¡Feliz Año Nuevo a todos!
Pues un poco atrasado, pero sin falta. Bueno, antes de ir al tema principal, confieso que tenía
pensado publicar esta entrada antes del nuevo año, pero debido a una serie de
contratiempos, me vi obligado a aplazarla y postearla como la primera entrada
del 2015. Dicho esto, como lo indica el título, en este post pretendo contestar la pregunta "¿Qué nos trajo el 2014?" haciendo
un resumen de los hallazgos y descubrimientos más relevantes del año pasado en
lo que se refiere al estudio de los terópodos. Tengan en cuenta sin embargo que sólo cubro algunos de los descubrimientos (no todos) que destacaron en los medios durante el pasado año y otros que no lo hicieron tanto, pero que no por seo dejan de ser interesantes o valiosos para el progreso de la paleontología como ciencia.
Para comenzar, tenemos un hallazgo sin precedentes hecho a
principios de enero del año pasado. Se trata de los primeros dinosaurios
identificados en Arabia Saudita, territorio que durante gran parte de la Era
Mesozoica estaba situado varios metros bajo el agua. La zona de donde
fueron extraídos los fósiles y éstos en sí datan de 72 millones de años,
tratándose de una época cercana al final de la Era Mesozoica. Uno de los
dinosaurios identificados aquí por el equipo de investigación dirigido por el Dr.
Benjamin Kear es un abelisáurido, tratándose de un grupo exitoso del cretácico
tardío, pero muy poco común en la zona. Se cree que el animal pudo haber alcanzado
6 metros de largo y aún no ha recibido un nombre genérico.
Pero este abelisáurido no es la única sorpresa que emergió
de un territorio casi inexplorado paleontológicamente. Poco más de un mes más
tarde, un equipo de paleontólogos japoneses y malayos, descubrió en Malasia lo que parece ser un
conjunto de dientes de dinosaurio. Uno de ellos fue identificado al instante.
Éste medía 23 milímetros de largo y 10 milímetros de ancho, era cónico y afilado
y presentaba pequeños dentículos en los bordes. Con sólo observar su forma, se
hizo evidente que se trataba de un diente de espinosáurido. Estos son los
primeros restos de dinosaurio encontrados en la zona, por lo que los
científicos están tomando medidas para la aprobación de leyes que protejan la
misma y limiten su acceso exclusivamente a investigadores certificados y
esperan realizar estudios más detallados sobre la paleobiota de la misma en
futuras expediciones.
Diente de espinosáurido descubierto en Malasia
(Fotógrafo no identificado)
Pocas semanas después, a inicios de marzo, se publicó la
reclasificación de la especie de Torvosaurio encontrada en la Formación
Lourinha de Portugal, a la que se le dio el nombre de Torvosaurus gurneyi. Inicialmente, los
paleontólogos lo habían clasificado como un nuevo ejemplar de Torvosaurus tanneri, pero tras estudios
más detallados y la recuperación de más material, se identificaron diferencias en la forma de las mandíbulas y el
tamaño y la cantidad de los dientes en proporción, además de las diferencias
previamente conocidas, como lo es el tamaño de la especie norteamericana con
respecto al de la europea. Pero el nuevo estudio, dirigido por paleontólogos Christophe
Hendrickx y Octavio Mateus, dice aún más. Mientras las estimaciones de longitud
situaban a los ejemplares portugueses entre los 11 y los 12 metros de largo, según
esta investigación, el Torvosaurio gurneyi no superaba por mucho los 10 metros
de longitud. No obstante, aún es considerado el mayor terópodo descubierto en
Europa.
Torvosaurio gurneyi
Ilustración de Sergey Krasovskiy
Por otro lado, el Torvosaurio no fue el único objeto de
estudio que llevó a una la conclusión de que una especie de terópodo resultó
ser otra distinta. Más tarde, ese mes, se publicó un caso aún más interesante. Varios
fósiles de tiranosáurido previamente descubiertos en Alaska fueron estudiados
con precisión por paleontólogos del Perot Museum of Nature and Science de Texas,
Estados Unidos. La clasificación de estos fósiles fue muy controversial durante
varios años, pero tras este estudio se determinó que se trataban de una especie
desconocida hasta entonces. Los investigadores la llamaron Nanuqsaurio
hoglundi, el cual estaba más estrechamente relacionado con los tiranosaurinos,
como el T-rex y el Tarbosaurio, que con los albertosaurinos, como el
Albertosaurio y el Gorgosaurio. Sin embargo, presentaba una característica poco
común en este grupo. Su longitud no era superior a los 6 metros, mientras que
sus parientes más cercanos tendían a superar los 10 metros de largo. Su cráneo
sólo medía 63.5 centímetros, lo cual es pequeño con relación al de la mayoría
de sus relativos. No obstante, lo más interesante de esta especie es el propio
lugar donde fue encontrado, ya que los huesos de tiranosáuridos en las
cercanías del polo son muy raros, por lo que se había sugerido que este grupo
particular no estaba del todo adaptado al ecosistema ártico. De hecho, los
autores del estudio sugieren que este tiranosáurido relativamente pequeño estaba
perfectamente acoplado a dicho ecosistema y que su propio tamaño es indicio de
ello, ya que al ser más pequeño que sus parientes más cercanos, requerirá menos
alimento y probablemente, sería más activo, lo cual es una ventaja en un
ambiente inestable como probablemente lo tuvo lo que hoy es el estado alasqueño
a finales del Cretáceo.
