurio encontrado en la Formación Cedar District de Washngton, el
cual data de 80 millones de años de antigüedad. Tras estudiarlo, los
científicos lo identificaron como el característico fémur de un terópodo,
aunque de momento, no ha sido posible identificar a qué clase de terópodo
pertenece. La parte recuperada mide cerca de 43 cm de largo y 22 de ancho, pero
se cree que el hueso completo pudo haber alcanzado una longitud de
aproximadamente, un metro. El hallazgo de este fósil en esta zona geográfica
fue toda una sorpresa, pues el estado de Washington estuvo mayormente bajo el
agua durante gran parte de la Era Mesozoica, haciendo que la recuperación de
huesos de dinosaurios en este lugar sea muy inusual. Sin embargo, actualmente
se deduce que el terópodo al que pertenecía este hueso pudo haber pisado estas
tierras cuando aún estaban más al sur, eventualmente siendo sus huesos
trasladados a su posición actual por las fuerzas geológicas. Otra opción que se
considera es que el animal haya sido arrastrado hasta esta zona por un fenómeno
natural.
El raptor que
definió la imagen de la familia
Ilustración de Chuang Zhao
Hoy es sabido que muchos terópodos, tales como los
dromaeosáuridos o comúnmente conocidos como raptores, poseían plumas. Sin
embargo, se sabe muy poco sobre cómo era realmente el plumaje de la mayoría de
éstos. Especialmente, en las especies más avanzadas y en las de mayor tamaño,
ya que no se han encontrado fósiles lo suficientemente preservados para proveer
ese tipo de información. No obstante, eso cambió con un nuevo descubrimiento realizado
en China en julio de 2015. Se trata de un fósil muy bien preservado de una nueva
especie de dromaeosaurio relativamente avanzada a la que se le dio el nombre de
Zhenyuanlong suni. El Zhenyuanlong mide dos metros de largo, posee una anatomía
similar a la de dromaeosáuridos más avanzados, como el Velociraptor y presenta
plumas complejas en todo su cuerpo, así como alas muy cortas en comparación con
las de los dromaeosaurios arbóreos con los que compartió su entorno hace 125
millones de años. Sin embargo, el fósil revela que al igual que las de éstos,
las alas del Zhenyuanlong consisten en múltiples capas de plumas, siendo
similares a las de las aves. Adicionalmente, la cola también parece contar con
grandes plumas que formarían una especie de "abanico" a lo largo de
ésta. Los expertos deducen que es poco probable que el Zhenyuanlong fuese capaz
de volar, sugiriendo en su lugar que las plumas servirían como un medio de
lenguaje corporal.
¿Tras las huellas paternas?
Un yacimiento de cerca de 50 huellas excavadas entre 2009
y 2011 en Alemania dio lugar a una interesante teoría sobre el comportamiento
de los terópodos que habitaron allí hace 142 millones de años. La bióloga de la
Universidad del Sur de Dinamarca, Pernille Venø Troelsen, estudió las huellas,
enfatizando en el patrón de las mismas y aplicando sus conocimientos en el
comportamiento de organismos actuales a lo que se ve en dos series de huellas diferentes.
Una parece pertenecer a un animal adulto que caminaba a una velocidad de 6.3
km/h y la otra, a lo que posiblemente fue un ejemplar juvenil de la misma
especie, el cual viajaba a cerca de 9.7 km/h. Esto lleva a deducir que ninguno
de los ejemplares estaba moviéndose de forma apresurada, restando validez a la
posibilidad de que se trataba de una cacería. Aún así, Troelsen observa que el
patrón de las huellas más pequeñas (es decir, las del joven), parece mantener
un ritmo paralelo al de las grandes y en ocasiones, se cruzaban. Esto lleva a Troelsen
a sugerir que pudo haberse tratado de una cría que caminaba junto a su madre o
padre, sugiriendo un comportamiento social complejo. No obstante, siempre está
la posibilidad de que ambas series de huellas hayan sido dejadas mucho tiempo una
después de la otra, además de que el hallazgo de una tercera serie de huellas
perteneciente a un ornitópodo que también se entrecruzaba ocasionalmente con
las del par de terópodos, dificulta probar la proposición de Troelsen.