Una madre Nanuqsaurio y sus crías
Ilstración de FabrizioDeRossi de Deviantart
Semanas más tarde, un equipo de paleontólogos
estadounidenses dirigido por el Dr. Matthew Lamanna describió un nuevo terópodo
perteneciente a un linaje poco común en Norteamérica. Se trataba de un caenagnátido,
una familia perteneciente al grupo de los oviraptorosaurios. El nuevo
dinosaurio fue llamado Anzu wyliei y se conoce por restos de tres esqueletos
parciales descubiertos en Dakota del Sur que, en conjunto, forman un esqueleto
casi completo. Dos de éstos muestran señales de heridas cicatrizadas cuyas
causas aún no se con certeza, aunque se ha especulado que pudieron haber sido
producidas durante una confrontación entre individuos de la misma especie. Con
el material recuperado, los investigadores estimaron su longitud en
aproximadamente, 3.35 metros, convirtiéndolo en el oviraptorosaurio más grande encontrado
en Norteamérica. Es de reconocer que también es uno de los últimos, datando de
aproximadamente 66 millones de años, siendo 4 millones de años posterior a su
pariente más cercano, el Chirostenotes y compartiendo su entorno con
dinosaurios más conocidos, como el Triceratops y el T-rex. Los científicos
sugieren que el Anzu era omnívoro y que su dieta consistía principalmente en
plantas, aunque es probable que también se alimentara de insectos, reptiles
pequeños, mamíferos primitivos y huevos de otros dinosaurios, por nombrar
algunos ejemplos. No obstante, el Anzu no sólo ofreció respuestas sobre su
especie. Tras una serie de observaciones, el equipo de investigación determinó
que el Gigantoraptor, el oviraptorosaurio más grande conocido hasta la fecha,
estaba más emparentado con el Anzu y con otros caenagnátidos que con los
oviraptóridos, contrario a lo que se había sugerido anteriormente.
Anzu wyliei
Representación de Masato Hattori
Pero cuando el Anzu arrojó nueva luz sobre un grupo de
terópodos común en Asia, pero raro en el hemisferio occidental, una historia
invirtió los papeles. Mientras que los tiranosáuridos son frecuentemente
hallados en Norteamérica, a principios de mayo se hizo público el
descubrimiento de una nueva especie de tiranosáurido asiático y éste era muy
distinto a la mayoría de los miembros de la familia conocidos hasta entonces.
Esta criatura tenía mandíbulas alargadas y un morro puntiagudo y sus dientes
eran considerablemente finos en comparación con los de sus parientes más
cercanos. Estas características son normalmente vistas en ejemplares jóvenes
del grupo, pero al examinar los fósiles de este nuevo ejemplar, el equipo de
investigación a cargo del estudio, conformado por científicos de la Academia
China de Ciencias Geológicas y de la Universidad de Edimburgo, notaron la
peculiaridad de que éste era un animal casi adulto o bien, alcanzando la
adultez temprana, alcanzando una longitud aproximada a los 9 metros. Los
investigadores lo llamaron Qianzhousaurio sinensis y basándose en sus
características, sugieren que pudo haber empleado un nicho diferente al de sus
relativos. Sus fósiles datan de 66 millones de años, aproximadamente, por lo
que se ha determinado que fue contemporáneo y probablemente, presa de su primo
mayor, el Tarbosaurio. El descubrimiento del Qianzhousaurio llevó a la
definición de una nueva rama dentro de la familia de los tiranosáuridos llamada
Alioramini, que hasta ahora incluye a los géneros Alioramus y Qianzhousaurus.
Cabeza del Qianzhousaurio sinensis
Ilustración de MALvit de Deviantart
No obstante, China aún tenía más por ofrecer. Aproximadamente
un mes más tarde, se anunciaría el hallazgo del microraptorino más grande
encontrado hasta hoy. Su descubrimiento fue publicado por el Dr. Luis Chiappe,
del Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles, California, quien
dirigió la investigación. El dinosaurio recibió el nombre de Changyuraptor
yangi y es anatómicamente muy similar al Microraptor, pero casi medio metro más
largo, llegando a medir 1.3 metros de longitud y 4 veces más pesado, pesando
cerca de 4.1 kilogramos. Una característica resaltante de esta criatura son las
inusualmente largas plumas de la cola, que llegaban a medir casi 33
centímetros, lo cual según los investigadores, pudo haber sido una herramienta
útil para controlar sus movimientos mientras planeaba de árbol en árbol.
Changyuraptor yangi comparado con un ser humano
Ilustración de Stephanie Abramowicz
Luego de unos meses, otro descubrimiento poco usual tuvo
lugar. Mientras la mayor parte de los yacimientos de fósiles de dinosaurios en
Sudamérica se centran en Argentina y Brasil, una zona poco explorada del continente
está comenzando a revelar sus misterios: la formación La Quinta en Táchira,
Venezuela. A principios de octubre se describieron unos huesos descubiertos en
febrero de 2013. Éstos consistían en una tibia y una pelvis fragmentaria que
por su forma, sólo podían pertenecer a un terópodo, siendo el primero hallado
en el país. Su descubridor, Ascanio Rincón, del Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas lo nombró Tachiraraptor admirabilis. Los fósiles
datan de 200 millones de años, antigüedad que alude a las etapas iniciales del
Período Jurásico, por lo que no es de extrañarse que el Tachiraraptor muestre
características de dinosaurios primitivos, como los neoterópodos basales (como los coelophysoides y los dilophosáuridos), que
constituían el grupo de terópodos más común de la época y al cual probablemente
pertenecía esta recién descubierta especie. La tibia muestra un buen estado de
preservación y se afirma que mide cerca de 25 cm, por lo que comparándolo con dinosaurios
similares, se calcula que el animal entero mediría aproximadamente, 1.5 metros
de largo. Además de los datos que se obtienen sobre el dinosaurio en sí, el
hallazgo del Tachiraptor arroja nueva luz no sólo sobre el paleoambiente de la
zona ecuatorial, sino también sobre el papel que jugó la ruptura del
supercontinente Pangea en el desarrollo de los primeros dinosaurios y su
distribución.
Tachiraraptor cazando un grupo de Laquintasauras
Ilustración de Maurílio Oliveira
Menos de una semana después, se publicó una noticia que
estremeció al mundo. Tras un siglo de misterio y controversia, un equipo de la
Universidad de Chicago reveló el hallazgo de nuevos restos del enigmático
Espinosaurio aegyptiacus. Los nuevos fósiles dieron a conocer que esta criatura
estaba mejor adaptada a un estilo de vida acuático de lo que se había imaginado
previamente y proporcionaron pruebas de
que este dinosaurio no sólo estaba perfectamente diseñado para la natación,
sino también de que probablemente pasaba más tiempo y se desempeñaba mejor en
agua que en tierra. Los investigadores propusieron algunos cambios en la
anatomía del animal que revolucionaron por completo nuestra visión sobre el
mismo. Entre ellas, una nueva disposición de las espinas neurales que forman
una estructura sinusoidal en lugar de la forma semicircular sugerida
previamente, un cuerpo más esbelto, unas dimensiones no muy superiores a los 15
metros, un cuello y una cola más largos y flexibles y lo más sorprendente, unas
patas traseras considerablemente cortas con relación a la mayoría de los
terópodos, las cuales muestran adaptaciones perfectas para trasladarse en un
entorno húmedo y para movilizarse en el agua, convirtiéndose en el primer
dinosaurio semiacuático del que se tiene registro. Puede leer más al respecto
aquí.
Espinosaurio nadando
Representación de Masato Hattori
Sin embargo, el Espinosaurio no fue el único terópodo
afectado por una revolución. Un mes después, se le uniría el Deinocheirus
mirificus, del cual se habían estado revelando nuevos detalles desde el pasado
verano tras la recuperación de nuevos especímenes. Ahora sabemos que esta
criatura fue más rara de lo previamente supuesto. Su tamaño, anteriormente
objeto de polémica, se estimó en unos 11 metros de largo y a pesar de ser un
ornithomimosaurio, tenía una constitución notablemente robusta y contaba con
características que nunca se hubieran sospechado de no haber sido descubierto
el nuevo material. Entre ellas, una joroba que recorría su lomo y un cráneo más
similar al de un hadrosaurio que al de un ornithomimosaurio. Además, se
encontraron gastrolitos entre las costillas de unos ejemplares y junto a éstos,
vértebras de peces, lo que sugiere una dieta variada que incluía plantas
blandas y fauna acuática. Puede leer más sobre este tema aquí y aquí.