Nuevo neovenatórido de Australia
Ilustración de Julius Csotonyi
En años anteriores, Australia ha proveído hallazgos
fascinantes y de gran importancia para nuestra comprensión sobre la
distribución y diversificación de los terópodos en el mundo y especialmente, en
el Hemisferio Sur. Este misterioso lugar hace 110 millones de años era el hogar
de una gran variedad de dinosaurios terópodos, como espinosáuridos,
ornithomimosaurios, maniraptores, pero quizá los que se situaban en la cima de
la cadena alimenticia eran los neovenatóridos, como lo fue un nuevo espécimen
descrito por el Dr. Phil Bell de la Universidad de Nueva Inglaterra a
principios de septiembre de 2015, el cual se cree, pudo haber sido el terópodo
más grande encontrado en el continente hasta la fecha, midiendo entre 6 y 7
metros de largo. Aún sin haber recibido un nombre formal, el nuevo terópodo
estrechamente emparentado con el previamente hallado Astralovenator ha recibido
el apodo de "Garra de Lightning" en alusión a Lightning Ridge, el
lugar donde fueron descubiertos sus fósiles en 1990, los cuales consisten en
una enorme garra de la mano y en huesos fragmentarios del brazo, de la cadera, del
pie, de las costillas y de las patas traseras. Estudios futuros esperan arrojar
más luz sobre este nuevo terópodo, así como la asignación de un nombre formal
para el mismo.
El retorno del Sigilmassasaurio y sus implicaciones
Como es sabido, en 2014, el paleontólogo Nizar Ibrahim trajo
a la luz pública una nueva reconstrucción del Espinosaurio basada en nuevo
material recuperado, en lo que se conoce del holotipo, en características óseas
apreciables en otros espinosáuridos y en material asignado a la especie. Parte
de este material asignado incluye algunas de las vértebras del cuello, las
cuales en un principio habían sido asignadas a una especie dudosa llamada
Sigilmassasaurio brevicollis y posteriormente atribuidos al género Spinosaurus.
A finales de octubre de 2015, sin embargo, el estudiante doctoral de la
Universidad de Oxford, Serjoscha W. Evers, analizó algunos huesos recuperados
de Marruecos, incluyendo los del ejemplar descrito por Ibrahim un año antes y llegó a la conclusión de que éstos muestran diferencias con respecto a los apreciados en el holotipo de Espinosaurio aegytiacus, lo que lleva a la posibilidad de que
quizá no sean huesos de Espinosaurio después de todo. Al comparar los fósiles, Evers señaló diferencias morfológicas en algunas vértebras y huesos de las patas. Esto no sólo haría
del Sigilmassasaurio una especie válida, sino que además, pone en cuestión parte de la
reconstrucción del Espinosaurio propuesta por Ibrahim (especialmente,
aquellas partes basadas en material asociado). Sin embargo, no la invalida del todo, especialmente teniendo en cuenta las proporciones similares que se aprecian tanto en el ejemplar de Ibrahim como en el segundo ejemplar descrito por Stromer en 1934. En adición, Evers también consideró otros
huesos encontrados en Marruecos y en el proceso, encontró otras vértebras aisladas
que no corresponden con el material actualmente asignado al Sigilmassasaurio, lo cual sugiere la presencia de al menos, dos espinosáuridos en la zona. No obstante, estudios
más minuciosos son necesarios para determinar si estas vértebras son de
Espinosaurio o de otra especie potencialmente desconocida hasta el momento.
Revelación del patrón del plumaje del Ornithomimus
Ilustración de Julius Csotonyi
Un nuevo ejemplar de Ornithomimus descrito por su propio
descubridor, el estudiante de la Universidad de Alberte, Aaron van der Reest y
otros paleontólogos a finales de octubre del pasado año ha revelado información
valiosa que nos lleva a redefinir nuestra percepción de este terópodo. Anteriormente,
ya se habían descubierto varios especímenes con evidencia de plumas, pero este
nuevo ejemplar ofrece una detallada imagen de cómo estaba distribuido el
plumaje en la especie, mostrando por primera vez una cola lo
suficientemente preservada para apreciar el patrón de las plumas en esa parte
del cuerpo. Tras observar detalladamente el fósil, los paleontólogos se
percataron que las plumas estaban presentes en casi todo el cuerpo, pero no lo
estaban en gran parte de las patas traseras, estando restringidas a la parte
superior. En cambio, las patas traseras del Ornithomimus estaban mayormente
cubiertas de escamas. Los expertos sugieren que esto era probablemente una
adaptación desarrollada durante millones de años de evolución que permitía a
los ornithomimosaurios ajustarse al clima cada vez más cálido que
experimentaba su cambiante entorno, como probablemente también es el caso de las
avestruces en la actualidad.
Pese a que desde hace ya algunos años se han estado
descubriendo pruebas de canibalismo en tiranosaurios, el 2015 parece haber
impuesto un récord en cuanto a la cantidad de éstas. Un hueso de tiranosaurio
descubierto por un equipo dirigido por el paleontólogo Matthew McLain durante
una expedición a Wyoming se suma al fósil de Daspletosaurio descrito par David
Hone el pasado mes de abril. Esta vez se trata de un hueso de 66 millones de
años de antigüedad, siendo probablemente de Tiranosaurio rex o bien, de
Nanotyrannus lancensis de ser éste una especie válida, ya que éstos son los únicos
tiranosáuridos conocidos de esa época. El hueso parece estar roto por ambos
extremos y muestra múltiples y profundas marcas, sugiriendo que otro animal dañó
el hueso mientras se alimentaba de la carne del espécimen una vez muerto éste.
Una de las marcas muestra ranuras que sólo pueden ser atribuibles a los
dentículos presentes en los dientes de los terópodos y dado que el único tipo
de terópodo conocido que puede dejar marcas como las observadas en el fósil es
un tiranosáurido, los paleontólogos consideran la posibilidad de que se trate
de un caso de canibalismo. No sólo eso, sino que de confirmarse que el
Nanotyrannus era un T-rex juvenil, este hallazgo haría que la línea teórica
más probable sea la que sugiere que el famoso Tiranosaurio rex pudo haber sido un caníbal.
El gran raptor de Hell Creek
Ilustración de Emily Willoughby
Los dromaeosaurios son conocidos por ser una familia de
terópodos carnívoros relativamente pequeños, sólo con algunas excepciones que
parecen superar los tres metros de largo. A finales de octubre del año pasado, Robert
A. DePalma publicó el descubrimiento de una de esas excepciones. Se trata del
Dakotaraptor steini, una nueva especie de dromaeosáurido que según se estima,
pudo haber alcanzado los 5.5 metros de largo, siendo sólo superado por el Utahraptor,
de 7 metros. No obstante, el Dakotaraptor sólo se conoce por un esqueleto
parcial consistente en una vértebra del lomo, diez de la cola, algunos huesos
de los brazos y varios huesos de las patas traseras, incluyendo una de las
garras en forma de hoz típicas del grupo. Originalmente, se reportó también la
recuperación de una espoleta, pero más tarde, en diciembre, la paleontóloga Victoria
M. Arbour y otros autores señalarían que ésta era en realidad un hueso de
tortuga que posiblemente se había mezclado entre los huesos del espécimen. Una particularidad
interesante del Dakotaraptor es el hecho de que fue encontrado en la Formación
Hell Creek, datando de 66 millones de años de antigüedad. Esto ha llevado a que
se considere la posibilidad de que este dromaeosaurio haya podido presentar
competencia para depredadores más grandes de la zona, como el famoso
Tiranosaurio rex. Sin dejar esto de ser una posibilidad razonable, también es
necesaria la obtención e inspección de más material para determinar con mayor certeza
el estilo de vida de esta nueva especie de dromaeosaurio y su relación con las
otras criaturas de su ecosistema.
Referencias:
- http://news.nationalgeographic.com/news/2015/01/150106-utahraptor-death-trap-fossil/
- http://www.sciencedaily.com/releases/2015/04/150409083201.htm
- http://www.sciencedaily.com/releases/2015/04/150427124631.htm
- http://phenomena.nationalgeographic.com/2015/04/29/chinese-dinosaur-had-bat-like-wings-and-feathers/
- http://www.sciencedaily.com/releases/2015/05/150511125312.htm
- http://www.sciencedaily.com/releases/2015/05/150520151618.htm
- http://www.sciencedaily.com/releases/2015/07/150716101509.htm
- http://www.sciencedaily.com/releases/2015/08/150810145815.htm
- http://www.australiangeographic.com.au/blogs/austropalaeo/2015/09/new-dinosaur-is-australia%E2%80%99s-largest-carnivore
- https://qilong.wordpress.com/2015/10/20/pale-spinos-sigilmassasaurus/
- http://www.sciencedaily.com/releases/2015/10/151028130854.htm
- http://www.sciencedaily.com/releases/2015/10/151029134652.htm
- http://www.sci-news.com/paleontology/science-dakotaraptor-steini-new-dinosaur-south-dakota-03410.html