Deinocheirus alimentándose junto a un par de Saurólophus
Ilustración de Vitor Silva
Por otra parte, un tercer terópodo antiguamente descubierto
sería parte de las revoluciones paleontológicas del 2014, el famoso
Archaeopteryx lithographica. Tras la recuperación de un nuevo ejemplar en 2011,
se ha estado realizando una serie de estudios sobre el mismo. El nuevo estudio,
llevado a cabo por el Dr. Oliver Rauhut de la Ludwig Maximilians Universität de
Munich, Alemania ofrece nueva información sobre el patrón del plumaje de esta
criatura. El estudio da a conocer que inicialmente, los primeros terópodos
emplumados habían desarrollado una capa de plumas para propósitos de
termorregulación y exhibición y posteriormente, para levantar el vuelo. En el
caso del Archaeopteryx, se conserva un patrón en el que se observan varios
tipos de plumas que muestra esta transición. Del mismo modo, el estudio reveló
nuevos detalles sobre la anatomía de este pequeño terópodo, como por ejemplo,
el hecho de que tenía las patas traseras cubiertas por plumas que parecían formar
un segundo par de alas, similar al que se ve en los microraptorinos, además de
que presentaba una apertura en el abanico de plumas que recorre su cola,
apreciable al final de la misma. Dicho estudio se realizó a principios de
julio, pero la revolución del Archaeoteryx no termina aquí. El pasado mes de
noviembre fue testigo de otra transformación de esta criatura, cuando el
investigador, Ryan Carney de la Brown University, quien en 2012 había examinado
un ejemplar de Archaeopyeryx, revelando que la coloración de las plumas presentaban
un patrón mayormente blanco con pigmentos negros, realizó un nuevo estudio
sobre los patrones de color del dinosaurio, revelando que los patrones oscuros
fueron más difundidos de lo apreciado anteriormente.
Diseño más cercano al nuevo Archaeopteryx
Ilustración de Samantha Welker
Pero las sorpresas de 2014 no culminaron con la
transformación del Archaeopyeryx. Curiosamente, abrimos el post con
abelisáuridos y lo cerraremos con ellos. Y es que el pasado 20 de diciembre se
publicó el hallazgo de restos de una nueva especie de abelisáurido en la
Formación Anacleto de la Patagonia, Argentina durante una expedición
italiano-argentina. El nuevo dinosaurio aún no ha sido nombrado y a pesar de
ser fragmentarios, sus fósiles muestran pertenecer a un animal de tamaño medio y
presentan diferencias con respecto a las especies encontradas en dicha
formación, la cual data de 75 millones de años.
El 2014 nos trajo nuevos conocimientos que ayudaron a responder
algunas interrogantes que nos desconcertaban sobre estas fascinantes bestias y
a su vez, nos llevaron a plantearnos nuevas preguntas que nos permiten expandir
nuestra búsqueda de información y abrir nuestras mentes a los misterios de los
terópodos y del mundo en que éstos vivían. La interrogante ahora es ¿Qué nos
depara el 2015? La respuesta será respondida eventualmente, durante el nuevo
año, pero desde ya sabemos una cosa: Los terópodos seguirán sorprendiéndonos con cada descubrimiento realizado.
Fuentes:
- http://www.sciencedaily.com/releases/2014/01/140107092829.htm
- http://www.sciencedaily.com/releases/2014/02/140224204737.htm
- http://www.sci-news.com/paleontology/science-torvosaurus-gurneyi-giant-dinosaur-portugal-01794.html
- http://www.sci-news.com/paleontology/science-nanuqsaurus-hoglundi-tyrannosaur-alaska-01803.html
- http://www.sciencedaily.com/releases/2014/03/140319195817.htm
- http://fundaciondinosaurioscyl.blogspot.com/2014/03/cientificos-descubren-restos-de-un.html
- http://news.nationalgeographic.com/news/2014/05/140507-pinocchio-rex-dinosaurs-tyrannosaurus-science-new-species/
- http://www.sci-news.com/paleontology/science-changyuraptor-yangi-feathered-dinosaur-china-02065.html
- http://www.lanacion.com.ve/regional/el-laquintasaura-y-el-tachiraptor-los-dos-tachirenses-prehistoricos/
- http://www.en.uni-muenchen.de/news/press-services/press-releases/2014/archaeopteryx.html
- http://www.sciencedaily.com/releases/2014/11/141105084824.htm
- http://theropoda.blogspot.com/2014/12/un-nuovo-abelisauride-dalla-formazione.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+blogspot%2FaJKG+%28Theropoda%29
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